Tras poco más de cuatro meses de haber llegado a Colombia, el
corresponsal de BBC Mundo en Bogotá hace un repaso por algunos de los
colombianismos que lo enamoraron
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Las deliciosas palabras que he aprendido desde que llegué a Colombia /BBC Mundo./semana.com |
Después de una noche arrunchados, se toman cada uno un tinto. Ella se
prepara para enfrentar el trancón en su carro. Él intentará evitarlo en
su cicla. Y por la noche se juntarán a hacer parche.
Hay un orgullo colombiano, ese de hablar un castellano de una pureza especial, como el mejor de sus cafés.
Y no es solo creencia vernácula, orgullo del terruño; la convicción
llega de allende los mares también. Un colega gallego me dijo
recientemente que él sentía que el español colombiano es el más fácil de
entender para cualquier otro hispanoparlante.
Pero entonces me vinieron a la mente varias de las palabras y
expresiones que al escuchar por primera vez no comprendí, colombianismos
de pura cepa; palabras y expresiones que me fueron sorprendiendo en
estos casi tres meses que llevo por esta bien hablada tierra, una que
tampoco le teme a la creatividad y al enriquecimiento del idioma.
Estas son algunas de ellas, una pequeña muestra, con la aclaración de
que, como vivo en Bogotá, la mayoría pertenecen a departamentos como
Cundinamarca y Boyacá, aunque algunas se usan en todo el país.
Amañarse
¿Ya se amañó a Bogotá? Pregunta eterna.
Me la hacen a mí, que prácticamente acabo de llegar; se la seguían
haciendo a Arturo Wallace, quien me precedió como corresponsal en
Colombia, aún hasta antes de partir, tras pasar casi cuatro años en este
país.
La pregunta insistente, creo, esconde una duda y un amable deseo: la
duda, "¿realmente puede alguien acostumbrarse a vivir aquí si no nació
en este lugar?"; el deseo, "¡ojalá se haya acomodado, se haya sentido
acogido!".
Arruncharse
Probablemente una de las más hermosas de las palabras que aprendí hasta ahora en Colombia.
El Breve Diccionario de Colombianismos de la Academia Colombiana de la
Lengua la define como "encogerse para dormir, hacerse un ovillo".
Pero a mí me lo describieron de una forma más tierna, como acurrucarse
amorosamente, sobre todo en días de frío y pereza, algo que la lluviosa
Bogotá ofrece en forma copiosa.
Bacano
Yo creo que Colombia es bacano, que no es difícil adaptarse a la vida aquí, amañarse.
Y más con tanta gente bacana.
Como dice el diccionario de Colombianismos, bacano se usa para "una
situación o cosa, excelente, muy buena" o una persona "amable,
simpática, buena".
De eso, por aquí, sobra.
Berraco
Alguien genial, fuerte, fuera de serie, alguien también bacano, por qué no.
Y da para más, pero es que no entra tanta diatriba por palabra en este compendio.
Sólo un aparte: es una palabra tan enérgica que hasta genera debate en sí misma, ¿debe escribirse berraco o verraco?
Y ahí empiezan las discusiones entre berracos -¿verracos?- hombres y mujeres expertos del lenguaje.
Camellar
El verbo es acertadísimo, porque es sinónimo de trabajar.
Pero claro, trabajar como algo duro, exigente, cansador.
Algo para lo que hacen falta jorobas repletas de energía.
Caneca
La primera vez que la escuché me hizo pensar en las "canicas", las
bolitas de vidrio con las que jugaba de pequeño (tampoco les decía
canicas, sino bolitas).
Pero no, es lo que en Argentina llamamos el tacho, generalmente el tacho de basura, y en otros lados es cubo o bote.
Todavía me pasa que pregunto por el tacho y la gente se me queda mirando extrañada, lógicamente.
Cicla
Yo le digo bici, a veces bicicleta.
Pero cicla tiene un resonar bonito, como quien lo dice al paso, sin esfuerzo.
La cicla, ese medio de transporte que tantas alegrías le ha dado a
Colombia en el campo deportivo, con sus grandes campeones de ciclismo.
La cicla, el vehículo campesino, el del paseo dominical por la ciclovía
bogotana, el de los fanáticos que salen a entrenar por horas por las
carreteras del país soñando ser Nairo Quintana o Mariana Pajón.
Corrientazo
No tiene nada que ver con un choque eléctrico, ni con el devenir violento de un curso de agua.
Aunque sí se puede acompañar con agua, con un vaso o una botella. O con un jugo.
El corrientazo es un almuerzo económico, que en general van a buscar los
trabajadores a restaurantes y comedores en los mediodías de sus días de
camello.
Dar papaya
Le dicen el undécimo mandamiento colombiano: "No des papaya".
Es decir, no te expongas, no te vuelvas blanco fácil, no bajes la guardia.
El diálogo podría ser, de hecho es: "¿Es peligroso andar por esta zona a esta hora?"; "y, si no das papaya, no".
Entucar
Besar, usado más que nada en Cali.
¿Hace falta explicar más?
Guayos
La primera vez que la escuché, me sonó a fruta.
Pero no, los guayos son en Colombia los botines o zapatos o zapatillas de fútbol.
Guayabo
El precio de beber alcohol en forma desmedida, por ejemplo -y acá va una
palabra de regalo-, guaro (aguardiente, bebida alcohólica típica de
Colombia).
Tiene su musicalidad: "¡Ese guayabo es de guaro!".
Man
Para quien hable un poquito de inglés tan siquiera, se explica sola.
Pero no puedo dejar de ponerla, porque hasta llegar a Colombia era para
mí palabra del pasado, que recuerdo que se usó por un tiempo en
Argentina en los 80 y tal vez los 90.
Fue lindo recuperarla, volver a usarla: "¡Ese man (hombre, sujeto) es un berraco!".
Mamera
A algunos tal vez este listado ya se les está volviendo una mamera.
Si no, seguro que llegan al final.
Pero si sí, les tocará decir: "¡Qué mamera esta nota!" (qué aburrida, qué cansadora).
Meter un mico
Una expresión política.
Los legisladores "meten un mico" cuando cuelan una norma o un artículo no muy popular en un proyecto de ley.
Ñero
Persona que vive en la calle.
El Diccionario de Colombianismos también lo define como "compañero, camarada, compinche".
Del compañero vendrá el ñero, imaginaría uno, jugando a las etimologías.
¡Paila!
Así, entre signos de exclamación, porque es eso.
Es una reacción, una muestra de indignación cuando algo sale mal.
"¡Paila! Se rompió la cicla, man".
Parche
Según el Diccionario de Colombianismos, "sitio de reunión de jóvenes" o "grupo de jóvenes".
Ahora bien, yo ya rozo los 40 y también armo parche (me junto con mis amigos).
Así que creo que sería admisible extenderlo a la reunión de un grupo de amigos, sean o no jóvenes.
En todo caso, serán joviales o con actitud juvenil.
Remontador/a
Zapatero remendón, o tienda de reparación de calzado.
Lo aprendí a la fuerza, buscando quien me arreglara unos zapatos a los que se les había roto el talón.
Digamos que, literalmente, me los tuvieron que remontar.
Rumbear
Sí, ciertamente, es salir de rumba, de fiesta.
Pero en Bogotá también es besarse, o como dicen en Cali, entucarse.
Tenaz
Una de esas palabras que es más polisémica que otras.
Sí, puede ser alguien berraco, un bacano. Pero también puede ser una situación complicada, difícil.
En algunos lugares, por ejemplo, si uno da papaya, la cosa se puede poner tenaz.
Tinto
Difícil viniendo del Cono Sur adaptarse a la idea de que un tinto es algo que se toma a la mañana.
Pero lo es, porque no es vino; es café negro, sin leche, sin crema.
Y si en el país del café se le dice tinto, así tocará decirle.
Trancón
Esta no es deliciosa, pero sí inevitable.
Trancón, la palabra que describe la peor pesadilla de automovilistas,
taxistas, camioneros, conductores de buses o cualquiera que esté al
volante de un vehículo por las calles y carreteras del país.
En Bogotá, encima, esa pesadilla es cotidiana.
Como en casi toda gran capital, los atascos de tránsito son una promesa que nunca se incumple.
Pero aquí muchos creen que los trancones bogotanos son de los peores que pueden encontrarse en el planeta.
Vereda
Esta palabra me costó, le resultó un esfuerzo a mi cerebro despegarse
del sentido que siempre le había asignado: acera, que es lo que
significa en Argentina.
Costó, costó, pero al final se me fijó el significado colombiano:
sencillamente, una población; o, como dice la Real Academia Española,
con más palabras y precisión: "Sección administrativa de un municipio o
parroquia".
También es la palabra que ahora, cuando la escucho, me remite al origen
de todos los pequeños y grandes relatos que construyen la urdimbre de la
historia rural de Colombia, que es infinita, inabarcable y adictiva.
Zapato
Sí, el calzado, por supuesto, el que arreglan en la remontadora.
Pero también un modelo de taxi extremadamente popular: un carrito
pequeño, sin cola, ágil, que sirve para salvar trancones y asustar
pasajeros con su movilidad y no tan convincente estabilidad.
Estas son algunas de mis colombianismos favoritos. ¿Y ustedes, tienen
alguno o algunos? Compártanlos en el espacio de comentarios.