Una encuesta analiza los efectos de la vigilancia estatal. Uno de cada seis autores evita escribir sobre temas controversiales
Cono del Silencio. Obama en su carpa inviolable a prueba de espías./revista Ñ |
“Efectos escalofriantes” podría ser el nombre de un thriller
psicológico de gran éxito. Pero es el título del informe que el martes
publicó la división estadounidense de la organización PEN, que nuclea a
escritores de todo el mundo, y que advierte que la autocensura entre
autores de ficción y no ficción se multiplicó en ese país desde que en
junio se reveló el espionaje generalizado que ejerce la Agencia de
Seguridad Nacional.
Uno de cada seis encuestados aseguró que evita
“escribir sobre temas controversiales” y el 24 por ciento eludió
deliberadamente referirse a algunos temas por teléfono o correo
electrónico, según el estudio que, por pedido de PEN America, realizó la
encuestadora FDR Group. En total, fueron entrevistadas 528 personas, de
las cuales un 86 por ciento se definen como escritores, y el resto son
editores, traductores y agentes literarios.
La encuesta se realizó
en octubre, meses después de que el “topo” Edward Snowden, hoy
refugiado en Rusia, filtrara documentación de la NSA que revela severos programas de vigilancia sobre la población,
no sólo estadounidense sino en otros países, a través de la
intervención de líneas telefónicas y del acceso a casillas de correo
electrónico, bases de datos y a las búsquedas que cada usuario realiza
en la web, entre otros recursos.
En ese contexto, la encuesta
estableció que los escritores desaprueban en un 66 por ciento “la
información que el gobierno obtiene de llamadas telefónicas y de
Internet como un esfuerzo para combatir el terrorismo”. Entre la
población general, la desaprobación es del 44 por ciento –y la
aprobación, del 50 por ciento–. El 28 por ciento recortó o directamente
evitó actividades en redes sociales; el 85 por ciento se manifestó
“preocupado” por la vigilancia gubernamental sobre los estadounidenses y
el 73 por ciento aseguró que nunca les había preocupado tanto el
derecho a la privacidad y la libertad de prensa como en estas
circunstancias.
Son tres las vías por las que, según el informe,
los escritores se autocensuran: además de evitar escribir o hablar de
temas que consideran “controversiales”, también esquivan investigar,
sobre todo en Internet, algunos tópicos, y comunicarse con determinadas
fuentes a las que prefieren proteger.
“Siento que un comentario
sobre el ‘Caso Snowden’ en un correo podría ponerle una bandera a mi
casilla para ser vigilada”, dijo un encuestado. Y otro explicó: “Pensaba
investigar la preparación de defensa de los civiles durante la Guerra
Fría, pero ¿qué pasaría si googleara ‘explosión nuclear’ o ‘refugios
anti-bomba’? Decidí abandonar la idea”.
El 76 por ciento, y tal
vez ahí esté la clave de la autocensura, aseguró que la vigilancia
estatal es especialmente dañina para los escritores porque choca con la
privacidad que necesitan para crear su obra libremente. “Efectos
escalofriantes” ¿todavía? no está en las librerías, pero siempre se
consigue 1984.