Festival de la Palabra de Puerto Rico. Los argentinos Pedro Mairal, Pola Oloixarac y Mempo Giardinelli fueron parte del encuentro de escritores
A viva voz. Con poemas y canciones, el recital de Concha Buika conmovió al público./revista Ñ |
Un festival literario en el trópico, en el viejo San Juan, isla
apenas amarrada a la isla mayor, con su panorama de bahías y cerros, y
sus adoquines esmaltados de azul. Los solares del siglo XVIII están
impecablemente conservados, como la muralla, la más extensa de América,
siempre amenazada por la vegetación, los helechos que prenden en las
juntas. Pese a los 34 grados de este otoño, los organizadores vieron
suspenderse la amenaza del huracán Gonzalo, que ahorró problemas a las
librerías que tienen sus carpas en el paseo de La Princesa. Durante
cuatro días el Festival de la Palabra, que se celebra en la capital de
Puerto Rico cada año y que ayer terminó su quinta edición, ha llevado
lectores de todas las edades hasta el casco histórico, con exactitud
hasta el “triángulo de las artes”, formado por el Teatro Tapia, el
Arsenal de la Puntilla y el escenario de la Princesa, un espacio que
desde mediados del siglo XIX y hasta los 60 del siglo pasado fue cárcel
de presos políticos.
Setenta
autores, entre ellos 31 puertorriqueños, participaron de paneles y
presentaron sus obras. Entre los invitados internacionales destacaron
los españoles Javier Cercas, Rosa Montero y Cristina Fallarás. Los
argentinos de la partida formaron un equipo inesperado: Pedro Mairal,
quien dictó un taller de literatura erótica, una Pola Oloixarac
simpática y sagaz como siempre, y Mempo Giardinelli, que, debido a un
pinzamiento durante el vuelo, quedó varado en su cuarto, y mediaron
muletas e infiltraciones.
Uno
de los temas que más marcó en el siglo XX la literatura puertorriqueña,
al igual que las literaturas de las demás antillas españolas pero con
su particularidad de seguir siendo un protectorado, ha sido la
identidad, con las complejidades y capas de herencias: la española, la
taina aborigen y la africana, debido a la esclavitud. En las últimas
décadas se sumó a ello las influencias y condiciones que le impone su
estatus como “estado libre asociado” a los Estados Unidos. Cada edificio
público lleva sus dos banderas y la organización urbana del automóvil y
las autopistas le ha ganado a las veredas y el espacio público
tradicionales de sus vecinas Cuba y República Dominicana –y esto no
tiene nada de trivial. Pero desde hace ya varias décadas, sostiene el
escritor y periodista Edgardo Rodríguez Juliá, la identidad ha sido
relegada como objeto de la inquietud literaria: “Desde hace años ya,
todos los escritores del Caribe español escribimos sobre todo en torno
de la ciudad, como en el resto de América latina”. Puerto Rico, sin
embargo, y gracias en buena medida a este Festival Literario, conquista
hoy una mayor centralidad. En 2013 el país festejó que el premio Rómulo
Gallegos, uno de los más importantes otorgados en castellano, fuera para
Eduardo Lalo, un autor que combina la narración, la poesía y aun el
dibujo, y cuya obra se publica desde hace tiempo en Buenos Aires, en la
independiente Corregidor. La misma Mayra Santos Febres, directora del
Salón Literario y de este Festival, es otro nombre propio de la
literatura puertorriquenia en las generaciones del post-boom. Y existe
aun un círculo de narradores por fuera, que se resisten a participar del
Festival por considerarlo una puesta en escena del conformismo. En todo
el Caribe, además, hay también una escena vibrante de literatura queer,
es decir, que gira en torno de temas vinculados a la identidad gay.
Al
maratónico programa de mesas redondas y presentaciones, se sumó una
agenda musical que incluyó a la talentosa cantante Concha Buika, quien
ante una audiencia colmada de seguidores, obvió el calor de fuego al
recitar textos que componen su libro, recién editado. A los que amaron a
mujeres difíciles y acabaron por soltarse es un libro más cercano al
coffee table-book e incluye fotos eróticas de ella y otras, tomadas por
ella. Buika parece querer apenas comerse el mundo.
Las mujeres fueron protagonistas
Este año el Festival de la Palabra ha estado dedicado a Julia de
Burgos, la poeta nacional de cuyo nacimiento se cumplieron cien años.
Pasionaria de las libertades civiles, emigrada y muerta con apenas 39
años, su figura sobrevoló varias mesas dedicadas a indagar en el aporte
de las mujeres a la literatura de América latina. Seguramente no fue
azar que este año también una mujer ganara el Premio Las Américas, que concede el Festival: la peruana Claudia Salazar Jiménez, con “La sangre de la aurora”. La novela narra, en un estilo fragmentario, el
pesadillesco período vivido por Perú en tiempos de Sendero Luminoso.
Salazar es limeña, docente afincada en los Estados Unidos, y esta es su
primera novela. “¿Tú eres senderista, fujimorista o neutral?”. Dice
Salazar que esta pregunta es la que más oye por su libro. “Me gusta que
haya muchas lecturas”, comenta cuando la consultamos –en uno de los
breves altos de esta maratón de diálogos. “Hubo gente que leyó el libro
como una novela a favor del Estado, otros, como senderista, otros como
neutral.” Este año el Jurado fue presidido por el peruano Fernando
Iwasaki.
Concha Buika: la artista que viaja del flamenco a la literatura porque puede
Entrevista con la música, poeta y fotógrafa española
Ella elude hablar de literatura y de libros y es bastante
extraterrestre en mucho de lo que hace –entendido, claro, como un
elogio. Su recital –ya que no podemos hablar de lectura– congregó el
viernes a sus muchísimos fans puertorriquenios en el Paseo de la
Princesa, en el casco viejo de San Juan de Puerto Rico y en la noche mas
tórrida que uno pueda imaginarse. Pequeña y sin maquillaje, desafiante y
a la vez de una sonrisa aniñada, la cantaora española Concha Buika
presentó en el Festival de la Palabra su libro A los hombres que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse.
Se trata de un libro escrito en verso libre, dedicado al tema del amor
–heterosexual y lésbico–, y con desnudos de Buika e imágenes tomadas por
ella. El conjunto arma uno de esos proyectos indefinibles entre la
confesión y el narcisismo que son una marca de la postmodernidad. Muchos
nos quedamos pensando si la presentación de sus textos, un cante jondo
acompañado solo de un cajón de percusión, fue de verdad intensa o solo
estridente –pero al público le gustó a rabiar. Una artista mayor, sin
embargo, fue la del cierre del recital, cuando cantó dos de sus clásicos
en su singular estilo neoflamenco. Buika cuenta que lleva cinco años
embarcada en la composición y letra de una ópera electrónica, de título El asesino de nombre Amar.
La conversación siguió así, pocas horas antes de que subiera al
escenario con apenas los tatuajes de versos y arabescos que ilustran sus
brazos y que ella toma por talismanes. Y descalza, desde luego:
-Escribir no es nuevo para mí; siempre he tenido una relación de amor y disfrute con la palabra en todos los ámbitos. La palabra es lo que nos condena y nos halaga, según sea; es la condena y el premio entre los humanos. Fíjate que yo desde la infancia fui una gran mentirosa; yo mentía hiciera falta o no, por costumbre. Mucho más tarde descubrí la relación entre la mentira y la ficción, porque ya sabemos que quien miente tiene pesadillas pero quien inventa, crea.
-Tu libro no solo tiene textos en prosa poética. También desnudos tuyos, fotos que tomaste, fotos eróticas y tomas de conciertos. ¿Todo cabe en un libro?
-Bueno, es que cuando yo comencé a cantar era muy pudorosa con mi cuerpo. Para afirmarme en el escenario, empecé a tomarme fotos desnuda, para conocerme físicamente. Las he incluido para que me recuerden como fui, para cuando no haya pudor porque un día tampoco habrá carne… Piensa que solo recordamos a los demás por la cara y por su ropa; rara vez conocemos el cuerpo de la gente.
-En el libro también volvés a una prosa “del puchero”, en la cual, como en tus canciones, evocás los años de miseria con tu madre y tus seis hermanos, cuando tu padre abandonó a la familia. ¿Cómo es eso de cambiar de lenguaje?
-Bueno, si, mi padre; ya se sabe que los varones son sensacionales cuando todo está bien pero desisten cuando empiezan los problemas… Pero ahora compruebo que los managers siguen un poco esa lógica pues los asustan mucho los artistas polifacéticos. De un artista se publica y se da a conocer solo lo que acepta la discográfica. Pero la verdad es que esa sumisión se ha terminado. Si un artista tiene una opinión sobre la física cuántica, hará algo con ello aparte de lo suyo, ya nada puede detenerlo. Yo encontré una nueva luz en la foto y me pasé a ella, sencillamente porque puedo.
-Escribir no es nuevo para mí; siempre he tenido una relación de amor y disfrute con la palabra en todos los ámbitos. La palabra es lo que nos condena y nos halaga, según sea; es la condena y el premio entre los humanos. Fíjate que yo desde la infancia fui una gran mentirosa; yo mentía hiciera falta o no, por costumbre. Mucho más tarde descubrí la relación entre la mentira y la ficción, porque ya sabemos que quien miente tiene pesadillas pero quien inventa, crea.
-Tu libro no solo tiene textos en prosa poética. También desnudos tuyos, fotos que tomaste, fotos eróticas y tomas de conciertos. ¿Todo cabe en un libro?
-Bueno, es que cuando yo comencé a cantar era muy pudorosa con mi cuerpo. Para afirmarme en el escenario, empecé a tomarme fotos desnuda, para conocerme físicamente. Las he incluido para que me recuerden como fui, para cuando no haya pudor porque un día tampoco habrá carne… Piensa que solo recordamos a los demás por la cara y por su ropa; rara vez conocemos el cuerpo de la gente.
-En el libro también volvés a una prosa “del puchero”, en la cual, como en tus canciones, evocás los años de miseria con tu madre y tus seis hermanos, cuando tu padre abandonó a la familia. ¿Cómo es eso de cambiar de lenguaje?
-Bueno, si, mi padre; ya se sabe que los varones son sensacionales cuando todo está bien pero desisten cuando empiezan los problemas… Pero ahora compruebo que los managers siguen un poco esa lógica pues los asustan mucho los artistas polifacéticos. De un artista se publica y se da a conocer solo lo que acepta la discográfica. Pero la verdad es que esa sumisión se ha terminado. Si un artista tiene una opinión sobre la física cuántica, hará algo con ello aparte de lo suyo, ya nada puede detenerlo. Yo encontré una nueva luz en la foto y me pasé a ella, sencillamente porque puedo.