Marisol Schultz, directora de la FIL, explica las claves de la 27ª edición de la cita literaria más importante del español. La feria contará este año con un espacio dedicado al libro electrónico. La presencia de Vargas Llosa e Yves Bonnefoy y el pabellón de Israel, país invitado, serán algunos de los platos fuertes de la edición que arranca hoy sábado
Marisol Schulz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara./elpais.com |
La nueva directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
(FIL), Marisol Schulz, tiene un reto complicado: gestionar un éxito. En
las diez ediciones que estuvo al frente su predecesora, Nubia Macías,
la FIL se consolidó como el acontecimiento cultural más importante de
América Latina. Quizá por ello, en marzo, cuando se anunció su
nombramiento, Schulz se declaró “asustada en el mejor de los sentidos”.
Veterana de todas sus ediciones, asumía el reto de dirigir “la feria de
las ferias, la meca del libro. El lugar donde debías estar, porque si
no, no eras nadie”. Ahora, en vísperas del evento, se muestra confiada
en su buena marcha y apuesta por un cambio tranquilo, aunque con algunas
relevantes novedades, como la instalación de un pabellón dedicado solo
al libro electrónico.
Crece pues la atención a los formatos digitales pero no se avizora
una revolución inmediata en la feria. “Yo creo justamente que el desafío
es que el público no note el cambio de dirección. Mi misión en este
caso es acompasar a todo el equipo para que las transformaciones lleguen
paulatinamente”, dice Schulz. Sobre las próximas ediciones es pronto
para hablar. Pero se muestra partidaria por ejemplo de mantener la
designación de un país invitado. “Es algo que el público agradece y una
herencia muy acertada. Le da carácter a muchas actividades de la feria,
marca tendencia y a menudo recuerda las ediciones ‘por aquella en la que
vino Italia, o Colombia’”.
Esta edición parece despejada a priori de grandes controversias, como la de la concesión en 2012 del premio de la FIL al peruano Alfredo Bryce Echenique,
entre acusaciones de plagio. Vuelven, además, los Nobel a la feria, y
serán tres: Mario Vargas Llosa, de Literatura, con su nueva novela, El héroe discreto;
el presidente de Israel Simon Peres, de la Paz; y su compatriota Ada
Yonath, de Química. Israel será precisamente el país invitado y su
pabellón, donde se exhibirán los facsímiles de los manuscritos del Mar
Muerto, una de las grandes atracciones. Todo parece así listo para que se batan las buenas cifras del año pasado, cuando se sobrepasaron los 700.000 visitantes y las ventas crecieron entre el 10% y el 15% según las editoriales.
Schulz dirigirá la feria, pero el factótum, el gran poder a veces no
tan visible del evento es su presidente, Raúl Padilla. Padilla fue
sometido hace unos días a una operación intestinal pero según su mano
derecha eso no le impedirá participar en todos los actos que tenía
programados. “A mí me parece un visionario que todo lo que hace lo
convierte en un triunfo. Un emprendedor exitoso, una rara avis en
México”. El que no ha confirmado su presencia aún en el acto de
inauguración es el presidente de México, Enrique Peña Nieto. El año
pasado la feria coincidió con su toma de posesión y hace dos protagonizó
un momento embarazoso cuando, siendo aún candidato, tuvo dificultad
para citar tres libros importantes en su vida.
Otro de los protagonistas de la feria será Yves Bonnefoy, el premio FIL de este año,
tan buen poeta como coleccionista de arte, un hombre del renacimiento
heredero además de los surrealistas. Para Schulz, el galardón es la
mejor manera de resarcir una injusticia. “Yo siento que el premio ha
sido muy bien recibido. Y no lo digo ahora que estoy al frente de la
feria: creo que era muy injusto que por la polémica de un solo año todo
el premio quedara desprestigiado”.
Schulz recomienda al visitante recorrer la feria y elegir, según sus
gustos, entre las 3.000 actividades programadas. “Pasearse por todos los
espacios para darse cuenta de la magnitud de la oferta editorial y de
la enorme concentración de talento”. Pero accede a sugerir algunas
paradas imprescindibles: el diálogo entre David Grossman y Vargas Llosa
en la apertura del Salón Literario; el área infantil inundada de seres
fantásticos con espectáculos y talleres para los 150.000 niños que
visitan la feria; el encuentro con mil jóvenes del irreverente Fernando
Vallejo; los actos con Yves Bonnefoy; y el pabellón de Israel.
El libro electrónico tendrá una presencia singular en la feria. En el
mundo editorial su irrupción se percibe como una oportunidad y también
como una amenaza. “Parte de nuestra misión es estar pendientes de lo que
ocurre con las nuevas tecnologías e incorporarlas como nuevas formas de
lectura. Tenemos que atender a lo que demanda el público joven, y esas
generaciones muy digitalizadas acostumbradas a tener un dispositivo
electrónico a mano”. Se supone que los dos soportes convivirán durante
mucho tiempo, o tal vez siempre, pero ¿Concibe la directora de la FIL
una feria solo con libros digitales? “No me la imagino, aunque ya he
conocido en EE UU una biblioteca sin libros impresos. Y no es algo que
yo celebraría: a mí me hace falta esa parte táctil del papel”.