miércoles, 15 de octubre de 2014

Crimen De-Efe


Latinoamérica criminal

El Chapo Guzmán, en el momento de su detención./elmundo.es

¿Alguien se acuerda de Matar en Barcelona? Aquel libro de Alpha Decay que reunía relatos criminales con Barcelona como paisaje con la idea de hacer un retrato asesino de la ciudad... Bien: pues la idea es más o menos la misma que enciende Latinoamérica criminal (Mondadori Random House). Sólo que, en vez de Barcelona, el escenario es un continente con 400 millones de habitantes. El lugar en el que han escrito Julio Ramón Ribeyro, Fernando Vallejo, Rodolfo Walsh o Héctor Aguilar Camín, por no poner los ejemplos de siempre.
Santiago Roncagliolo, Alejandro Zambra, Rodrigo Rey Rosa y Rodrigo Hasbun son algunos de los autores que aparecen convocados por el brasileño Daniel Galera, el autor de la estupenda 'Barba empapada en sangre'. Galera encargó los relatos para la revista 'McSweeney's', ordenó la edición del conjunto y, ahora, contesta a las preguntas de ELMUNDO.es en un correo electrónico.

No tan buenos aires

Latinoamérica criminal libro tuviese una tesis, dice Galera en el prólogo, sería la ausencia de tesis: los relatos no se parecen entre ellos, no son tan fácilmente reconocibles como latinoamericanos. A los lectores europeos, en parte, nos da un poco de pena: era muy grato tener un cliché de lo que era la narrativa latinoamericana. ¿Cómo se siente Galera hacia esa idea que tenemos de lo que es la literatura latinoamericana? ¿Por qué cree que tiende a desaparecer?
"Me parece que a literatura latinoamericana está dentro de un contexto de globalización y de posmodernidad que afecta igual a casi todas las literaturas del planeta. Las últimas generaciones de escritores se educan e inician su producción en un contexto en el que internet la tensión pre-milenio, la ruina de las ideologías, el consumismo, el narcisismo y el entretenimiento omnipresente son las marcas dominantes. Luego sumamos a esto la fuerte presencia de una estética del realismo documental, metarrelatos, collages y pastiches... Todo lo que en la literatura condujo a la aparición de estilos tales como 'ficción extraña' y lo que el crítico norteamericano James Wood llama realismo histérico. El éxito de Bolaño parece señalar la transición de la idea de que la vieja narrativa y las nuevas narrativas. Y ahí, las tradiciones regionales sufren una cierta homogeneización en nuestra cultura hiperconectada. La narrativa latinoamericana no es una excepción. Yo no lo veo como un problema. Literatura contemporánea sigue haciéndose eco de la urgente transformación de la cultura, sólo un sentimiento de nostalgia puede justificar la sensación de que se ha producido una pérdida lamentable. Si los europeos perdieron la idea clara que tenían la narrativa latinoamericana, los latinoamericanos también perdieron la idea clara que tenían de la narrativa europea".

Estancias cerradas

Alguna vez, hablando con un colega boliviano de Galera sobre eso de la literatura latinoamericana, salió una frase interesante: si la literatura estadounidense habla sobre gente que se va, la literatura latinoamericana habla de gente que debiera irse pero se queda. Un ejemplo clásico: el personaje peruano blanco que odia Lima porque es pobre y áspera pero que se queda porque, al final, en Lima sigue siendo mucho más blanco de lo que será nunca en Madrid, en Roma o en California. El relato de la argentina Mariana Enríquez del libro (la historia de una chica de clase media alta que vive en un mal barrio de Bueno Aires e intenta involucrarse en al comunidad, con consecuencias trágicas), tiene que ver con esa idea.
"Nunca lo había pensado de esa manera, pero es un argumento interesante. Pero también me llama la atención, en un segundo momento, el número de autores latinoamericanos que tienen sus carreras situadas o relacionadas de alguna manera con los Estados Unidos, Europa y otras regiones. Daniel Alarcón, Andrés Neuman, Rodrigo Fresán, sólo para nombrar los primeros que vienen a la mente".

Mala uva americana

Sobre la violencia en América Latina: a menudo, el europeo que ha pasado cuatro días en Bogotá y cinco en el DF piensa "qué paradoja, esta gente que habla tan melodioso, que parece tan laxa y tan dulce... Y después, la violencia en sus países, por lo menos en el día a día, es mucho más cruel". La historia reciente de los estudiantes desaparecidos en Guerrero, México... ¿Cómo suena esa frase? ¿Es un poco ofensiva? ¿Diría Galera que la historia de la violencia en América Latina es diferente a la de los demás rincones del mundo?
"No soy un experto en esto, pero tengo la impresión de que la violencia en los países de América Latina está más naturalmente aceptada que la violencia en otras partes del mundo. En Brasil, al menos, los asesinatos causan alarma, pero al mismo tiempo se consideran parte del paisaje y se hace poco para cambiar efectivamente la situación, como si no hubiese solución. La violencia es un impulso latente del hombre, pero se manifiesta de diferentes maneras en diferentes culturas. La violencia ritualizada, doméstica, institucional, moral y religiosa son algunas manifestaciones posibles. En algún momento se terminará, eso es lo que hay que pensar. Creo que las historias de la antología revelan esa realidad a los lectores de diferentes maneras, a través de diferentes narrativas en tema y estilo".

Barba empapada

Nos falta hablar de la violencia en Barba empapada en sangre. En la novela de Galera aparece la violencia del abuelo del protagonista (un gaucho más bien iracundo que decide desaparecer), que es la violencia del individuo contra el grupo; y está la violencia de los vecinos contra el protagonista que va a buscar a su abuelo, que es la agresión del grupo contra el individuo. ¿Cuál le parece más divertida para escribir sobre ella?
"En mi literatura, la violencia tiene una función más sociológica de papel estético: estoy interesado en la violencia como un emblema de la muerte, como una fuerza que tira de los personajes de su zona de confort, como un generador de mitos personales y colectivos y cómo invade lo imaginario. El uso de la violencia en mis libros da la idea de que hay un tipo de belleza en la violencia. O sea, es una manera de entender la belleza como un arreglo armonioso - los colores, las formas, los sonidos, las palabras - que comunica algo cierto acerca de la vida humana".