La Real Academia Española, Vida e historia recorre las anécdotas de esta institución
Víctor García de la Concha en la RAE esta mañana. / Paco Campos./elpais.com |
Había prometido 250. Pero en cuanto se metió en harina, la historia "lo atrapó". Al final han sido 480 páginas las que ocupa La Real Academia Española, vida e historia de la silla c (desde 1991) y director durante 12 años de la institución (1998-2010) Víctor García de la Concha.
El libro ha sido presentado esta mañana entre las paredes salmón y bajo
el florido artesonado de la sala Rufino José Cuervo con la presencia de
José Manuel Blecua, actual director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, secretario de la institución, y la directora general de Espasa Ana Rosa Semprún.
Casi llegó a la hora de charla García de la Concha, apasionado en
todo momento por este trabajo de "intrahistoria", de "narración" que en
ningún caso ha de entenderse como una enmienda a la Historia de la RAE (Espasa, 1999)
"excepcional" de Alfonso Zamora. Sino un relato de carácter más "ameno"
y abierto al público general en el que se recorren tanto la evolución
cronológica de las obras de la Academia como todas los comadreos, o
"secretos de cónclave" como los tilda el autor, que los ha habido en
abundancia, en torno a los sillones mayúsculos y minúsculos.
Por ejemplo, en lo tocante a la escasez de mujeres en la Academia, con los fracasos de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Emilia Pardo Bazán.
El segundo caso de "La Pardo Bazán" da para la anécdota simpática:
"Ella no pedía, sino que exigía su ingreso en la Academia. Lo hacía
además como una instancia. Y la RAE respondía en el mismo tono. Claro,
es que la Pardo Bazán era mucha mujer". Repasa también esta historia los
intentos frustrados de Azorín,
que tuvo que esperar más de tres lustros, de 1908 a 1924, para poder
sentarse entre los académicos o el rechazo de Ortega y Gasset a
incorporarse a la institución.
Una de las claves que subraya García de la Concha es entender la
institución como un actor partícipe de los tiempos. "Lo puedo decir
aquí, la Academia fue la voz principal, el interlocutor con América
durante el período de revolución encabezado por Bolívar". No fue el
único guiño a América. El autor recordó que el libro termina con una
"crónica personal" titulada La construcción de una política
panhispánica. Un relato con la clara intención de que la colaboración
entre los dos lados de la institución, el español y el americano, siga
el mismo lema: "Una academia, una familia". El autor lo resume así:
"Quería hacer un homenaje a la verdad. Que el gran trabajo de las
Academias Americanas tiene nombres y apellidos. Por eso la crónica
empieza desde el 'yo' y acaba en el 'nosotros".
Hubo también guiño monárquico. Tanto al rey que se despide
como al rey que se presenta. Para Juan Carlos de Borbón, un elogio
incondicional: "No solo lo he recordado yo, sino también el presidente
de México, Enrique Peña Nieto, en su última visita. Él afirmó que el rey
había entendido perfectamente el papel esencial de la lengua para hacer
la mejor política". Del aún príncipe Felipe, las mismas expectativas
para que siga el mismo camino de su padre y defienda lo que ha sido el leitmotiv de la RAE desde su fundación: "La lengua como base de todo. La lengua como unión de los pueblos".