Antes de que el
escritor Eduardo García Aguilar publicara en su columna dominical en La
Patria, de Manizales, una nota sobre el ganador del premio Rómulo
Gallegos titulada '¿Oh, quién es Pablo Montoya?', también yo tenía en la
mente la idea de escribir un artículo con el mismo nombre sobre el
autor galardonado.
Como el autor de 'Tierra de leones' le
antepuso al título de su artículo la exclamación "¡Oh!", puedo utilizar
el mismo nombre para esta columna. García Aguilar centró su texto en la
reacción que pudo despertar en los círculos intelectuales de Bogotá que
un escritor de provincia resultara ganador de semejante premio. Yo voy a
hablar sobre la trayectoria literaria de Pablo Montoya para aclarar que
no es ningún aparecido en la literatura colombiana.
Pablo Montoya es un escritor con disciplina
intelectual. Su trabajo literario muestra a un autor consciente de la
necesidad que tiene el novelista de hurgar en el pasado histórico para,
dándole contextura ideológica a los personajes, estructurar una obra
donde la calidad narrativa sea el gancho que despierte el interés del
lector. Escribir sin descanso todos los días, al mismo ritmo en que
avanza en la investigación de los hechos que quiere novelar, es meterse
de cabeza en el análisis ponderado de la realidad histórica. El
resultado de estar inmerso en una biblioteca durante horas y horas,
cotejando datos, investigando, informándose sobre el pensamiento de los
personajes, son libros donde se enseña el pasado histórico sin
distorsiones interesadas.
'Tríptico de una infamia' no es el producto de
un escritor que apenas está experimentando en la novela. La habilidad
narrativa que en esta obra se descubre nos enseña a un autor con madurez
intelectual, que trabaja el lenguaje con la paciencia de un relojero,
sacando de las canteras del idioma los términos precisos para describir
una época. Los tres pintores que cobran vida en la novela, Jacques
Lemoine, Francois Dubois y Théodore de Bry, fueron testigos de los
horrores que, en nombre de la religión, se vivieron en Europa en el
siglo XVI. Los mismos horrores que se vivieron en América después de la
conquista con los tribunales del Santo Oficio. Pablo Montoya pinta con
palabras esa realidad, en una novela que hurga en los excesos de esa
época.
¿Quién es, entonces, Pablo Montoya? Hay que decirlo con claridad: un escritor con futuro.
Nacido en Barrancabermeja en 1963, desde niño
se interesó en la lectura. Ya como estudiante de bachillerato se
convenció de que su proyecto de vida estaba en la escritura. Y a este
oficio dedicó sus energías. Tanto, que después de realizar estudios de
música en la Escuela Superior de Música de Tunja, ingresó a la
Universidad Santo Tomás de Aquino, en Bogotá, para estudiar Filosofía y
Letras. Una vez graduado viajó a París. Y en la Universidad de La Nueva
Sorbona hizo un doctorado en estudios hispánicos y latinoamericanos.
Esos diez años en que vivió en París los aprovechó para conocer la
literatura francesa. Además para investigar el tema de 'Tríptico de una
infamia'.
El escritor colombiano que obtuvo el Premio de
Novela Rómulo Gallegos es, además de un excelente narrador, un lúcido
ensayista. Conozco de él cuatro ensayos literarios de largo aliento,
donde se revela un estudioso de la novelística de todos los tiempos: 'La novela colombiana actual: canon, marketing y periodismo'; '¿Quién es
Maqroll el Gaviero', 'Vigencia de Madame Bovary' y 'Novela histórica en
Colombia, 1988-2008: entre la pompa y el fracaso'.
En estos textos se revela un autor formado en
lecturas profundas, que tiene una concepción clara sobre lo que es el
arte de novelar, conocedor de todas las literaturas. Valores que
ratifica en el libro 'Un Robinson cercano, diez ensayos sobre literatura
francesa del siglo XX'.
Pablo Montoya ha insistido en la novela
histórica. Uno de sus primeros libros, 'Lejos de Roma', narra los
últimos años de vida de Publio Ovidio Nasón. Alguien escribió que este
es un libro “que podría asumirse como un largo poema en prosa sobre el
exilio”. De hecho, fue escrito durante sus años en París, cuando lo
agobiada la nostalgia de la patria. Todo lo anterior demuestra que
aunque el nombre de Pablo Montoya no es bastante conocido, su
trayectoria literaria si ha sido grande. Sobre todo porque es un autor
que maneja con facilidad varios géneros, poesía, prosa, crítica, cuento,
novela y ensayo, donde ha demostrado un bagaje intelectual de mucho
peso. El Premio Rómulo Gallegos se convierte en una ventana que lo hará
conocer en muchos países.
José Miguel Alzate