El escritor australiano gana el galardón, abierto por primera vez a los autores de EEUU
El escritor australiano Richard Flanagan, ganador del Premio Man Booker, exclusivo de lengua inglesa / Carmen Secanella./elpais.com |
El australiano Richard Flanagan ha obtenido el premio Man Booker,
abierto por primera vez en sus 46 años de historia también a los
autores de Estados Unidos, con una novela basada en las experiencias de
su progenitor como prisionero de guerra de los japoneses y trabajador
forzoso durante la Segunda Guerra Mundial, La estrecha carretera hacia el norte profundo.
Nacido
en Tasmania en 1961, Flanagan es uno de los novelistas más reconocidos
en su tierra natal, gracias a una dilatada obra a sus espaldas que ha
sido publicada en más de una veintena de países, incluida España. El
lugar de origen del vencedor ha cobrado especial relevancia en la primera edición del Booker
que seleccionó a sus finalistas entre novelistas que escriben en inglés
y con independencia de su procedencia. La decisión de ampliar el
elenco, hasta ahora restringido a los autores del Reino Unido, los
países de la Commonwealth, Irlanda y Zimbabwe, había generado divisiones
en el mundillo literario ante el temor de que la lista de contendientes
acabara copada por algunos de los pesos pesados de la literatura
americana.
Finalmente no fue así, porque los seis nombres que anoche atendieron
al fallo del jurado durante una gala en Londres correspondían a un
equilibrio territorial muy salomónico: tres británicos (uno de ellos
originario de la India), dos estadounidenses y un australiano.
Richard Flanagan ha logrado imponerse con el relato de una historia
de amor que se prolonga a lo largo de medio siglo, y que toma prestado
el título de uno de los libros más famosos de la literatura japonesa,
escrito por el poeta Basho. Su protagonista es víctima, como lo fuera el
padre del autor del libro, del cruel empeño del ejército japonés en
construir una carretera entre Tailandia y Birmania utilizando como mano
de obra a los prisioneros de guerra.
Las quinielas, que apuntaban como favoritos al inglés Howard Jacobson, con una novela ubicada en un mundo en el que resulta peligroso hablar del pasado (titulada simplemente J), y al londinense nacido en Calcuta Neel Mukherjee, autor de La Vida de Otros
que aborda el choque generacional en el seno de una familia india,
volvieron a errar como viene siendo tradición en las veladas del Booker.
Completaban la lista de aspirantes la escocesa Ali Smith, que firma las
historias entrelazadas de una adolescente que ha perdido a su madre y
la de un artista de la Italia del Renacimiento (How to Be Both),
junto a los trabajos de dos autores estadounidenses que también se
quedaron en la antesala: Joshua Ferris en su relato de los avatares de
un dentista que ve robada su identidad en las redes sociales (To Rise Again at a Decent Hour), y Karen Joy Fowler con la novela sobre una de las familias más disfuncionales de la ficción moderna (We Are All Completely Beside Ourselves).
Los miembros del jurado han destacado que la presente edición del Man
Booker confirma el resurgir de la novela contemporánea en contraste con
los libros históricos que dominaron en los últimos años y que en el caso de la británica Hilary Mantel le merecieron un doblete como galardonada gracias a sendos relatos ambientados en la corte de Enrique VIII.
Todas las obras finalistas hablan del presente o de un pasado reciente
pero que se aborda desde una perspectiva contemporánea, y en dos de los
casos (Ferris y Jacobson) la presencia de plataformas como Twitter
cobran tanto protagonismo como los propios personajes.