“Solo un pueblo escéptico de la guerra y maduro para el conflicto es un pueblo también maduro para la paz”.
Para el año de 1989 el M-19 estaba ya
empeñado en un diálogo con el gobierno de Virgilio Barco para pactar la
paz. Fue, en América Latina, la primera guerrilla que renunció al
alzamiento armado para, a cambio de la insurgencia, hacer política legal
y pacíficamente.
La discusión sobre la democracia (“ancha
y profunda y construida de abajo hacia arriba y de adentro hacia
afuera”) y el valor del diálogo político para terminar la guerra y/o
resolver conflictos fue algo crucial en esos momentos para quienes
íbamos a pasar de la guerra a la paz.
Estanislao Zuleta generosamente quiso
compartir su pensamiento sobre estos temas y lo hizo subiendo hasta el
campamento del M-19 en las montañas del Cauca.
Esta es una versión sintetizada de sus
reflexiones, por lo demás extraordinariamente vigentes para la actual
coyuntura colombiana, que publicamos con motivo de los aniversarios de
su natalicio y de su fallecimiento. La conferencia completa del filósofo
puede ser consultada en www.oigahermanohermana.org/pages/Conferencia_de_Estanislao_Zuleta
La democracia
Ya que se han embarcado ustedes en este
asunto de defender la paz, de promover la paz y luchar por construir una
democracia más amplia y participativa, voy a hablarles un poco de cuán
difícil es precisamente defender la democracia y sustentar seriamente
esa defensa. Hay dos problemas: uno de la historia, y hay otro de la
democracia misma.
En la historia nuestra es suficiente
examinar un punto, para lo que nos interesa. La democracia no pertenece a
las tradiciones de la izquierda, esto hay que decirlo francamente. Las
tradiciones de la izquierda han estado determinadas, entre nosotros –y a
una escala mundial también–, por el marxismo, y el marxismo no es un
pensamiento democrático.
Marx mismo no lo era, pero luego la cosa
empeoró con Lenin y se dañó del todo con Stalin. Marx comentó los
derechos humanos haciendo una inmensa confusión, confundió la ideología
individualista, sensualista, utilitarista, liberal de la época, en que
fueron proclamados, con el acontecimiento político mismo. Y por ponerse a
criticar, casi siempre con razón y mucha brillantez, esa ideología,
criticó el acontecimiento mismo, la cuestión de los derechos humanos
como una simple expresión del egoísmo de un mundo capitalista, de un
mundo burgués, del individualismo egoísta.
Mi derecho de asociación, por ejemplo,
depende de que también los demás tengan derecho a la asociación. Si no
hay derecho a la libre asociación o si solo un partido tiene derecho a
existir, como en los regímenes de partido único, entonces ya no tengo
derecho sino a solo dos cosas: o a sumarme al partido que tiene derecho a
existir o a no asociarme políticamente en ninguna otra forma. Es decir,
para que yo tenga un libre derecho de asociación, quiere decir que
puedo asociarme a partir de mis ideas o que pueda escoger entre varias
asociaciones políticas existentes; de otra manera, no es tal mi derecho,
ni mi libertad de asociación.
La idea de que la democracia no es más
que una especie de máscara que se pone a sí mismo el capitalismo, bajo
la cual se puede dar el lujo de explotar, de hacer, de dominar, etc., ha
marcado histórica y profundamente la tradición de la izquierda,
independientemente que se trate de un partido o de que se proclame
marxista-leninista o no.
Ahora les quiero compartir un poco
acerca de las dificultades en que ustedes se han embarcado al
comprometerse a promover y construir una democracia amplia y
participativa, y las reservas y hostilidades que encontrarán.
En la democracia nadie ocupa el poder
por derecho propio, es un rasgo específico de la democracia. Por derecho
propio, es decir, o porque tiene una sangre particular, la nobleza o
por sus derechos de propiedad, por herencia o porque tiene la verdad,
eso no. Solo se ocupa el poder por delegación y se tiene que
reconquistar o perder, y ese es un rasgo esencial en este debate de la
democracia.
El que tiene un poder, pero ese poder
carece de todo control, tiende al abuso del poder. Es necesario un
control del poder, del poder político, del poder del Estado, y es un
control que solo puedan ejercerlo aquellos sobre quienes se ejerce ese
poder, y no solamente los amigos que él nombra para que no lo controlen y
que los destituye si lo hacen. Es decir, se requiere un control
efectivo.
La democracia es la cátedra en vivo de
la política para los pueblos. La necesidad de aprender continuamente a
luchar por sus intereses y averiguar cuáles son. La democracia es
siempre un proceso que puede ampliarse, pues no hay ninguna democracia
terminada ni acabada... y se aprende a participar participando ¡así como
bailando se aprende a bailar!
La dificultad crece, también desde
luego, porque sociedades muy injustas en las que existe no solamente una
distribución aberrante de los ingresos y de la riqueza, sino también en
la que existen toda clase de injusticias, son sociedades que se suelen
llamar “democráticas”, refiriéndose con ello a unos cuantos
procedimientos, como, por ejemplo, los procedimientos electorales, por
medio de los cuales se nombran presidentes y congresos, reduciendo la
democracia a un mecanismo procedimental.
Entonces... de qué poco sirve tener derechos si la sociedad en que uno vive no le da posibilidades para ejercerlos.
El diálogo
El diálogo es lo más importante en
nuestra época, pero detrás del diálogo se necesita que haya alguna
fuerza, que no es necesariamente violencia; es el caso, por ejemplo, con
la posibilidad que tiene un sindicato de parar o hacer una huelga, lo
que no quiere decir que el sindicato se vaya a tomar la empresa o la
fábrica a bala, sino que es una fuerza. Y puede haber muchas otras
fuerzas.
Es muy probable que con tres ilustres
pensadores inermes el Gobierno no se siente a discutir, así no más, como
se sienta hoy con el M-19; es muy probable que si se sienta hoy
dialogar con el M-19, es porque siente que el M-19 representa o tiene
algún poder. De manera que tampoco fue un error el proceso de
construcción de ese poder, porque ese poder dio origen a que hubiera hoy
este diálogo, y el diálogo apoyado por la gente es una fuerza y resulta
tan decisivo o más decisivo aún que un poder armado, y a ese poder no
se le pueden oponer las armas...
Porque no hay que creer en el culto de
las armas. Es decir, para forzar el diálogo muy frecuentemente se
necesita tener una fuerza, pero esa fuerza no tiene que ser
necesariamente una fuerza armada, porque puede ser armada y no servir
para nada.
Tenemos, pues, que el diálogo es quizás
el elemento más importante de la vida de la humanidad de hoy; es una
necesidad. Ahora la humanidad, al igual que en épocas anteriores en que
enfrentó graves amenazas, guardadas sus proporciones y diferencias,
tiene que inventar el diálogo también para sobrevivir, porque no la va a
destruir ningún enemigo externo, sino ella misma si no aprende a
dialogar y a concertar.
El diálogo tiene que ser en alguna
medida racional, ofrecerse, someterse y enriquecerse con la
argumentación... Una característica esencial de una mentalidad
democrática, en un sentido moderno, es la que acepta el pluralismo por
la sola razón de que es imposible conseguir la unanimidad.
La lucha por la democracia es la lucha
por la fuerza creciente del pueblo, no para sustituirlo con un ejército
–aunque sea muy eficaz y muy bienintencionado–, sino por hacer que
crezca la fuerza del pueblo mismo. Eso nos da un panorama efectivo de en
qué consiste la democracia.
No es suficiente, aunque es importante,
que la democracia se conceda de manera concertada, que se escriban
leyes, pero de todas maneras de poco valen las leyes escritas en un
libro, cuando no existe el poder de hacerlas cumplir o cuando no están
impresas en la mente de los hombres, o cuando ni siquiera el pueblo las
conoce. Tener un derecho que uno ni siquiera conoce es lo mismo que no
tenerlo.
Aprender, pues, a estimar y afirmar la
democracia es aprender a luchar con entusiasmo, con coraje, sin esas
ilusiones maniqueas, sin sentirse el representante único de la verdad,
de la historia, del pueblo, del poder tan supuestamente auténtico y tan
nítido que todo lo que difiera de lo que yo digo está contra el pueblo,
contra la historia, contra la verdad.
Es importante también, para abrir un
proceso como el que ustedes han emprendido y han expuesto, lo que dicen
sobre que no se trata solo del M-19: se trata de un movimiento en el que
ustedes están, pero que lo excede, porque pueden y deben estar muchos
otros, y que es mucho más, es un movimiento por la paz, un movimiento
por la democracia.
Epílogo
Ya para terminar esta charla, voy a
plantear lo siguiente: el problema de la revolución se puede plantear en
dos sentidos, en el sentido de la Revolución francesa de 1789, de la
Revolución soviética de 1917, de la Revolución china de 1949 o el de la
Revolución cubana de 1959; en ese sentido se puede hablar de LA
REVOLUCIÓN, esas son las revoluciones que estallan.
Pero también se puede hablar en otro
sentido, el de las revoluciones que ocurren y que nunca estallaron, que
pueden producir transformaciones igualmente profundas en la vida y la
sociedad, con relativa estabilidad.
Los mismos marxistas utilizan el término
revolución en los dos sentidos. Por ejemplo, Engels dice que la
revolución más importante del mundo occidental hasta su época fue el
Renacimiento, pero el Renacimiento nunca estalló, nadie lo decretó...
Comenzaron los unos a pensar diferente, a ser distintos, y luego el
comportamiento social también fue distinto, pero nunca estalló.
Entonces, no se preocupen si a ustedes les
dicen que no son revolucionarios. Por lo que ustedes están haciendo, es
posible que ocurra una revolución.
¿Quién fue Estanilao Zuleta?
El Elogio de la dificultad fue pronunciado
por Zuleta en la U. del Valle, al recibir el doctorado honoris causa en
Psicología.
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(Medellín, 3 de febrero de 1935-Cali, 17 de
febrero de 1990). Filósofo, escritor y pedagogo, reconocido por la
importancia de sus contribuciones académicas y su extraordinaria
oratoria. Incursionó en campos como la economía, el psicoanálisis y la
cultura. Fue escogido por la revista Semana (1999) como uno de los
grandes pensadores del país.
Diego Arias
Excombatiente del M-19