Reseña. La obra narra un día en la vida del Loco Cacanegra, quien ha sido testigo del asesinato del poeta bogotano José Asunción Silva, hipótesis retomada del gran historiador colombiano Enrique Santos Molano
Ricardo Silva Romero, autor colombiano de El libro de a envidia./eltiempo.com |
El libro de la
envidia es la más reciente novela del escritor colombiano Ricardo
Silva, conocido por sus muchas colaboraciones en distintos medios
impresos del país. Fue lanzada en abril en el marco de la Feria del
libro de Bogotá y fue promocionada como una de las grandes novedades de
la Feria, junto a los más recientes lanzamientos de Jorge Franco y Juan
Gabriel Vásquez.
La obra narra un día en la vida del Loco
Cacanegra, quien ha sido testigo del asesinato del poeta bogotano José
Asunción Silva, hipótesis retomada del gran historiador colombiano
Enrique Santos Molano. Este Loco, que es el hijo bastardo de un
consagrado gramático, se la pasa por las calles de la Bogotá de 1896
haciendo mandados y replicando el supuesto asesinato del poeta mientras
convive con los fantasmas de su infancia y de la muerte de su esposa. La
novela, que prometía ser una gran novela histórica de tono detectivesco
es para mí uno de los grandes fiascos que la literatura nacional ha
producido en los últimos años, tanto así que me tomó más de
cinco meses terminar su lectura que no puedo calificar sino de lenta y
tediosa. Pienso que el mote de novela histórica le queda grande, el
retrato que hace de la Bogotá de finales del siglo XIX no es convincente
y la estructura circular de las acciones narrativas es predecible y
prolongada.
Me desconcierta tan fastuosa publicidad y
el buen número de elogios que en su momento reseñaron esta obra como un
gran hito literarario. Me desconcierta pero no me sorprende,
porque tanta expectativa es la reafirmación de que como en todo, los
medios meten más la cucharada en la literatura de lo que deberían.
Pienso que a Ricardo Silva, a quien considero un excelente columnista,
le inflaron su novela a punta de alabanzas inmerecidas que tal vez
surgieron como pago por pertenecer al medio. No sería la primera vez que esto ocurre, pasa siempre que a alguien del medio le
da por probar con la literatura: a veces estos experimentos producen
felices resultados como La balada de María Abdalá de Juan Gosaín o
muchas de las novelas de Germán Castro Caycedo, pero en la mayoría de
ocasiones el producto es nefasto, como la insoportable y mediática ¡Salta cachorro! de Fernando Gómez, director de la Revista Bocas, de Don Juan y columnista de El Tiempo, o la melosa pero publicitada El credo de los amantes de Alberto Medina, periodista de toda la vida de grandes medios nacionales.
Así que si usted quiere disfrutar de una
buena obra de algún novelista actual le recomiendo por ejemplo El mundo
de afuera de Jorge Franco, que se sitúa en la Medellín de los Setenta y
tiene por protagonista a un delincuente patético que declama versos de
Julio Flórez, o quizás El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez, que retrata la ciudad de Bogotá a lo largo de varias décadas
del siglo XX de una manera realmente espléndida. Y no le pare tantas
bolas a la complaciente crítica de nuestros medios, puede que se
desilusione.