viernes, 1 de noviembre de 2013

Fuguet: "Sigo y espero seguir siendo un outsider"

El autor de Missing lanza Tránsitos, libro de ensayos literarios donde habla de Donoso, Bolaño, Vargas Llosa y su propia obra

Alberto Fuguet publica Tránsitos./latercera.com
Fue hace cuatro años. La culpa fue de Missing, esa novela hecha de puras verdades, en que Alberto Fuguet se sumergía en los esplendores y miserias del sueño americano y, de contrabando, dejaba ver las huellas de su propio desarraigo. Sin ficción aparente y poca pose literaria, el autor de Mala onda se deshizo de esa chapa de autor pop desechable que lo acechó en los 90, para ubicarse entre la primera línea de los escritores chilenos de su generación. Hubo días en que sus colegas lo miraban por encima del hombro, ahora, críticos como el español Ignacio Echevarría sospechan que Fuguet es la influencia secreta de los nuevos narradores locales. A él no le gustan los focos: “Sigo y espero seguir siendo un outsider. ¿Acaso no lo soy? No me atrae mucho ser uno de los elegidos”, dice.
Agitada, exitosa, maltratada, beligerante y hasta internacional, la carrera de Fuguet está contada por él mismo en Tránsitos, un libro sobre libros que opera como el lado B del cinéfilo Cinépata: es “una cartografía literaria”, donde además de precisar su lugar en el mapa, escribe con intensidad sobre Donoso, Salinger, Joan Didion, Juan Pablo Roncone, Mario Vargas Llosa, Germán Marín y Roberto Bolaño, entre muchos otros.
“La idea de Tránsitos es que es un mapa en progress. Espero hacer otro libro así más adelante, tal como deseo hacer un libro acerca de películas americanas de los 70”, dice. Y agrega: “Sigo leyendo de manera antojadiza y siempre me atrae ver y encontrar conexiones con lo que uno hace. Uno siempre está buscando aquellos que son de la hermandad o con los que uno puede conectar y compartir y ojalá robar algo o que te inspiren”.
Empezaste a ser escritor en un Chile donde, dices, había “una suerte de paraíso literario”, y lo sigues siendo hoy, cuando la “literatura pasó a ocupar el nivel de la danza”. ¿Te sientes más cómodo hoy?
Siempre pensé o creí que la literatura era la menos mediática de las artes y me tocó algo parecido al rock. No estaba muy preparado para ser una figura pública. Pensé que escribir era básicamente anónimo. Me equivoqué, pero la cosa se ha ido calmando. Creo que en general y en particular. La literatura no es el arte del siglo 21, digamos. Me gusta ese aspecto retro que tiene. No es el tema del debate, las novelas ya no son trending topic. La danza moderna, en todo caso, tiene sus fans, sus escuelas, sus performances… funciona y crea y se atreve a ser original y a montar coreografías arriesgadas sin temer por su futuro. En todo caso, no me molesta la idea del nicho. Al revés. Claramente, me siento más cómodo ahora que en los 90.
“Nada fue igual post Bolaño”, escribes. ¿Qué cambió?
Bolaño cambió el mapa de la literatura chilena. Fue un terremoto. A la buena y a la mala, marcando sus preferencias y fobias. Además, impulsó a una nueva generación que aún está por verse. A mí no me cambió en lo formal, pero a pesar de su histeria sentí que teníamos cosas en común y eso fue algo bastante notable que no veía en los de la Nueva Narrativa. Me parecía un tipo McOndo o al menos pop: su obsesión por los nazis (pre Tarantino), por el porno, por los asesinos en serie. Bolaño era global y tenía una fijación con la frontera. Y no cualquiera: la de USA con América Latina. No me bloqueó para nada. Y me parece genial que él sea nuestro representante en el mundo y no García Márquez.
¿Donoso o Bolaño?
Bolaño, sin pensarlo. Aunque si lo pienso, no debería tener que elegir. No son excluyentes, por favor. Donoso es una especie de matriz, explica cómo es Chile, cómo funciona socialmente. Es un tipo que crea personajes que uno reconoce, que escucha hablar. Y lo conocí, lo leí, estuve con él, que es una experiencia. Bolaño -en cambio- fue un personaje lejano y desafiante, muy talentoso, al cual sólo leí y leo. Donoso te encierra en sus casas; Bolaño te saca a un camino. Donoso es como el gran autor que simboliza el viejo Chile; Bolaño representa más un mundo globalizado, interconectado, donde la biblioteca y los discos duros son tu verdadera patria.
¿Volverás a la ficción? Te lo pregunto porque desde 2007 has publicado seis libros y sólo uno es ficción.
Creo que nunca me he alejado. Para mí la ficción-ficción, es decir, eso de escribir novelas, se ha trasladado al cine. Yo a la larga, filmo cuentos y novelas. Invierno se filmó recién y tiene un guión que roza las 200 páginas. ¿Qué es ficción al final? Todos creyeron que Missing era no ficción pura. No lo era. Es una investigación: tanto real como literaria. Y lo que más gustó fue ficción, si por ficción uno entiende la idea de transformar una realidad. Capaz que en Tránsitos haya mucha ficción. Ojalá. Pero entendiendo que ficción es lo que se llama una “novela”, sí volvería. En eso estoy: escribiendo una novela en papel y terminando una película en prosa.