Jordi Sierra i Fabra se reivindica como "el más desconocido de los escritores conocidos"
Jordi Sierra i Fabra, autor español de literatura infantil y juvenil./elmundo.es |
A los 12 años, Jordi Sierra i Fabra quiso probarse si era un escritor
de verdad. Hasta entonces sus novelas no habían pasado de las 100
páginas, algo que el ya ambicioso pequeño aspirante a escritor,
consideraba demasiado poca cosa. Así que emprendió la escritura de 'Las memorias de un perro',
novela que debía tener, y tuvo, 500 páginas. "Yo siempre había querido
tener un perro, pero mi padre nunca me dejó", recuerda hoy, rodeado de
vinilos, en su barroco despacho (una pared dedicada a los Beatles,
libros por todas partes, dos ordenadores sobre la mesa, cientos, quizá,
de pequeños objetos, desde collares hasta muñecos, por todas partes), el
escritor, autor de 400 libros, de los que se han vendido más de 10 millones de ejemplares en todo el mundo.
Y aún hoy, a su pesar, un desconocido. "Soy el más desconocido de los
escritores conocidos de este país", se lamenta. "Ni siquiera me
reconocen por la calle", añade.
Vive en un amplio piso de la zona alta de Barcelona con su madre.
Desde el balcón, las vistas son incomparables. Un jardín y dos piscinas.
Aunque lo más probable es que Sierra i Fabra no las
contemple a menudo, puesto que cuando no está viajando, está
escribiendo, o dándole vueltas a alguna de las cientos de ideas que se
le ocurren a diario. "De cada 100 ideas, 20 toman tierra, cinco llegan a
crecer y sólo una se convierte en una novela", confiesa el escritor, un
aplicado redactor de guiones a quien, después, no le resulta en
absoluto complicado escribir. "Lo importante es saber lo que pasa en
cada momento. Una vez lo tienes, sólo debes sentarte a escribir", dice.
Cuando eso ocurre, es capaz de escribir entre 18 y 25 diarias.
"A todo el mundo le extraña que escriba tanto, pero es que no hago otra
cosa. Escribo de lunes a domingo, de 11 a tres y de cuatro a ocho y
media", revela.
En concreto, escribe de junio a septiembre, en su segunda casa, en Vallirana, en mitad de la montaña. ¿El resto del año? Redacta lo que él llama "guiones"
que no son otra cosa que los esqueletos de las novelas en cuestión. Los
redacta, casi siempre, en aviones, porque, dice, coge 70 aviones al
año. "De las tres veces que he estado a punto de morir, dos han sido en
aviones. En una, caímos al mar, en China", recuerda. No le da demasiada
importancia. A continuación habla de sus 30.000 vinilos
y de sus inicios como crítico musical. También del Premio Nacional de
Literatura Infantil y Juvenil que ganó en 2007 por 'Kafka y la muñeca
viajera', obra de la que, por cierto, se está haciendo una adaptación al
ballet en Francia. "Siempre pasan cosas así, mis novelas se adaptan todo el tiempo, en todas partes", señala. Y de todo ello da cuenta en su página web, la actualizadísima www.sierraifabra.com,
en la que incluso hay un ránking de sus novelas por ediciones. En la
cima se sitúa 'Campos de fresas', con 75 ediciones en siete años.
16 ediciones por libro
Mientras habla señala con el cursor el número de ediciones de sus novelas: 1.559 en total. "La media es de 16 ediciones por libro",
dice. Pero volviendo a su endiablado ritmo de trabajo, añade que
acostumbra a empezar las novelas un lunes porque, sabiendo que más o
menos tendrá alrededor de 150 páginas, para el miércoles siguiente la
habrá acabado. "Escribo muy rápido, lo que me lleva más tiempo, como
decía, es pensar en ella", asegura. Por poner un ejemplo, 'Seis días de
diciembre' (Plaza & Janés), la última novela que ha publicado, la
quinta de sus novelas negro-históricas protagonizadas por el inspector
Miquel Mascarell, la escribió el verano pasado, en un par de semanas,
pero había empezado a pensar en ella hacía dos años. En la novela, Mascarell se ve las caras con un caso más propio de los Monument Men,
agentes dedicados a recuperar el arte expoliado por los nazis. "¡Cuando
empecé a escribirlo ni siquiera sabía que George Clooney tenía pensado
protagonizar una película sobre ellos!", se lamenta, temeroso de parecer
oportunista.
"Las pruebas están aquí", dice a continuación, mostrando un puñado de
páginas manuscritas, en una letra diminuta. Se trata del guión del
sexto caso del inspector Mascarell, novela que escribirá este verano, en
su casa de Vallirana. "Nunca doy cinco minutos por perdidos", dice, y
recuerda cuando hace 12 años el Ministerio de Cultura elaboró una lista de los escritores más leídos en colegios
y él se encontraba en el número 8, por detrás de Gabriel García Márquez
y por delante de Camilo José Cela. El resto eran clásicos muertos.
"Ahora cada vez que me presentan en algún sitio, lo hacen así", dice. "O bien dicen que soy el escritor español vivo que más ha publicado",
añade. Como lo fue Corín Tellado en su momento. ¿Le molesta que se le
considere más un autor de novela juvenil que otra cosa? "Los
protagonistas de mis historias son jóvenes porque vengo del mundo de la
música y de que diez historias que se me ocurren, siete tienen como
protagonista a chicos o chicas de entre 15 y 20 años", contesta.
Le encanta lo que hace. De pequeño soñaba con convertirse en Salgari,
en Kipling, en la clase de novelista que vive aventuras. Y al final lo
ha conseguido. "Yo sólo quería ser feliz haciendo lo que me gusta, que es escribir",
dice. Escribir y viajar alrededor del mundo. Por eso cuando tiene una
idea y esa idea tiene algo que ver con Camerún no lo duda, se coge un
avión y se planta en Camerún. "Quiero estar ahí, porque quiero
transmitir lo que se siente estando ahí, que es algo que no puede
sentirse consultando Google Maps", sentencia. Habla a menudo del pasado,
de su padre, que no le dejaba escribir, y de su madre, que era capaz de
endeudarse para comprarle una pluma. Pluma que, por cierto, puede
visitarse en la especie de museo que el escritor (impulsor de dos fundaciones) se ha erigido a sí mismo en Barcelona.
En él hay de todo, desde escritorios hasta manuscritos, entre ellos,
cómo no, el de la novela con que Sierra i Fabra se demostró que podía
ser escritor, cuando tan sólo tenía 12 años: 'Las memorias de un perro'.