sábado, 6 de julio de 2013

En tren negro de Gijón puede con la crisis

Semana Negra de Gijón

Escritores, viñetistas, artistas, fotógrafos y periodistas se dirigen a la ciudad asturiana, donde arranca la Semana Negra

 La consejera de Cultura del Principado de Asturias, Ana González (izquierda), el director de la Semana Negra de Gijón, José Luis Paraja (derecha); y el director de contenidos, Angel de la Calle (el segundo a la izquierda) a su llegada a Gijón. / Juan González/elpais.com
¿Qué es lo primero que ocurre en un tren en el que viajan escritores, artistas, viñetistas, guionistas de cómic, fotógrafos, periodistas y hasta músicos? Pues que se acaba la cerveza dos horas antes de llegar al destino. Eso es lo que ha pasado hoy en el Alvia Madrid- Gijón, un tren que ha visto cómo la calma rutinaria de viernes por la tarde era alterada por una masa festiva y charlatana que ha inundado los vagones 5 y 6 camino de la Semana Negra que se inicia hoy hasta el 14 de julio. Lo tradicional, ay la crisis, era un tren entero, el Tren negro, el que hacía el recorrido con parada en Mieres, comida y homenaje minero incluidos. Pero los rigores impuestos por el desastre que vive España y la reducción de la ayuda pública lo han dejado en dos vagones de un tren convencional. Con cafetería, eso sí.
La Semana Negra es un festival muy peculiar. Debe ser el único que empieza antes de la inauguración inicial y en un tren. En los dos vagones se suceden las conversaciones, cruces de ideas y hasta las presentaciones fuera de cartel de autores que luego tienen su sitio en el programa. Entre los invitados de honor al tren estaba Leonardo Padura, escritor cubano, creador de de esa pequeña maravilla titulada El hombre que amaba a los perros y padre literario de Mario Conde, ese detective que no quiere serlo y que termina de librero en una Habana maravillosa y cruel. Padura, nos cuenta Ángel de la Calle, responsable de la programación del festival, asistió como periodista a las dos primeras ediciones; a la tercera fue con un relato bajo el brazo para un concurso; ahora es una de las estrellas del certamen.
América tiene una presencia brutal en este festival. Hablamos con un clásico del festival, Guillermo Saccomanno, que viene desde un pequeño pueblo de argentina y que opta al Hammett que se falla la semana que viene por Cámara Gessel (Planeta Argentina, todavía no publicado en España) y Marcelo Luján, que en conversación con EL PAÍS avisan a los lectores: ya no se puede escribir al margen de lo que pasa a tu alrededor. Los dos escritores ponen patas arriba los cimientos del mundo editorial y trazan un mapa de las relaciones España - Argentina y de los límites de un género, el negro, cada vez más entrelazado con otros y que vive un tiempo de esplendor. Valgan un par de perlas de cada cosa: “El tema del mal atrae cada vez más”, asegura Luján. “La literatura está en manos de las grandes empresas multinacionales, que dividen para reinar y que venden igual libros que mayonesa”, lanza Saccomanno, fábrica humana de titulares.
El tren llega a un amplio valle y el tono del paisaje ya es inminentemente verde. Estamos en Asturias. El autor Alex de la Concha lleva un buen rato retratando a Ángel de la Calle mientras le entrevista y hablan de la literatura, la vida, el poder. Es un proyecto extraño el de la Concha, una idea que se inició en 2003 y que ya ha desarrollado con víctimas del Holocausto, en Turquía y con muchos escritores y artistas. Graba todo el proceso, la entrevista, la elaboración del cuadro. En este caso lo hace con público y admite preguntas. Cuenta que el retrato cambia con lo que dice el entrevistado, que no podría ser lo mismo sin la dispersión que le da el hecho de meterse en la conversación, en la entrevista con el modelo, sin esa liberación mental que le dan las palabras mientras pinta. También, que el retrato habría sido bien distinto sin el traqueteo del tren.
Los pasajeros alucinan y abren los ojos sorprendidos o tuercen el gesto molestos ante esta mezcla de palabras, ruidos, gente de pie, viajes continuos a la cafetería, bullicio. Alguien se ha arrancado con una guitarra a tocar y cantar, acompañado, temas clásicos: Verde, yo te quiero verde, El muerto vivo y más. Quizás, para olvidar el tema que ha ido de una conversación a otra: la crisis, los recortes, el descrédito de la clase política, la corrupción (tema central de la cita). A la llegada a Gijón, protestas, en este caso de los trabajadores de la empresa municipal EMULSA, que mantienen un conflicto con el Ayuntamiento, gobernado por el FORO, y el tradicional recibimiento con orquesta tocando temas reivindicativos. Para no olvidar, como decía alguien en el tren, que siempre hay buenos y malos. En la novela, y en la vida. A partir de mañana, espectáculo literario en Gijón.