El asunto es tan simple como siniestro: las librerías independientes en Colombia, por cuenta de un sistema absurdo de ventas en firme y de penalidades, no pueden distribuir los libros de Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez no se vende en Colombia./revistaarcadia.com |
Un extranjero, algo ebrio, me cuenta en una fiesta un asunto increíble:
recorrió decenas de kilómetros buscando libros de García Márquez y no
encontró nada. No me la creo. Si estuviéramos en Helsinki podría ser cierta la historia pero relatada
en Bogotá parece un cuento del real maravilloso (venezolano). Pues no,
estimados lectores. La triste historia es cierta. El asunto es tan
simple como siniestro: las librerías independientes en Colombia, por
cuenta de un sistema absurdo de ventas en firme y de penalidades, no
pueden distribuir los libros de Gabriel García Márquez. Es de no
creérselo. En la práctica, esto significa que hay un bloqueo sobre
ellas. Estoy hablando de librerías tan importantes hoy como La
Madriguera del Conejo, Prólogo, Babel, Alejandría, Casa Tomada,
ArteLetra, entre muchas otras y solo mencionando las de Bogotá. La razón
de este sinsentido es que Editorial Norma, que tiene los derechos sobre
el fondo Gabo, bajo una modalidad absurda y leonina de ventas en firme
con márgenes de comisión muy bajo, hace imposible cualquier negociación
para esta red de libreros. Si las librerías se acogieran a este modelo
sencillamente quebrarían. La desesperación de los libreros es
insoportable. Por ejemplo, en algunas importantes librerías como
Tornamesa, en Avenida Chile, solo se encuentran los libros de Gabo en
inglés.
Para Camilo de Mendoza, librero de Tornamesa, resultó más sencillo
vender las ediciones inglesas de Penguin Books que lidiar con las normas
absurdas de Norma. Una librería vende exclusivamente los saldos de
Oveja Negra. Otro librero, para lograr conservar a sus buenos clientes,
ha empezado a pedir los libros a través de Amazon, lo que es patético si
de lo que hablamos es de la obra de Gabriel García Márquez, el
colombiano premio Nobel de Literatura. Por cierto, por razones
distintas, aunque no menos curiosas, la librería Lerner, la primera o
segunda librería más importante de Colombia, no tenía libros de Gabo el
día en que escribí esta columna. El hecho es tan inverosímil como si un
turista llegara a la librería Gandhi en México a comprar Octavio Paz y
le dijeran: “No güey, vuelve mañana”, o como si fuera al Ateneo de
Buenos Aires preguntando por Borges y le dijeran que con gusto pueden
pedir el libro a su nombre vía Amazon y que regrese en quince días a
recogerlo.
Claro,
las librerías comerciales de cadena por su músculo financiero
(Panamericana, La Nacional, Éxito) sí distribuyen algunos títulos de
Gabo, siempre en las austeras ediciones de Norma: libro escolar, de
bolsillo, que es funcional para un estudiante pero que sin duda resulta
insuficiente para otro tipo de lectores que buscan algo un poco más
refinado. Por supuesto, ni hablar de ediciones críticas, inexistentes en
nuestros parajes. Estamos, pues, a merced de una editorial que
pareciera hacer mal lo básico y bloquear el trabajo de otras que lo
hacen mejor. Como ejemplo, Mondadori decidió editar en el 2012 la
edición completa de Todos los cuentos pero no puede circular en
Colombia porque no tiene derechos y hay que comprarla en México. Si
usted desea buenas ediciones de Gabo no es insensato pensar que deberá
comprarlas siempre que esté en el extranjero.
Es lamentable que, por cuenta de una política comercial, medio país viva
en un apagón técnico de libros del escritor colombiano más importante
de todos los tiempos. Digo, ¿sabe esto la agencia literaria de Gabriel
García Márquez? ¿Sabe que en las mejores librerías de Bogotá no pueden
vender libros de Gabo? Probablemente no, y poco importa en un sistema
que factura mucho por todos los otros ángulos. Sin embargo, la moraleja
es delicada y nos recuerda la génesis del problema. Hace años la
editorial Oveja Negra fue maldecida por sus prácticas editoriales. Puede
que haya sido cierto pero, al César lo que es del César, esa editorial
inundó de libros a Colombia, como si realmente creyera que valía la pena
y no como esta editorial de aborrajados –otrora grande– que solo quiere
góndolas de supermercados.