martes, 2 de junio de 2015

Salem: "La solemnidad obliga al arte a tomar viagra para que se le ponga dura"

El escritor Carlos Salem presenta una nueva versión de los evangelios con  En el cielo no hay cerveza
 
Carlos Salem, autor español de En el cielo no hay cerveza./elmundo.es
Gilipollas, cabrones, hijos de puta.... La mala lengua ennoblece las páginas de la última novela de Carlos Salem, según una vieja y hermosa tradición.  En el cielo no hay cerveza  sigue el camino de la novela negra más o menos clásica que abrieron  Camino de ida Un jamón calibre 45. En esta última aventura literaria, Salem recupera a Poe, detective y ex periodista de apropiado apellido, para narrar una serie de asesinatos en serie vinculados con el mundo del sensacionalismo.
Y también con la cerveza, con la religión, con el sexo y con lo mejor y lo peor del ser humano. Salem reflexiona sobre el fracaso y sobre el éxito con una relectura de los evangelios reescritos desde la perspectiva del siglo XXI.

En la novela cumple la fantasía oscura de muchos telespectadores, elimina al equipo de un 'Sálvame' alternativo. ¿Ve mucha televisión 'rosa'?
No, procuro evitarla porque me parece que verla es ya un acto de complicidad. Eso no es circo ni es teatro, es basura y de la misma manera que prohiben emitir pornografía en horario infantil, también deberían eliminar esos contenidos. Me parece una aberración que haya políticos que acudan a programas de este tipo, no hay que olvidar que estamos hablando del futuro de un país. Se llaman periodistas pero no lo son.
¿Y lo de poner Poe a su narrador? ¿ A qué se debe esa obsesión por el azar que añade a su personalidad?
Bueno, a Poe le llaman así porque es medio poeta y medio cabronazo, así que sí que tiene algo de mí, aunque he de decir que ahora estoy mucho más tranquilo. Este personaje piensa que es un rey Midas al revés, todo lo que toca lo estropea y lo vuelve mierda, y aunque ha triunfado a su pesar escribiendo novelas eróticas, tiene un aire de maldito. En este libro se enfrenta a la paradoja del éxito y también se enamora. Me gusta meterle en problemas complicados. Lo de las cerillas y el azar es una excusa para poder echarle la culpa de sus decisiones a otro que no sea él.
Más mitomanías: Eduardo Mendoza, Raymond Chandler, Mortadelo y Filemón...
Yo soy muy amante del género negro y de Raymond Chandler, 'El largo adiós' está para mí entre las 10 mejores novelas que he leído en mi vida. Lo que pasa es que cuando te pones a analizar un poco la realidad ves que la investigación criminal y los asesinatos suelen ser bastante chapuceros, genios del crimen como Moriarty no existen, tampoco hay detectives perfectos como Sherlock Holmes. La parte de Mortadelo y Filemón supongo que se centra sobretodo en Arregui, un agente contratado por el Vaticano serio y hosco que se disfraza de las formas más ridículas. Mendoza me enseñó que con la dama encorsetada de la literatura española se puede jugar un poco, levantarle la falda y tocarle el culo.
¿Es el género policiaco en el que se siente más cómodo o prefiere la poesía?
Yo tengo dos piernas en mi vida literaria, una es el género policiaco y la otra la poesía. Mi amante fue la poesía, me casé con la novela y ahora tengo un trío con gemelas. No hay ninguna diferencia con excepción de que en la poesía te desnudas, eres sincero. En la novela puedes esconderte un poco detrás de los personajes.
Usted dice que ha hecho una novela de cerveza-ficción.
Eso empezó como una broma con mi libro 'Yo lloré con Terminator 2' y con mi blog y el relato 'El huevo izquierdo del talento'. En el fondo lo que quería era rescatar un poco el lenguaje canalla de la picaresca, que nació aquí en España pero que hemos perdido. Parece que creemos que lo serio es ser solemne, y yo he dicho muchas veces que la solemnidad mata al arte o le obliga a tomar viagra para que se le ponga dura. Esto es un evangelio de cerveza-ficción porque los protagonistas de la historia, Diosito y Poe, se pasan la mayor parte del tiempo de bares por Lavapiés llevando una vida bohemia.
En esta obra dedica mucho espacio a la hora de describir física y psicológicamente a las mujeres que aparecen en su libro.
Se ha dicho que las mujeres tienen un papel muy secundario en mis novelas, pero yo creo que una novela es una narración de lo que yo quiero contar, la mayoría de mis novelas tienen que ver más con la amistad y tal vez por eso los personajes femeninos no tengan un papel tan protagónico. Aún así, en mi anterior obra de ficción, 'Muerto el perro', pongo voz en primera persona y presente a una protagonista de 50 años que es una ama de casa adinerada normal que se dedica a matar a unos cuantos cabrones. 'En el cielo no hay cerveza' tiene a Angélica de la Guarda, una mujer que es tan torpe y brillante como un hombre, sólo que más sabia. En ningún momento digo que sea una rubia despampanante, lo que sí quise hacer notar es que es una chica encaprichada con los gatos. También hay otras historias de amor con Flor y Magdalena.
Se ha declarado un ateo respetuoso con la religión.
No creo que ningún cristiano tenga que sentirse ofendido por el contenido de mi libro. Hay amigos míos creyentes que la han leído y se han descojonado. Aquí yo invento un hermanastro de Jesús tan ilegítimo que Dios, en mi novela, se corresponde más con el perfil de las divinidades griegas como Zeus, que baja y se acuesta con mujeres o castiga a quien quiere. Diosito es como un un chico moderno de ahora, con carrera pero sin trabajo, algo friki, un nene de papá en general. Lo que le pierde es su obsesión por ser famoso, él en realidad no tiene ningún mensaje que entregar, es un pobre fracasado. Yo le voy a enviar la novela al Papa a ver qué me dice, creo que le va a gustar.
¿Y a los presentadores de Telecinco?
Que se jodan. Si les ofende, se lo merecen, han hecho mucho daño a la sociedad, mucha gente quiere ser 'tronista' en la vida por su culpa y rechaza otras opciones dignas. Si esa es la España que nos ha dado la prensa del corazón en estos últimos 20 años pues que les den, ellos no defienden nada, venden basura. Me gustaría que los lectores les maten como hago yo en casa, cambiando de canal.