La trilogía Endgame propone un rompecabezas con el que conseguir una pequeña fortuna
James Frey muestra la fortuna que ofrece a sus lectores en Endgame./elpais.com |
James Frey (Cleveland, 1969) va sobrado. Se siente colono de una idea
que cambiará el entretenimiento: el transmedia. Fusión de artes para
contar una misma historia. Ficción que permea la realidad. Novela
juvenil que es a la vez un mediático concurso mundial con una pequeña
fortuna en juego: medio millón de dólares (unos 391.000 euros) para
quien resuelva primero el puzle que encierra. Franquicia que se
expandirá en cine, videojuegos, redes sociales y hasta realidad virtual.
El título: Endgame (Planeta, 2014
“Lo
hago porque es emocionante, porque es nuevo, porque es diferente. Es
fácil sentarte en tu casa y escribir un libro. Pero lo que yo quería
hacer era algo mucho más ambicioso”. Una experiencia que se expande
online y que exige al jugador que quiera la pasta del premio mucho más
que leer. Por ejemplo, instalarse en el móvil una app para estar
conectado con el resto de cazatesoros para resolver el misterio. Y ese
misterio, tanto en la ficción como en la realidad, es encontrar tres
llaves. Aunque, como recuerda el autor, “llave es un concepto muy
amplio”.
Aunque la propuesta de Endgame es novedosa (que no pionera)
para un público de masas, su argumento no deja de beber de las fuentes
más populares en el género juvenil: la ciencia ficción y la fantasía.
Hace 12.000 años, llegaron los aliens. Y crearon a la humanidad. Ahora,
están de vuelta y un gran juego se pone en marcha. Un juego al que se
enfrentan 12 jugadores, sobre los 20 años, de otras tantas facciones
humanas.
El caso es que este argumento salta mediante el enfoque transmedia a
las redes sociales, el cine e incluso la realidad aumentada, pues ya hay
un juego diseñado para esta tecnología aún imberbe con Google como
aliado. La obsesión de Frey llegó al punto de crear perfiles de Twitter y
Facebook falsos para los personajes de su epopeya. Aunque reconoce que
este trabajo, evidentemente, no es cosa de uno: “Hay muchísimas personas
que me han ayudado. Personas que han escrito y actualizado los
perfiles. Que han diseñado el juego. Que han creado puzles… Todo esto no
podría haberlo hecho solo”.
En realidad, Frey se lo debe todo a otro Willy Wonka del mundo real
que existió hace tres décadas. En 1979, Kit Williams escribió Masquerade,
una novela infantil que revolucionó a los chavales británicos por
proponer una caza de tesoros: un conejo de oro con gemas incrustadas.
“Lo leí con 10 años. Me obsesionó. Me pareció la cosa más guay que jamás
hubiera leído. Y Endgame nace de que siempre he estado pensando cómo hacer algo parecido”. El caso es que con Masquerade
se sospecha del tongo, porque la persona que descubrió el conejo de oro
era un conocido de la novia del autor. Quizás por eso la copia enviada a
los periodistas advierte: “Esta edición no incluye los códigos y URLS
necesarios para resolver el enigma que se oculta en esta novela”. No
vaya a ser que alguno gane tiempo y deje la profesión.
Aunque Frey va de Colón en el transmedia, lo cierto es que una ojeada por Google y el fenómeno crowdfunding demuestra que hay muchos artistas en esta onda. Por ejemplo, Urbance, un proyecto de serie anime que evolucionará en transmedia en el que hay metidos talentos de los estudios Ghibli de Hayao Miyazaki y de blockbusters como Tron: Legacy o Godzilla. O la película Manileños,
que pretende mezclar el documental con el arte filipino con este
mestizaje de internet y otras disciplinas. De lo que sí puede presumir
Frey es de tener una maquinaria monstruosa a sus espaldas para lanzar su
aventura en 30 países al mismo tiempo con un despliegue de los que
consiguen titulares. El autor lo tiene muy claro: “Es una revolución en
el mundo editorial. Y yo quiero estar en la vanguardia. Quiero ayudar a
inventar el futuro. Quiero crear el futuro”. Y por money no va a ser. La segunda novela de la trilogía Endgame ofrecerá más de 783.000 euros de premio. Y la última, más de un millón.