viernes, 4 de julio de 2014

Seis mujeres y una Jam Session para iniciar la Semana Negra desde Madrid

Dos fiestas de la literatura y de lo negro que sirvieron de antesala perfecta para el derroche de talento, energía y amor por la literatura que empieza este viernes en Gijón

Las autoras, el editor, los libreros y la responsable del proyecto./elpais.com
 
Un punto de partida tan oficioso como original y divertido. En la librería Burma en Lavapiés cinco autoras se afanaban por defender o vilipendiar a sus detectives y comisarias, hablar de su experiencia creadora, reivindicar una literatura más allá de etiquetas y clichés y, sobre todo, divertirse y divertir a la audiencia. Un poco después, no muy lejos de allí, en el bar literario Diablos Azules, los escritores William C. Gordon y Ernesto Mallo deleitaban a la audiencia con sus lecturas antes del concurso de improvisación en el que participaba el público dentro de ese ya clásico evento El tamaño si importa.
Dos fiestas de la literatura y de lo negro que sirvieron de antesala perfecta para el derroche de talento, energía y amor por la literatura que empieza este viernes en Gijón. Les recuerdo que aquí tienen una guía con autores, actos y libros esenciales y el programa completo.
Desde un pueblo de los Pirineos, desde un lugar en alguna parte pero seguro que no en Alicante, desde Madrid, desde Alemania y desde Barcelona llegaron ayer a Madrid las cinco escritoras con sus policías, detectives o comisarias. Carolina Solé, Clara Asunción García, Berna González Harbour, Rosa Ribas e Isabel Franc son cinco de las nueve escritoras que han contribuido a la publicación de Fundido en Negro (Alrevés) una apuesta de la experta Inmaculada Petrusa para dar mayor visibilidad a los personajes femeninos de la novela negra. La escritura como venganza, como forma de resolver, contra las etiquetas, contra el encasillamiento en el Femicrime (dado que, en efecto, no existe el Machocrime), fue la reivindicación de González Harbour, creadora de la comisaria Ruiz, para dar un poco de calor al debate iniciado por Isabel Franc, responsable de una trilogía con una agente de los Mossos lesbiana y molesta con la etiqueta de literatura lésbica. Después, García se peleaba en público con su personaje, Cate Maynes, una detective que se ríe de los clichés, que es un desastre, que bebe y se tira a quien no debe, que cansa y agota pero que da la vida a su creadora.
¿Se harta una de su personaje? Rosa Ribas, creadora de la policía Cornelia Weber y de la periodista Ana Martí cree que es más agotamiento fruto del palizón creativo que odio al personaje. ¿Cuándo se acaba un personaje? “Mi marido, que es alemán y un poco radical, quiere que mate ya a Cornelia, pero no lo voy a hacer” asegura.
Las anécdotas sobre la creación de los personajes (genial ese lío de Ribas con los apellidos de Cornelia en Alemania, donde reside, y en España) sustituyeron al debate más sesudo y completaron una charla entretenida. Divertirse, divertirse y luego divertirse escribiendo. Esa es la clave que dio Carolina Solé, autora de Ojos de hielo, su debut en la novela, que cerró las intervenciones.
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El solitario micrófono de Diablos Azules antes de la fiesta literaria.

El tamaño sí importa

Y eso es lo que hicimos, divertirnos, antes de salir corriendo bajo la lluvia y el viento, a Diablos Azules para asistir a ese regalo que es para los sentidos ver en un mismo espacio a dos grandes escritores leyendo sus obras y a un montón de gente dispuesta a improvisar después un relato. Es el espíritu de El tamaño sí importa, las Jam Session literarias organizadas por Marcelo Luján y  Adrián Gualdoni.
“Ahí tienen”. Con ese español de acento californiano y esa frase terminaba el gran William C. Gordon la lectura del inicio de Las esferas del poder, editada recientemente en España y que ya hemos reseñado aquí.
Ernesto Mallo es un hombre vengativo. Él mismo lo dice. Debe ser su ascendencia italiana. Quizás por eso, el creador del comisario Lascano (obras publicadas en España por Siruela) y organizador de Buenos Aires Negra (BAN)  regaló a la audiencia un relato genial que no era sino una venganza artística y pícara- “que es la que dura para siempre”- contra un abogado que una vez le engañó. Un cuento desternillante, sátiro, genial. Un punto y seguido antes de que empiece la fiesta en Gijón.