jueves, 9 de julio de 2015

Letra por letra

Del orígen de ciertas expresiones populares

Lo escrito queda, otra expresión popular./eltiempo.com

“Convidado de piedra”

Cuando alguien es invitado a una reunión, a un acto o a una comida, e intencionalmente se le ignora, se dice que es un “convidado de piedra”. En muchas ocasiones nos hemos sentido así, y cierta vergüenza se apodera de nosotros. Para nadie resulta fácil la inexistencia. El origen de la expresión tiene que ver con una antigua leyenda que quedó plasmada en dos obras teatrales: ‘El convidado de piedra’, de Tirso de Molina, dramaturgo madrileño del siglo XVII, y ‘Don Juan Tenorio’, de José Zorrilla, también dramaturgo y poeta vallisoletano del siglo XIX. El convidado es don Gonzalo de Ulloa, comendador de la Orden de Calatrava, a quien don Juan le pide la mano de su hija. Tras la negativa, da muerte al suegro y escapa a Sevilla. Años después, regresa, visita la tumba del comendador e invita a la estatua a comer en su casa. A la estatua de mármol se le asigna un lugar en la mesa y, naturalmente, durante la comida, no dice ni mu. No resulta extraño que un convidado, ante una situación semejante, quiera morirse de la piedra.

“Cara de póquer”

La frase pretende describir el rostro humano cuando carece de expresión y no manifiesta emoción alguna. Tiene, por supuesto, su origen en el juego de cartas, cuya antigüedad puede datarse entre 1824 y 1834. El póquer toma su nombre del francés ‘poque’, un entretenimiento más o menos similar al actual. La “cara de póquer” no es más que el gesto contenido como táctica de juego para no dar pistas sobre las cartas que se tienen. La emoción en el póquer puede ser la ruina.

“Una muerte dulce”

Un lector pregunta si esta expresión proviene de una muerte tranquila provocada por inhalación de gas. Es uno de los sentidos actuales, al igual que cualquier otra manera de morir sin dolor ni sufrimiento. La frase, sin embargo, tiene otra connotación en sus orígenes. Proviene del siglo XIX y significa morir durante el acto sexual. Si el acto fue dulce o no, es un asunto íntimo que no nos incumbe.

“Best-seller”

Esta palabra, que proviene del idioma inglés, no está admitida por el Diccionario de la Real Academia Española, pese a su popularidad en nuestra lengua. Se contempla, sin embargo, su uso en inglés (best seller), y el Diccionario panhispánico de dudas sugiere que se sustituya por “superventas”. Se recurre a ella para expresar que un libro ha tenido un impresionante éxito comercial y en la actualidad se ha extendido hasta los discos. No necesariamente un ‘best-seller’ es de calidad, aunque sea el libro más vendido de la temporada. La palabra se empleó por primera vez en 1905, en EE. UU., cuando el catálogo del almacén Sears Roebuck, repartido gratuitamente, tuvo una acogida extraordinaria entre la gente. Se calcula que de este catálogo se han distribuido 5 mil millones de copias. El segundo ‘best-seller’ es la Biblia. La envidia de los escritores.