jueves, 7 de noviembre de 2013

Borges canta el tango como ninguno y se lo puede escuchar en Internet

En varias conferencias que dio en 1965, el escritor habla de música, de letras y de Gardel. Editarán un CD con las cinco horas de charlas sobre el 2X4

Fina estampa. El escritor pasa entre las mesas de un café en 1981. Se definía como un “correcto desafinado” a la hora de cantar. “Tengo un oído escaso”, se justificaba / Marcello Mencarini/revista Ñ
“Creo que he sido correcto desafinando, históricamente correcto”. Así hablaba Borges, no sin antes tararear frente a su público “...
Y como un saco de huesos contra un cerco lo largué...
”. Parte de esas charlas ya se puede escuchar en Internet.
Desafinó, por ejemplo, en una de las conferencias sobre el tango dio en Buenos Aires en 1965 que, grabadas en casetes, cayeron en el olvido durante medio siglo. Cinco horas de Borges hablando de tango de las que Clarín informó en septiembre y que ayer fueron presentadas por su viuda, María Kodama, en la Casa del Lector de Madrid. Allí se anunció que la institución, dedicada a la promoción de la lectura, será coeditora, junto con la Fundación Borges, de un CD y un libro con los audios y las transcripciones de esas conferencias.
En charla telefónica con esta cronista, Kodama aclaró que ella “no conocía la existencia de las cintas hasta hace tres meses”, y que fue muy grato escuchar hablar al que fuera su esposo. También dijo que para la publicación del libro “aún falta mucho, al menos uno o hasta dos años, todavía hay mucho trabajo por hacer”.
Pero vayamos a la historia de los casetes, porque es digna de un buen cuento.
Es así: las grabaciones fueron hechas por Manuel Román Rivas, un español que emigró de chico a la Argentina y que las conservó cuando regresó a España con el correr de los años. Antes de su muerte, hace más de 10 años, Rivas se las dio a otra persona, en agradecimiento por haberlo alojado en su casa. En 2002, cayeron en manos del escritor vasco Bernardo Atxaga que las guardó durante diez años más. Conoció entonces a Edwin Williamson, autor de la biografía Borges: Una vida (Seix Barral 2007), quien corroboró que se trataba de las mismas conferencias cuya existencia mencionó el diario La Nación en 1965. Atxaga decidió que estarían mejor en el archivo de una institución que en el suyo, y por eso, en 2012, las cedió a la Casa del Lector. “Todo ha sido un azar borgiano”, expresó César Antonio Molina, director de la institución.
Kodama contó que al escritor “le gustaban los tangos de la Guardia Vieja”, y también que detestaba a Gardel: “Borges siempre decía que Gardel hizo del tango algo sentimental y llorón ”. También dijo que el escritor “tarareaba las canciones que sabía, pero las que más le gustaba eran las que no tenían letra ”.
Molina aseguró durante la presentación que en Borges, “el tango es una disculpa para hablar del mundo”, y en una de las grabaciones, el autor le da la razón al decir que “hay algo del alma argentina, a veces salvado por estos humildes autores de las orillas...” “Estudiar el tango no es inútil”, asegura el autor de El libro de arena, “porque es estudiar las diversas vicisitudes del alma argentina”.

Aunque prefería la milonga, vio en el tango nuestra alma 

Un cuarto de siglo después de muerto, Jorge Luis Borges vuelve a aparecer hablando y nada menos que de la música de Buenos Aires. Y aunque reconoce que “tango” y “gaucho” son las dos palabras que identifican al país en el mundo, otra vez vuelve a la memoria aquello que, puesto en su boca, siempre generó debate: que la verdadera representatividad musical de los barrios de la ciudad no es el tango sino la milonga.
“Creo que la milonga es una de las grandes conversaciones de Buenos Aires, como lo es también el truco, ese juego de naipes dialogado y lleno de picardías”, dijo una vez. Y hasta vapuleó a Carlos Gardel: “convirtió al tango en una especie de tragedia triste y teatral”, despachó sin piedad sobre el inventor del tango-canción.
También siempre fue conocida su postura contra el bandoneón y su aprecio por los sonidos de lo que se llama “guardia vieja”, cuando reinaban la guitarra y la flauta y había menos letra que música.
Sin embargo, Borges siempre es Borges. Y saber que existen cinco horas de grabaciones de charlas suyas que aluden al tango y que fueron realizadas hace casi medio siglo, resulta una buena noticia.
En especial, si allí hay un concepto que define a nuestra música por excelencia –que ya es patrimonio cultural de la humanidad– como “una forma de leer el alma argentina”, como una manera de eternizar su consigna elogiosa, aquella del “tango que fuiste y serás”.
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