viernes, 22 de noviembre de 2013

Un inédito de Hammett y un cofre del tesoro de la novela negra

Hay casualidades, infortunios de la vida y desgracias sin las que no tendríamos hoy algunas de las obras maestras de la literatura universal. La tuberculosis recurrente que sufrió Dashiel Hammett (Maryland, 1894, Nueva York 1961) a partir de 1922 le empujó a la escritura, le apartó del trabajo de detective primero y del mundo de la publicidad después y dio a la literatura un autor esencial en el siglo XX y a la novela negra un mito fundacional, un arquitecto, un padre

Dashiel  Hammett fumando. /Paul Dorsey./elpais.com
No ha sido la casualidad, ni el infortunio, ni mucho menos la desgracia la que ha llevado a la publicación de Disparos en la noche (RBA, traducción de Enrique de Hériz, que da un recital de conocimiento de la obra), la más ambiciosa, detallada, completa y amplia recopilación de relatos de Hammett que jamás se haya publicado. Suena brutal, exagerado. No lo es. Tras un trabajo de arqueología literaria, de búsqueda en las fuentes, los encargados de la edición han conseguido un libro excepcional, un cofre del tesoro (como objeto y como idea), una obra única con ocho relatos inéditos en castellano de los que ofrecemos dos en exclusiva. Un trabajo en la que se ve, se palpa y se comprende la génesis creadora del autor de Cosecha Roja, las claves de su universo, la construcción de la mujer fatal, la creación de una narrativa única, la fundación de un género.
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Los 65 relatos de Disparos en la noche están ordenados de manera cronológica. Esto es una ventaja enorme porque permite al lector ver la evolución de un autor que prueba temas y personajes, que descarta lo que no funciona, que mejora continuamente y lleva a sus límites su escritura, su mundo. Detective de la mítica agencia Pinkerton y veterano de la I Guerra Mundial, la enfermedad le recluye en casa y le entrega en brazos de la escritura. Su primer relato lo publica en 1922. Tenía 28 años, una esposa de 25 y un bebé. Y necesitaba comer. Esto es importante porque al leer ciertos textos de la primera época no se entiende el exceso de violencia que lastra algunos de ellos. Hay que tener en cuenta que tenía que adaptarse, para su disgusto, a los cánones de Black Mask, la revista que le publicaba entonces. “El problema es que ese sabueso mío ha degenerado para convertirse en un algo que paga las comidas” aseguraba ya en 1924 después de verse obligado a rehacer dos historias.
Disparos_en_la_noche_cuentos_completos_300x451He aquí una de las esencias de esta obra definitiva: hay relatos fallidos, pero en ellos el aficionado podrá encontrar los mimbres de algo que luego fue grande, el camino dificultoso que le llevó a El halcón maltés. Y hay relatos, muchos, sublimes.
En una primera etapa hay algunas píldoras, muy breves, textos llenos de mala uva. Después, tanto el Agente de la Continental como Sam Spade protagonizan muy buenos relatos, panorama que se completa con otras historias llenas de elementos que luego se repetirían en el género a lo largo de todo el siglo XX.
Hammett es diferente porque conoce el mundo del que habla, porque está familiarizado con el crimen, porque es capaz de contarlo como nadie. Algún lector que se inicie en este autor puede pensar que está lleno de tópicos. No: son los demás, los que vinieron después, los que repiten y hacen el tópico.
La mujer fatal que marcará el género en literatura y cine no surge de la nada. La compleja, heladora y sobrecogedoramente atractiva Brigid O’Shaughnessy de El Halcón maltés tiene su mimbres en la Elvira de La chica de los ojos de plata; en la pelirroja de la Casa de la calle Turk (una de mis preferidas, la historia y el personaje); en la ladrona rusa de El saqueo de Couffignal o en la aparentemente dulce rubia de El ángel ladrón.
¿Les gustan los detectives que se empeñan a toda costa en los casos, contra viento y marea, aunque quien les paga haya dejado de hacerlo? Lew Archer, Harry Bosch, Pepe Carvalho o John Rebus deben al Agente de la Continental su empeño. En un momento delicioso de Disparos en la noche, el relato que da título al volumen, el detective sin nombre asegura a un cliente del que no termina de fiarse: “No me gusta mucho este encargo, pero ya que he venido hasta aquí lo voy a aceptar. Pero no se olvide de que soy de los que no cejan”.
¿Mis preferidos?
1.- El camino de vuelta a casa. Una joya de tres páginas. Un cuento terrible sobre un cazarecompensas que encuentra a su presa tras dos años de persecución. Una historia triste sobre lo que ocurre cuando tenemos lo que hemos perseguido tanto tiempo. Una pequeña joya sobre el ser humano.
2.- La casa de la calle Turk. Breve y compleja historia con pocos escenarios, pocos personajes, y muchas traiciones, giros, odios. Y un final memorable. “Me prometí que algún día…”
3.- Una sombra en la noche. Un terrible relato social, muy breve, duro, y en que se ve la esencia de ese Hammett que decía que era “imposible escribir nada sin tomar partido en algún momento en los temas sociales”. Aprovecho para reivindicar a ese escritor tan pegado a lo social, militante, que también pagó por ello.
4.- Otro crimen perfecto. Un relato breve, un juego, un homenaje al género con tono irónico y delicioso.
Me gustan también de manera especial todos los relatos de la etapa inicial del Agente de la Continental y de Sam Spade. Esos en los que ya se prefigura parte esencial de dos hombres que nos harán disfrutar para siempre del género, en los que te los imaginas más crecidos, en los que te emocionas al verlos nacer literariamente.  Hammett dejó de escribir relatos cuando ya no los necesitaba. Ni para comer, ni para construir su obra. Nosotros no dejaremos de leerlos nunca. Vive le noir!