miércoles, 20 de mayo de 2015

Una librería con conciencia política

Más de 60 años después de su apertura, City Lights, la librería beatnik de San Francisco, sigue atrayendo lectores de todo el mundo


Librería City Lights en San Francisco./revistaarcadia.com


En el imaginario popular, San Francisco (California) es sinónimo de innovación, ideas transformadoras y contracultura. Desde la década de 1940 la ciudad ha sido un imán que ha atraído inventores, soñadores, pensadores y artistas innovadores. La ciudad junto a la bahía ha sido el epicentro de una serie de cambios que han transformado la sociedad estadounidense y global de forma definitiva. Y en el vértice de gran parte de esos cambios ha estado City Lights, una pequeña librería y compañía editorial, que ha sido el corazón literario de San Francisco por más de medio siglo.
Ubicada entre las zonas de influencia china e italiana de San Francisco, rodeada de tratorias, clubes de strippers, la pirámide Transamérica (el edificio más alto de San Francisco), bares regentados por taiwaneses, hoteles de media pensión, y el famoso café Vesubio, la librería es conocida por ser el lugar donde se gestó el llamado renacimiento de San Francisco en la década de 1950, que antecedió al movimiento por los derechos civiles, el auge del feminismo, la contracultura hippie y la oposición a la guerra de Vietnam.
Fue en City Lights donde se cuajó una nueva forma de prosa y poesía, cuyos miembros serían agrupados con el remoquete de generación Beat. El grupo liderado por Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs maduró y adquirió prominencia entre los muros del vetusto edificio de City Lights. Los Beatniks, como se les conoce, hicieron de este lugar su base de operación. La editorial fue creada para publicar y divulgar el trabajo de los poetas de la generación Beat que tenían dificultad en publicar su trabajo con editoriales más comerciales.
En la década de 1950, en los conservadores años de la posguerra la librería lideró un movimiento por la divulgación de un nuevo tipo de prosa y poesía, que defendía una versión de la sociedad diferente a la que proponía la administración de Eisenhower. En el camino se encontraron con la resistencia de esa Norteamérica que defendía la guerra y la marginación de grandes sectores de la sociedad.
Ubicada en el número 261 de la Avenida Columbus, que corta diagonalmente la ciudad, City Lights ocupa todo el edificio Artigues en la zona de North Beach que no ha perdido el aura de contestación y contracultura que adquirió desde que la librería fue inaugurada en 1953.  Ese año el poeta Lawrence Ferlinghetti decidió crear una revista literaria que bautizó City Lights en honor a la película homónima de Charles Chaplin. Ferlinghetti, hombre de ideología anarquista, tenía la idea de abrir una librería siguiendo el camino de su amigo George Whitman en París quien había inaugurado Mistral (que posteriormente se convertiría en la mundialmente famosa Shakespeare & Co.). Dotado de una mente literaria y defensor de la educación popular, Ferlinghetti, consciente de la necesidad de libros de bolsillo a bajo costo, y decidido a emprender el quijotesco oficio de librero, abrió City Lights. Siguiendo el espíritu anarquista de su fundador, el entonces pequeño local decidió enfocarse en la venta de ediciones de bolsillo y revistas alternativas de poca tirada.
Desde su creación la librería ha mantenido viva esta actitud anarquista: uno puede ir simplemente a sentarse y leer el libro que quiera y hay una sección de usados que representa bajos márgenes de ganancia. Además, City Lights programa lecturas de poesía para ayudar a diferentes causas. El hecho de ser la primera librería especializada en ediciones de bolsillo, la convierte en un establecimiento popular, con precios muy bajos.
Fiel al espíritu libertario de Ferlinghetti, la librería anima a la gente a que se quede el tiempo que quiera sin la mirada intimidante de los empleados apuntando a su espalda. Cientos de personas autodidactas afirman haberse educado gratis gracias a City Lights. Acá no se encuentran best sellers ni libros de editoriales conocidas, únicamente libros de bolsillo. Por instinto anarco, Ferlinghetti desconfía de las ganancias porque estás implican el pago de impuestos al gobierno y se rehúsa a aceptar fondos oficiales para la promoción de las artes, que suelen recibir las editoriales pequeñas.
Fue en el sótano de la librería donde se montó la editorial City Lights. Sus propietarios se dieron cuenta que la demanda de libros de bolsillo era enorme. Ferlinghetti había observado en París las librerías que también imprimían títulos y tuvo la idea de hacer lo mismo en San Francisco con pequeñas ediciones de libros de poesía en el formato de bolsillo. Con el aumento de la demanda, Ferlinghetti decidió expandir la tienda hacia el sótano, lugar donde Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Neal Cassady solían pasar su tiempo leyendo, escribiendo, fumando tomando vino y ligando.
En 1956 la editorial publicó Howl (Aullido) el poema seminal de Allen Ginsberg con alusiones al consumo de drogas y la homosexualidad. Howl denunció el daño que la sociedad hizo a su generación y marcó el camino a una serie de poetas indomables en las décadas por venir. Ginsberg había leído el poema en octubre de 1955 en la Six Gallery de San Francisco, en una velada inmortalizada por Jack Kerouac en Los vagabundos del Dharma. El poeta había escrito la pieza para sí mismo, sin intención de publicarlo. Ferlinghetti estaba esa noche en la galería y reconoció de inmediato a Ginsberg como la nueva gran voz de la poesía estadounidense. Howl fue un éxito inmediato, uno de los mayores de City Lights.
Pero las cosas se complicaron. En junio de 1957 oficiales de policía arrestaron a Ferlinghetti con cargos de obscenidad y corrupción a la juventud del país (Ginsberg se encontraba visitando a William Burroughs en Tánger y no fue acusado). Comenzó un juicio que fue un importante precedente frente a las limitaciones a la libertad de expresión. Durante el proceso, destacados escritores e intelectuales testificaron en favor de la obra de Ginsberg. Finalmente Howl fue permitido bajo la Primera Enmienda que garantiza la libertad de expresión, se retiraron los cargos y se reconoció su significado social. La exposición pública en todo el país hizo que las ventas del libro se dispararan, iniciando una revolución de la literatura underground, que catapultó el nombre de Ginsberg hasta niveles que él mismo consideraba intolerables.
En 1958 se habían publicado 20.000 copias del poema. Y para 2014 ya era uno de los libros más vendidos en la historia de Estados Unidos con un millón de copias. La decisión judicial sentó un precedente para otros libros “polémicos” como  El amante de lady Chatterley de D.H. Lawrence y Trópico de Cáncer de Henry Miller. Howl, contribuyó al renombre de City Lights como una editorial asociada con la libertad de expresión. Ginsberg siempre tuvo una relación de intimidad con la librería a la que en The fall of America, llama simplemente “mi hogar”.
Hoy el sótano de City Lights alberga obras de no ficción, con secciones como estética de la mercancía, guerra de clases, estudios del performance, estudios queer, medicina popular, anarquismo, continentes expoliados y diversas categorías que no se encuentran en otras librerías en el país. Cada sección está a cargo de un especialista en el tema, que está atento a intercambiar ideas con los clientes y guiarlo a través de los títulos.
La poesía está ubicada en el segundo nivel, mientras que en el primero se encuentran  obras de ficción de autores de todo el mundo, revistas literarias alternativas, libros de arte y publicaciones editadas por City Lights. Una reducida alcoba en la trastienda contiene libros de editoriales muy pequeñas y revistas de vanguardia. Dos pequeñas habitaciones en el tercer piso albergan la mayor colección de poesía de las librerías de la costa Oeste de los Estados Unidos, con secciones separadas de poesía beatnik y antologías poéticas.
La librería abre hasta la media noche, y es común ver gente a esa hora ojeando en búsqueda de alguna buena novela para llevarse a casa. City Lights ya no tiene problemas con la censura, sino con los ladrones de libros. De vez en cuando,  llegan sobres firmados por antiguos hippies que aseguran haber llevado su filosofía anticapitalista muy lejos y arrepentidos por haber robado libros hace treinta años, acompañan las misivas con cheques por decenas de dólares. Por toda la librería hay notas de puño y letra de Ferlinghetti donde invita a los visitantes a “guardar su teléfono celular y vivir el momento presente”,  asegurando que “la tinta es el explosivo más potente”, y exhorta a “liberar la prensa del capitalismo corporativo”.
Hoy City Lights publica no sólo poesía y obras de ficción, sino libros con temática social y política. La librería es conocida por su firme compromiso por generar un impacto en la cultura del país mediante la promoción de libros sobre la democracia radical y las políticas progresistas. Para los habitantes de San Francisco, City Lights representa el espíritu de libre pensamiento de la ciudad y aún es el foco de su vida literaria.
De compartir un pequeño espacio en el edificio Artigues, se ha expandido para cubrir todo el conjunto arquitectónico. Con el paso del tiempo el espíritu de contestación y rebeldía ha menguado pero no ha desaparecido. Sigue siendo un centro de protesta y un imán para gente de ideas revolucionarias, que aún sueña con cambiar la sociedad, y para escritores que recelan del capitalismo editorial.
A través de los años, la editorial ha publicado el trabajo de escritores que se han incorporado al canon literario de Occidente. Además de autores de la generación Beat como Jack Kerouac, Gregory Corso y Diane Di Prima, nombres como Charles Bukowski, Georges Bataille, Paul Bowles, Pier Paolo Pasolini, Ernesto Cardenal, Juan Goytisolo, Noam Chomsky y Antonin Artaud, forman parte de su catálogo.
Refugio de artistas, escritores, cineastas y otras almas descarriadas, City Lights es hoy un lugar que forma parte del patrimonio cultural de San Francisco. El establecimiento es visitado cada año por decenas de miles de personas y es uno de los lugares turísticos más frecuentados en North Beach. Aunque se ha perdido parte del aura contracultural que alguna vez la caracterizó, la librería sigue atrayendo a lectores de todo el mundo, seguros de encontrar alguna joya perdida entre sus anaqueles.