Dice que su profesión no tiene nada de
sexi y que cuando describe su
trabajo tiene la sensación de hablar del de un zapatero. Un oficio.
Pierre Lemaitre (París, 1951) se considera "novelista" y no escritor,
situándose en el bando de los que "cuentan historias" y no de los que
"escriben textos", según la peculiar taxonomía de Raymond Chandler.
Catapultado en el 2013 por el premio Goncourt gracias a Nos vemos
allá arriba (Salamandra), espléndida tragicomedia situada en el colofón
de la Gran Guerra, Lemaitre regresa a las librerías españolas con una
novela de género, Irène (Alfaguara / Bromera) publicada originalmente
en el 2006. Se trata de la primera de cinco entregas de una saga
protagonizada por Camille Verhoeven, un inspector de policía que apenas
alcanza el metro y medio de altura. Es un homenaje literario de Lemaitre
a sus mentores a través de la historia de un asesino en serie que imita
los crímenes de las novelas de autores tan dispares como Bret Easton
Ellis, Émile Gaboriau, James Ellroy o Willliam McIlvanney.
Es también una muestra de la devoción que siente por la pintura
flamenca, porque Lemaitre escribe obsesionado por el detalle, la
definición de los personajes y la importancia de los segundos planos
propia de las tablas flamencas. Por eso el protagonista de Irène lleva
un apellido holandés. "Es un buen personaje, porque es complejo", dice
su creador, satisfecho con los servicios prestados por el inspector
Verhoeven, una especie de alter ego. "Lo he vestido con algunos rasgos
míos. Eso de la agresividad, lo difícil que es convivir con él
(pregúntale a mi mujer, ya verás) y su capacidad inmediata para molestar
a la gente… Yo, si me dejo llevar, también puedo hacerlo. Empezar, por
ejemplo, una conversación con un banquero diciéndole: 'señor, odio a los
banqueros'. Así que con el personaje de Camille me permito forzar las
cosas y ser todavía más desagradable. ¡Y eso me encanta!". La impulsiva
confesión sobre los banqueros no es sorprendente en uno de los 77
autores franceses de novela negra que en el 2012 firmaron un manifiesto
de apoyo al líder del Frente de Izquierdas, Jean-Luc Mélenchon.
Otra cosa que le molesta sobremanera es que el policiaco siga
considerándose un género menor. "Cuando me dieron el Goncourt hubo quien
dijo que me habían premiado por mi primera novela, como si no hubiera
escrito siete anteriormente. Además, no hay un solo autor de novela
negra en la Academia francesa, ni siquiera Simenon".
Amor y muerte
Lemaitre defiende en un pasaje de Irène que en literatura el crimen
es tan antiguo como el amor. "Mira la historia de Edipo. Hay sexo y
amor. Se acuesta con su madre, mata a su padre. Un crimen, un incesto.
Eros y Tánatos. Siempre es eso. No hemos inventado nada desde entonces.
La Ilíada y la Odisea podrían resumir casi toda la literatura
mundial. Después de Homero, repetimos a Homero. Se escribe siempre el
mismo libro. Por eso los mitos vuelven siempre". ¿Y cuál es el que se
esconde tras 'Irène'? "En Irène el mito es el de un Edipo al
revés
porque Camille tiene ganas de matar a su madre". Eso sólo lo logrará al
final de una pentalogía que Lemaitre hace tiempo que dio por finalizada.
"La historia de Camille se ha terminado porque el personaje ya ha dicho
todo lo que tenía que decir. Pero la novela negra, no. Me gusta. ¿Por
qué tendría que dejarlo? Si usted me da una buena razón para dejarlo, lo
dejo", bromea sentado en el café El Refugio, no lejos de Montmartre, al
que llega vestido con una camiseta y una americana negras que le dan un
aire neoyorquino a lo Lou Reed.
Entre sus proyectos tiene dos novelas en marcha y el guion para una
serie de televisión, policiaca, claro, fascinado por esa fusión de
escritura y cine que ha favorecido esa segunda generación televisiva que
se inicia con 'The wire'. En su trabajo, ese que no tiene nada de sexi,
el escritor buscará el embrión de la novela y luego se volcará en los
personajes. "Porque son ellos los que van a sostener una buena
historia".