lunes, 11 de noviembre de 2013

El libro más íntimo de Cabrera Infante

El texto sobre el último libro de Guillermo Cabrera Infante lo escribí para Clarín de Buenos Aires. A continuación, las ráfagas que bajo el título El revés y el derecho, que viene de un libro de Albert Camus, se emiten cada día en Hora 14 de la Ser. Ahí hay un texto sobre el centenario de Camus y una reflexión sobre los Erasmus, emitido antes de que el ministro Wert recificara

Guillermo Cabrera Infante, escritor cubano inició la disidencia a Fidel Castro y la Revolución./elpais.com

 El libro más íntimo de Guillermo Cabrera Infante se puso a la venta en España, ocho años después de la muerte del autor de Tres tristes tigres. Es Mapa dibujado por un espía, lo publica Galaxia Gutenberg y estuvo oculto desde que el escritor lo guardó, en torno a 1970, cinco años después de ocurrir lo que él cuenta en este libro desgarrador. Aquí Cabrera Infante, que escribía sus crónicas de cine con el acrónimo G. Caín, describe minuciosamente sus meses en La Habana mientras aún era consejero cultural de la embajada cubana en Bruselas.
         Es un libro sencillo e impresionante; los que hayan leído la prosa veloz, expresiva, calurosa e incluso ruidosa, de su libro más famoso, Tres tristes tigres, se hallarán aquí con un Cabrera Infante melancólico y circunspecto, atravesado por una herida que le duró allá donde fue, en el exilio, hasta su muerte. Él le había dicho a su mujer, Miriam Gómez, que no tocara esos papeles que había escrito poco después de salir de La Habana con sus hijas. Y ella, años después de la muerte de su esposo, tomó el sobre en el que se guardaban esas páginas y se las dio al editor Toni Munné, que las leyó sobrecogido. Miriam Gómez decidió que este libro inédito debía formar parte de las obras de su marido. Todo lo que escribió Cabrera Infante lo tiene a él como materia. Por tanto, esta larga confesión es parte indisociable de su literatura.
         No es un libro en el que aquel Cabrera Infante que nos acostumbró a los juegos de palabras y a la música como vértebras de sus historias se divierta describiendo. Desde que se inicia Mapa dibujado por un espía él se propuso narrar una a una, casi cronológicamente y con un increíble lujo de detalles, todo lo que ocurrió desde que recibió en Bruselas la noticia de la muerte de su madre, Zoila Infante, hasta el momento en que se despide para siempre de La Habana. Lo que sucedió en medio fue un cúmulo de humillaciones que le despertaron a él al conocimiento de la deriva cubana hacia el autoritarismo burocrático y brutal, que lo tuvo a él como rehén. A él y a tantos. Como recibió ese impacto en primera persona, y en ese proceso participaron quienes habían sido amigos suyos, el trauma significó para él un trayecto infernal que sólo podía disolverse, y se disolvió, con la marcha. Y con la escritura.
         Como había hecho en La Habana para un infante difunto, Cabrera Infante se sirvió de su memoria infinita; los detalles más nimios, como la composición de las comidas o los horarios de sus encuentros, se alternan en este libro obsesivamente minucioso con los grandes hechos que perturbaron allí su vida y luego su propia experiencia de la vida. Aquella Cuba que él había contribuido a generar, en tiempos revolucionarios, había decidido usurpar la idea misma de la revolución y ya no era, en 1965, ni la sombra de lo que él y sus amigos habían soñado. Además, sus amigos ya eran otras personas; poco a poco aquel sueño que hubo una vez se convirtió en una pesadilla cuya estratagema era la de aburrirlo atemorizándolo. Estaba ya en su apogeo la política de delación y de denuncia, y él vivía en medio de la tormenta perfecta que el régimen de Castro había organizado para prevenir a los disidentes; en nombre de la revolución, disidente podía serlo cualquiera, siempre que alguien lo hubiera señalado.
         Ese es el corazón del libro, la explicación de cómo se había ido inclinando Cuba hacia el infierno imprevisible que luego se haría famoso merced al caso Padilla; pero Cabrera Infante vivió estos episodios algún tiempo antes y nunca había publicado con tanto pormenor todo lo que está escrito en este libro hasta ahora inédito. Ese pormenor tan obsesivo y tan preciso le da al libro el tono de un exorcismo, como si desnudándose ante la máquina de escribir (algo que ocurría, además, en la realidad física, pues muchas veces escribía desnudo, en el exilio de Londres) pudiera sacarse de dentro los múltiples y tremendos demonios que se quedaron en su interior en aquel deplorable periplo.
         Para los lectores de la obra de Cabrera Infante (que viene publicando completa la citada editorial Galaxia Gutenberg) este es un testimonio escalofriante e imprescindible. En primer lugar, explica la pavorosa experiencia de un ciudadano al que poco a poco la revolución cubana va dejando sin identidad y sin derechos y por tanto explica la procedencia de la rabia melancólica del escritor hacia aquel periodo al que se refiere y que en definitiva tiñe la historia del castrismo. Y es imprescindible porque pone en perspectiva aquel famoso Tres tristes tigres; completa su obra, en realidad, nos muestra ya de cuerpo entero al autor de Cuerpos divinos. Cuando Tres tristes tigres ganó el premio Biblioteca Breve de Carlos Barral, Cabrera Infante aún era diplomático cubano. El libro se iba a llamar Vista del amanecer en el trópico. Después recibió el nombre con el que se hizo tan notorio. Ya no había que celebrar el amanecer que un día pareció que se despejaba en el trópico. Ya Cuba era, para el escritor, para tanta gente que él trató en ese periodo, el triste infierno que va creciendo en Mapa dibujado por un espía, esta despedida que Cabrera Infante hizo de la tierra cuya presencia se le quedó pegada a la piel del alma.
ERASMUS
Al final de su vida Semprún me dijo que los Erasmus valen más que lo que cuestan. Para él, que estudiaba aun cuando los nazis provocaron la guerra, esas becas eran la idea de la reconstrucción de Europa. El presidente de Europa, Durao Barroso, dijo ayer que era mejor no recortar de educación. Y al mediodía supimos que España rompía su carnet de los Erasmus. La noticia no puede tener dentro un síntoma más dramático.
CANAL NOU
La usó sin medida y ahora la cierra. La convirtió en un elemento de propaganda y la puso a disposición de los corruptos. La manipulación a la que fue sometida Canal Nou por el poder político está en la historia nacional de la infamia de los medios públicos. Ahora Fabra dice que no la puede sostener y aprovecha la peor coyuntura de la crisis para pasarla a negro. El Gobierno valenciano no ha tenido escrúpulo alguno de borrar así lo más negro de su propia historia.
EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES
Este es un aviso. El Círculo de Bellas Artes de Madrid sigue representando la ambición modernizadora de este país. Cultiva el debate, lo fomenta, ha hecho que entre nosotros mejore la calidad de la conversación. Pues bien, ahora se le ha retirado el noventa por ciento del dinero público que apoya su gestión, y aún así resiste. El descuido oficial hacia su existencia me parece un síntoma más del empobrecimiento cultural que vive España.
LA IGNOMINIA
Hace treinticinco años fue torturado y asesinado por militares argentinos el padre del actor Juan Diego Botto, que se vino al exilio español con su madre, Cristina Rota. Ella ha enseñado el oficio del teatro a muchísimos intérpretes españoles. Hoy Juan Diego declara en Buenos Aires como víctima de la barbaridad militar que puso a Argentina bajo la ignominia de la dictadura. Él dijo ayer que la justicia tarda, pero llega. Ahora él tiene casi la edad de aquel terrible recuerdo.
ALBERT CAMUS
Cien años de Albert Camus. Una literatura que retrata al hombre en su desamparo. El extranjero  es una reflexión moral sobre la culpa. En La peste describió la devastación moral de nuestro tiempo. En La caída enjuició la hipocresía de la justicia. En El revés y el derecho dejó escrito este lema para vivir: "El sol que reinó sobre mi infancia me privó de todo resentimiento". Un periodista que convirtió la duda en su alimento más radical.