Darío Villanueva, director de la RAE, homenajea a García Lorca con una ponencia en El Escorial
|
El escritor granadino Federico García Lorca./elmundo.es
|
"Lorca es un poeta muy variado. Cultivó formas tradicionales, como el
Romancero Gitano, uno de los libros que más circuló en la poesía
española de los años 20. Pero al mismo tiempo fue un escritor en
la línea de la vanguardia más actual, por ello destaca Poeta en Nueva
York, un libro póstumo que se sitúa en la mejor poesía expresionista que se estaba haciendo en Europa y en los Estados Unidos".
Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, no lo duda. En su visita a los Cursos de Verano de El Escorial ha asegurado que Lorca es uno de los nombres españoles que está en todos los repertorios universales, especialmente "en el mundo anglosajón, donde son muy tacaños para de reconocer a nuestros escritores".
Pero gozar de tal consideración no ha sido fácil. En 1929, el autor
andaluz atravesaba situaciones dolorosas. Por entonces ya gozaba de un
gran reconocimiento, pero sus amigos Salvador Dalí y Luis Buñuel
empiezaron a manifestar un enorme despego hacia él, catalogándole de
"poeta de romancero", o lo que es lo mismo, un escritor de charanga o
pandereta.
"Federico estaba convencido de que Un perro andaluz, de Buñuel, le aludía. Por ello se sentó menospreciado por sus ex colegas".
Tras este conflicto viajó a Nueva York. En un principio, esta ciudad le
impactó de una manera muy positiva. Pero esa perspectiva le duró muy
poco, según Villanueva. "En seguida tuvo de esta ciudad una visión
verdaderamente terrible, como una urbe que destruía la condición
humana".
Para el ponente, esta manera de pensar refleja la sensibilidad del
poeta. "Era una persona provinciana, con todo el respeto, y ese choque
le deslumbró, llevándole al convencimiento de que la vida estaba
aplastada".
En el encuentro también ha habido hueco para otros autores como Borges. "Lo sorprendente del argentino es que, empapado de la poesía de Walt Whitman y tras haber acabado su periplo europeo, cargado de expresionismo, hace una recreación nostálgica de Buenos Aires".
Por su parte, Whitman, al que Lorca admiraba, convirtió Nueva York en
un emblema de todo lo que significa la modernidad, un país donde todas
las oportunidades están abiertas, dice Villanueva. "El sabía que estaba haciendo nueva poesía, lleva a cabo una crítica implícita del viejo mundo y de la vieja poesía". Para el director, Whitman es una especie de nacionalista de modernidad humana. "Se identifica con la masa".