jueves, 9 de octubre de 2014

Libertad bajo palabra

Fugas de tinta 6
Lanzamiento
Museo Nacional
6pm
Foto: Milton Ramirez, Grupo de Divulgación y Prensa MinCultura / @fotomilton

''Tenemos la satisfacción de haber mantenido este programa durante siete años; cosa que no ha sido nada fácil y que nos llena a todos de una satisfacción muy grande'', afirma Zuleta, quien ha estado al frente del Programa Libertad bajo Palabra del Ministerio de Cultura en 15 cárceles del país, fruto de un proceso continuo de años de trabajo del que la sexta versión de Fugas de Tinta es una nueva muestra, en el esfuerzo de formar nuevos lectores y escritores, cuyo lanzamiento contará con la participación de Nahum Montt, asesor del Área de Literatura de la Dirección de ArtesVíctor MejíaDirector del taller Cárcel Buen Pastor y Coordinador del Nodo Centro RELATA, junto a Malú, exbibliotecaria de la Cárcel Buen Pastor, cuya emotiva historia conoció el país durante la presentación de la versión pasada.

“Hemos contribuido a formar personas no solo para que escriban, sino para que además sean buenos lectores, a la par de ayudar a construir nuevas bibliotecas y contribuir a que tengan nuevos lectores”, explica Zuleta con inocultable satisfacción por los notables resultados que ha obtenido el Programa. “Estamos muy contentos y creemos que este tipo de iniciativas deben continuar”, añade, insistiendo en la necesidad de contribuir y ganar nuevos espacios para la creación y el disfrute de la lectura y la escritura.


Concebido a partir de un programa piloto adelantado en cárceles de Cali, del que se publicó una primera antología, en el año 2007 el Ministerio de Cultura decide suscribir un convenio con la Red de Escritura CreativaRELATA, y el INPEC, a partir del cual se comienzan a realizar seis talleres en diferentes cárceles del país, a los que hasta la fecha se han sumado otras 9 instituciones carcelarias en todo el país, y del que hoy hacen parte Barranquilla, Bogotá,BucaramangaCaliCalarcá,CúcutaMedellínNeivaPereiraSincelejo y Tuluá.



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La lectura


¿Qué aspectos llaman su atención en el proceso creativo de Fugas de Tinta?


Destacaría la relación con una institución tan ajena a la cultura como es el INPEC, que en virtud a sus propias funciones desde luego tiene otras prioridades. De tal manera que haber sensibilizado a quienes tienen a su cargo la custodia de otras personas para hacerles entender que se trata de un proceso importante, en procura de que aprendan a quererlo y respetarlo, ha sido muy importante. Hoy hay una realidad muy distinta a la de hace siete años.


También nosotros mismos hemos aprendido a hacer mejor las convocatorias, seleccionar mejor a los integrantes de los talleres y el tipo de lecturas que puedan ser importantes para ellos, con el fin de convertirlos en mejores lectores, puesto que se trata de personas que en muchos casos han tenido dificultades hasta para terminar su educación Básica Primaria.


¿Cómo ha sido ese proceso de interesar a alguien por la lectura hasta llegar a apasionarlo por la literatura?


Lo primero es escoger una serie de muy buenas lecturas que incluyan temáticas relacionadas con el humor o situaciones con las que ellos mismos se puedan identificar, y en tal sentido hemos seleccionado obras literarias producidas en cárceles por muy buenos escritores, hasta que ya ellos mismos comienzan a pedir sus propios libros.


De hecho, los libros que ellos escriben son muy leídos entre la comunidad de internos, en la medida que hay un deseo por saber lo que ocurre en otras cárceles: ¿Qué cosas cuentan y a qué circunstancias se han enfrentado otras personas como ellos?


¿Cómo se va tejiendo esta auténtica red de escritores, pese a una situación tan adversa como es la de estar recluido en una cárcel?


Ellos quieren leer los relatos de escritores como ellos: personas que sin ser escritores y estando en una cárcel son capaces de producir un texto literario. Se trata de leer a sus pares, y las crónicas, cuentos y relatos escritos por personas como ellos que se encuentran reunidos en la colección de Fugas de Tinta: un libro que resulta ser muy apetecido y leído en todas las instituciones carcelarias.


¿Cómo son los procesos de lectura?, ¿leen en voz alta?


Durante los talleres se hacen lecturas en voz alta, pero ellos después se llevan a sus celdas algunos libros que les recomendamos y allá prefieren hacer una lectura más íntima; aunque también hemos encontrado que es frecuente el que se realicen lecturas literarias en las propias cárceles de manera espontánea, y en cárceles como las de Barranquilla o Cali es frecuente encontrar grupos de personas que se reúnen a leer en voz alta.


¿Qué leen?


A ellos les interesa leer historias relacionadas con la condición en que se encuentran, de tal manera que suele llamarles la atención lecturas relacionadas con la reclusión o que fueron escritas en la cárcel: Álvaro MutisÓscar WildeCervantes oAlejandro Dumas, por citarle algunos ejemplos. Les gustan también mucho los cuentos, por su brevedad y porque pueden leerlos en cualquier momento del día.


¿Qué tanto han incidido los recientes fallecimientos de Gabriel García Márquez o Álvaro Mutis en el gusto o interés por estos autores?


Nosotros les presentamos una serie de autores, pero también buscamos que sean ellos mismos quienes vayan descubriendo nuevos escritores. En el caso de Álvaro Mutis, les interesa mucho una obra como el Diario de Lecumberri, desde luego; así como también llama mucho su atención El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez, quizá porque su protagonista –al igual que ellos-, es una persona que también espera algo: una carta o la boleta de libertad. 


Alguna vez en la penitenciaría de Buenaventura alguien dijo que la peor cárcel era la pobreza, y eso ilustra mejor que cualquier otra explicación la relación entre una y otra situación.


¿Qué otras obras pueden llamar la atención de personas que por una u otra razón se encuentran privadas de su libertad?


Nosotros les hemos ofrecido otros autores en diferentes géneros para que tengan la posibilidad de conocer otras cosas; ellos mismos escriben muchas crónicas de vida y testimonios personales, y en tal sentido buscamos que tengan un conocimiento más amplio de géneros como la crónica, el reportaje o las historias de vida, a través de autores como Christian Valencia o Alberto Salcedo.


La escritura


¿Cómo es ese otro proceso, quizá más complejo, de enseñar a escribir?


A nosotros lo que más nos importa es romperles el miedo; de manera que lo primero que hacemos es decirles que no nos interesa si tienen buena o mala letra –allá en la cárcel sólo tienen acceso a bolígrafos y cuadernos-, o si dominan la ortografía o la gramática, porque lo importante son las historias que quieran contar.


Eso es muy importante: saber que a pesar de que lo que escriban pueda estar mal desde un punto de vista formal, eso no se les va a criticar, porque de eso no se trata el programa, y nunca haremos un comentario de carácter displicente sobre un error gramatical u ortográfico. Nos interesa que ellos cuenten y escriban sobre lo que quieran y puedan contar.


La edición del libro ya es otra cosa, pero ése es uno de los aspectos al que menos atención le prestamos, en el entendido de que es algo que debe hacerse y que ellos deben aprender a hacer, pero que no resulta esencial en esta instancia.


¿Qué tanto se editan los textos que hacen parte de una edición definitiva de Fugas de tinta?


Los cuentos, crónicas y relatos que el lector puede ver en Fugas de tinta se publican tal cual fueron escritos, porque nosotros lo único que hacemos es una corrección de carácter muy básico con relación a aspectos gramaticales y ortográficos, que resultan esenciales para la comprensión de los textos. Todo lo demás -modismos, frases inventadas o argot carcelario- se deja tal cual ha sido escrito.


¿Quiénes se destacan más, mujeres u hombres?


Aunque la producción es pareja, las mujeres tienen mucha mayor facilidad que los hombres para contar lo que les ocurre, son más arriesgadas y tienen menos miedo.


¿Alguna obra que haya llamado particularmente su atención durante todo este tiempo?


A mí me parece que de los mejores textos que se ha logrado en todos estos años de trabajo es uno que hace parte de Fugas de Tinta 3, titulado Un bien que me hace mal, porque es una historia que describe la vida de una mujer que se inyecta cocaína y recorre el país haciendo de todo: roba, se prostituye, en fin; pero que sin embargo es una historia de una belleza y una fuerza que la verdad tiene un valor extraordinario, porque además está muy bien escrita.
Juan Carlos Millán Guzmán