jueves, 4 de julio de 2013

"Gabo se quedará para siempre en China"

Más que un acto simbólico, la inauguración de un busto de Gabriel García Márquez en Pekín muestra cuánto ha calado su obra en el mundo asiático

El descubrimiento del busto, en la plaza Chaoyang de Pekín, lo hicieron un delegado del gobierno chino y la embajadora de Colombia en ese país, Carmenza Jaramillo. /elespectador.com
En la céntrica plaza Chaoyang ya brilla en su pedestal el bronce de Gabriel García Márquez, uno de los personajes mundiales que merecen honores políticos y ciudadanos en el Museo de Yintai, junto a Simón Bolívar, Fidel Castro, José de San Martín, Túpac Amaru II y Mahatma Gandhi.
El encargado de leer unas palabras antes del descubrimiento del busto es el joven Fan Ye, traductor autorizado al mandarín de la obra del Nobel de Literatura colombiano. Es breve y contundente: “Hace más dos mil años Confucio dijo: ‘¿No es una gran alegría recibir a un amigo que viene de lejos?’. Y hoy me alegra mucho ser testigo de la llegada de un gran amigo, un gran maestro de las letras, que se quedará para siempre en nuestra tierra. Como sabemos que la materia más imperecedera no es la piedra ni el bronce, sino la tinta en el papel, me permito leer las primeras líneas de su obra magna, en mi modesta versión, para darle la bienvenida”. Procedió a leer los primeros párrafos de Cien años de soledad y todos los asistentes parecieron conmovidos por el realismo mágico. Percepción reforzada luego por un espectáculo de danzas del Caribe colombiano. La ceremonia fue sencilla pero solemne.
Ya en junio de 2011 este traductor y profesor de la Universidad de Pekín había presentado la primera versión legal de la emblemática novela y le dijo a El Espectador: “Gabo es todo un mito en China”. Desde los años 80 empezaron a circular todo tipo de ediciones piratas y ahora es materia de estudio en colegios y universidades. Su paso de la oscuridad, del voz a voz a la legalidad editorial se dio gracias a Chen Mingjun, dueño de la editorial ThinKingdom House. Este empresario convenció a la agente española Carmen Balcells de que sí se podían imprimir con garantías de mercado las novelas, cuentos y reportajes del Nobel.
Antes parecía un imposible luego de que el mismo García Márquez fuera testigo, en 1990, del mercado negro con su obra en las calles chinas. Quedó tan indignado que prometió nunca autorizar derechos de publicación. Mingjun negoció durante casi tres años con Balcells, la mujer de hierro que representa y defiende la obra del Nobel de Literatura en 35 idiomas y la responsable de que Cien años de soledad haya vendido más de 30 millones de ejemplares. Al final cerró un acuerdo por un millón de dólares y reporta ventas multitudinarias en el mercado más grande del mundo.
En 2012, con la elección de Mo Yan como Nobel de Literatura, se ratificó por lo alto el impacto del colombiano en Asia. El chino se declaró discípulo del creador de Macondo y admitió que fue clave en la construcción de su propio universo literario. “¡Caramba! Es la primera palabra que se me escapó de la boca al leer las primeras páginas de Cien años de soledad. ¡La novela también se escribe así! Tras leer siete páginas de esa novela, en la que entré atraído por su primera frase, encontré inspiración para mi propia obra”, contó en la Universidad de Pekín, donde disertó con Fan Ye. Entonces entendió que “hay otras maneras de escribir un libro. Leí 100 páginas y comencé a escribir Un rayo en forma de bola. Entendí que podía usar mis experiencias infantiles y personales para escribir historias y, además, que podía ser libre con el lenguaje... que podía empezar un libro como quisiera”. Con una salvedad: “García Márquez es como un horno. Y nosotros somos hielos que nos derretimos a su lado. No podemos competir con él, así que es mejor alejarse”. Él lo logró.
Las palabras de Mo Yan, con credibilidad entre la mayoría de chinos informados, aunque criticado por los círculos literarios por su presunta cercanía al régimen, han ayudado a que las ventas “decentes” de los libros de Gabo —como las llama Fan Ye— mejoren día a día.
Los traductores al español de la obra del Nobel chino destacaron en diálogo con este diario la influencia garciamarquiana. Desde Barcelona, el español Carlos Ossés dijo: “Encuentro muchas semejanzas en cuanto a la creación de mundos fantásticos mezclados con la cruda realidad. Tal vez las diferencias se perciban más en que adapta esa fantasía a la realidad política y social propia del país en la que se desarrolla esta obra. Es evidente que Mo Yan no reniega de la influencia de García Márquez en su obra. La mezcla de mitos como el averno y la reencarnación con la cruda realidad de la China del siglo XX es una prueba de ello y, al igual que sucede en el realismo mágico, es una mezcla que no resulta en absoluto conciliadora”.
Mariano Peyrou, escritor argentino radicado en España, traductor de la novela Grandes pechos, amplias caderas, los junta en “las enrevesadas peripecias de los personajes, marcadas por toda clase de pasiones desmesuradas y en las que intervienen constantemente elementos mágicos y oníricos”. La española Cora Tiedra, traductora de La república del vino, dice: “Es cierto que Mo Yan tiene un poco de todos y de ninguno. Joyce, Faulkner, García Márquez... todo se mezcla en su prosa... todo se difumina para crear la voz que diferencia a Mo Yan”.
Otra evidencia: Fan Ye, el traductor al mandarín, cada vez tiene más alumnos interesados en estudiar español y leer al Nobel colombiano. Él llama al fenómeno “Gabilandia”. Los asiáticos quieren acercarse al espíritu latinoamericano a través del realismo mágico, así algunos hablen de un “tema ya superado” en este lado del mundo. En cuanto a los escritores, se atreve a asegurar que “para casi una generación de escritores chinos, Gabo y Cien años de soledad han sido fuentes de ansiedad e influencia”.
Todo esto condujo a que desde el año pasado, con motivo de los 30 años de la entrega del Nobel a García Márquez, el gobierno chino autorizara cátedras oficiales sobre el colombiano y la elaboración de un busto como homenaje en el parque de Chaoyang, en el corazón de la capital de China.
La obra es del escultor y director del Museo de Yintai, Yuan Xikun, y aprobada en coordinación con el gobierno colombiano y la familia del homenajeado, en especial su esposa Mercedes Barcha, a partir de fotografías recientes del escritor de 86 años de edad. Un busto en baja escala fue enviado por el Ministerio de Relaciones Exteriores al propio escritor y a la “Gaba”, por estos días de descanso en su casa en Cartagena.
El descubrimiento de la obra lo hicieron un delegado del gobierno chino, la embajadora de Colombia en Pekín, Carmenza Jaramillo, y la codirectora del museo, Chen Ruohua. “A todos les gusta Cien años de soledad y la manera en que está escrita ha influenciado a muchos escritores de nuestro país. Hay fervor por García Márquez y por su realismo mágico”, destacó la señora Ruohua. Nadie lo reconoce públicamente, menos en un evento público, pero en parte la exaltación del Nobel colombiano, además de su trascendencia literaria, se debe a que se le asocia a un pensamiento de izquierda, se aplauden sus relaciones con Fidel Castro y entre los textos más leídos está también su De viaje por los países socialistas.
La diplomática colombiana quedó impresionada de cuánto quieren y cuánto saben de Gabo en China y eso facilitará las relaciones culturales binacionales. Al tiempo, para seguidores y curiosos se inauguró una exposición fotográfica sobre la vida del escritor, incluida su etapa como periodista de El Espectador.
Hasta ahora, Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera son las únicas obras del escritor colombiano legalmente autorizadas para su traducción al mandarín, pero se espera que toda la obra sea editada antes de 2015. El proceso es lento porque, como le advirtió a este diario Fan Ye, primero las autoridades chinas están intentando cumplir con su promesa de “retirar del mercado todas las copias piratas”, mientras la editorial ThinKingdom House interpone las demandas del caso. Cree que con el tiempo se leerán tanto como la mejor novela china del siglo XVIII, para muchos la mejor de todos los siglos, ya traducida al español: Sueño en el Pabellón Rojo.
Él está listo para traducir al mandarín El coronel no tiene quien le escriba y Del amor y otros demonios. Quiere que millones de chinos “se enamoren de la ternura del gran Gabo, tan violentamente dulce”.