Nacido en París en el verano de 1740, "el espíritu más libre que jamás
haya existido hasta la fecha", según la definición del poeta Guillaume
Apollinaire, Sade oficializa el malditismo literario de marcado acento
galo y que parpadea, por ejemplo, en la obra de Verlaine o Céline.
Presente en Baudelaire, Flaubert o Swinburne, su rastro anega los
márgenes del "maudit", del "rechazado", para iluminar la cultura de
siglo XIX y -otra vez Apollinaire- "dominar el XX". |