El escritor refleja su propia experiencia en la obra teatral Kathie y el hipopótamo
Mario Vargas Llosa, en una sala de estar de su casa del barrio de Barranco, en la capital peruana Carlos González Armesto./lavanguardia.com |
El nobel Mario Vargas Llosa ha "desvelado" hoy en España que la reflexión sobre realidad y ficción que hace en Kathie y el hipopótamo,
que estrena el día 19 el Teatro Español, nació de su experiencia real
como "negro" literario de una adinerada dama que vivía en París y que
tenía "ideas pero no palabras".
Fue en su primer año en París,
cuando de la beca que le habían hablado no había ni rastro y tuvo que
ejercer los oficios más "pintorescos" para sobrevivir, ha revelado hoy
el peruano (Arequipa, 1936) en una rueda de prensa convocada para
presentar la obra de teatro, que protagoniza Ana Belén y dirige Magüi
Mira, y la cual ha acabado siendo un relato de los que tanto le gustan.
Uno
de los trabajos "alimenticios" que tuvo que hacer fue para una
"adinerada señora" que había hecho "un viaje por lugares exóticos y
quería 'escribir' un libro"; así que, llena de ideas pero carente "de
palabras", le contrató a él como "negro".
Le dedicaba todo el
tiempo, esfuerzo e interés que le pedía ella, de la que no ha querido
desvelar ningún dato más. "A veces una hora, a veces dos", por lo que le
pagaba "a veces por el tiempo, a veces por el número de palabras", y
él, feliz, porque eso le permitió comer y ducharse "en ocasiones".
Pensó
entonces que esa era una historia que quería escribir, "la de una
señora que alquila a un 'negro'" para materializar sus veleidades de
escritora, y estaba destinada al teatro.
Cuando por fin lo hizo
-se estrenó en Caracas, en 1983-, descubrió que tenía "muchas más
ramificaciones" de las que nunca se había imaginado. Con ella ahondaba
como nunca antes en la división entre imaginación y realidad.
"Es
la primera vez que lo cuento en público y ya me he arrepentido. Una vez
conté que me había inspirado para una novela en un autor de
radioteatro, y el lío que se montó fue descomunal. Espero que esta vez
ustedes la deformen y la cuenten rápido", ha bromeado el escritor en
medio de las risas de todos.
Kathie y el hipopótamo es
la historia de una mujer de la alta sociedad limeña que contrata a un
profesor universitario, Santiago Zavala, para que escriba un libro sobre
el viaje que ella ha realizado por Asia y África.
La obra,
estreno absoluto en España, según su autor, es "en apariencia" una
comedia en la que los personajes se ponen de acuerdo para jugar "un
juego serio" sobre el anhelo de romper el círculo cerrado de la
existencia y así protagonizan "aventuras sorprendentes, apasionadas y
feroces".
Y es que el ser humano, ha dicho, empieza a contar
cuentos desde que posee el lenguaje, y eso es lo que permite progresar,
crecer, porque "nada incita tanto el apetito de otra vida como las
ficciones".
"No solo somos lo que actuamos sino lo que deseamos y
soñamos. El ingrediente esencial de la existencia es la personalidad
secreta, la que está hecha de las fantasías, y eso es lo que he
intentado reflejar en mis novelas y en mi teatro", ha dicho Vargas
Llosa, aunque nunca lo ha hecho "tan explícitamente" como en Kathie y el hipopótamo.
El
nobel de Literatura está persuadido de que "nadie está contento siendo
solo lo que es", y ese ha sido el tema central de todo lo que ha escrito
para el teatro: "No se por qué, pero así ha sido".
"Estoy muy
contento con las ideas que ha aportado Magüi. Lo ha enriquecido con
música -la de David San José, hijo de Ana Belén- y humor, que ya había
en el original pero ahora es más importante".
Requiere, ha dicho,
una gran versatilidad de los actores, porque tienen que encarnar, a
veces en transiciones de una gran brusquedad, roles muy diferentes.
La
directora supo desde el mismo momento que el director de Artes
Escénicas del Ayuntamiento de Madrid, Natalio Grueso, le propuso dirigir
la obra que Kathie debía ser Ana Belén, un papel que ella, ha dicho,
afrontó "desde la ignorancia" y al que poco a poco ha ido encontrando
"el punto" de ironía y sentido del humor.
"No ha sido nada fácil
trabajar a la vez en el plano real y en el de lo imaginado. Requiere
mucha concentración y tener claro cada uno de los personajes", ha
reconocido la actriz y cantante, que comparte escenario con Ginés
Millán.
Grueso ha subrayado que la primera de las entregas de la producción de toda la obra dramática de Vargas Llosa, La chunga,
tuvo 20.000 espectadores en sus 58 representaciones, pero que para esta
han preferido una sala de las Naves de Matadero, porque es "una pequeña
joya" que requiere mucha más "intimidad".