Una edición facsimilar con material inédito de Cartas a mi hija Elena muestra el lado más personal del escritor e intelectual hispanomexicano
Max Aub con su hija Elena, a quien dedicó el poema que permanecía inédito hasta ahora, en La Habana en 1968./elpais.com |
En una cajita de madera forrada en muaré beis, que en su día era la
más apetecida por guardar mantecados, polvorones y alfajores La Gloria,
hay una buena parte de los secretos más íntimos de Max Aub
durante su exilio español tras la Guerra Civil: cartas a su hija Elena,
fotografías de su paso por los campos de internamiento en Francia y
Argelia, obritas de teatro para su familia, poemas y un rosario de
recomendaciones e ideas desde el exilio patrio y sentimental. Todo ello
coincide ahora con el 110º aniversario de su nacimiento.
Parte de esa faceta del escritor e intelectual hispano-mexicano se conoce desde anoche bajo el título de Cartas a mi hija Elena, libro facsimilar y artesanal editado por el Centro de Arte Moderno de Madrid.
Es una muestra del relicario de la segunda hija del autor de obras
fundamentales de la Guerra Civil y la posguerra como el proyecto
narrativo El laberinto mágico o La gallina ciega. Un
material privado que se da a conocer porque, cuenta Elena Aub, con suave
deje mexicano, “con 82 años te planteas ordenar las cosas”. Ella sabe
que por ahí hay sobres o cajas que cuando los abre “la vida te aparece a
cachitos, se abre a pasitos, y a veces llega con llanto. Pero hay que
ordenar”.
Son objetos y referencias familiares que contribuyen al conocimiento
personal de un autor importante, porque estos aspectos no suelen quedar
bien cubiertos en biografías o perfiles, opina Claudio Pérez Míguez,
director del Centro de Arte Moderno de Madrid.
“¿Te acuerdas Elena / cuando te cantaba / hace ya seis años / el
cuento de Rosa Clara?”, así empieza uno de los poemas inéditos del
libro. Aparecen tres versiones: el original escrito a mano y con
tachaduras, la transcripción de 1942 y la versión mecanografiada.
Entonces Max Aub estaba en el campo de Djelfa, en Argelia, y su familia
en España.
Es el padre amoroso, educador, cómplice. Pero no todo es nostalgia.
También está el Aub con sentido del humor, como se aprecia en la obra de
teatro Los espectros, que escribió en los años cuarenta para
su mujer y tres hijas, y donde son ellas los personajes. Sube el telón:
“El comedor de la familia Cocoreta. Está amaneciendo. Sale el
espectro…”. Y a partir de ahí una breve pieza surrealista que no parece
ir a ningún lado escrita para divertimento de sus mujeres. “Eran obras
que nos regalaba para representar los domingos”.
Este libro-relicario recuerda que la vida de Max Aub fue itinerante
desde el comienzo, una mezcla de lugares que llevó en su sangre. Nació
en París en 1903 y murió en México DF, en 1972. Aunque era de padre
alemán y madre francesa, la familia se trasladó a Valencia en 1914, y en
1920 él se hizo viajante, luego miembro del Partido Socialista mientras
escribía, hasta que publicó su primer libro en 1924: El desconfiado.
Más adelante montó el grupo teatral El Búho. Durante su estancia en
París como exiliado de la Guerra Civil, en 1940, fue acusado de
comunista, detenido y llevado al campo de internamiento de Vernet. Quedó
libre y luego otra vez detenido y enviado al campo de Djelfa, en
Argelia. Allí surge uno de sus libros más conmovedores, el poemario Diario de Djelfa (1945).
Finalmente, llegó a Veracruz (México). Reunió a su familia en 1946.
Entonces, su hija Elena ya tenía 15 años. Aub, dice Pérez Míguez, fue un
hombre cosmopolita que abrazó España como su país y el idioma
castellano como única forma de expresión literaria. “Luchó por sus
ideas, que conservó toda su vida, y por lo que él creyó una España
mejor, pero lo pagó con encierros en campos de concentración,
alejamiento de su familia y el exilio; sin embargo, nunca perdió su
sentido del humor ni su capacidad afectiva”.
Un reflejo de eso se ve en estas imágenes, textos personales y
creaciones literarias que pueden ser “un regalo para la gente que lo
aprecia”, dice su hija. Especialmente en México, donde fue muy activo
culturalmente. Él volvió a España en 1969, y lo que vio le inspiró La gallina ciega.
Su hija Elena regresó definitivamente en 1991. “Los mexicanos fueron
más generosos con nosotros que nosotros con ellos”, dice. El mundo
soñado se fue. Las esperanzas fueron detrás de él. Pero las ilusiones y
los desengaños de Max Aub quedaron transformados en cartas, fotos,
obras, recuerdos.
Buñuel en clave inédita, por Max Aub
Buñuel en clave inédita, por Max Aub