El director de Hiroshima mon amour y El año pasado en Marienbad ha fallecido en París. A sus 91 años tenía una de las filmografías más importantes del cine europeo
Alain Resnais fotografiado en el festival de Cannes en 2012. / Reuters./elpais.com |
Alain Resnais, decano de la Nouvelle Vague, movimiento al que no
perteneció plenamente (como Agnés Varda, Jaques Demy o Chris Marker
estaba más cerca de la llamada corriente de la Rive Gauche ) ha muerto en París a los 91 años. Tras él queda una filmografía repleta de títulos memorables, como Hiroshima mon amour, La guerra ha terminado u On connait la chanson. Hombre inclasificable y de contagiosa vitalidad, trabajó mucho más allá de la jubilación.
Resnais no ha cesado de experimentar a lo largo de su dilatada y
prestigiosa carrera. Inclasificable, constantemente revolucionando el
séptimo arte, acababa de recibir el premio Adolf Bauer en el festival
Berlín, el que recompensa las obras que “abren nuevas perspectivas” al
cine por su último trabajo, Amar, beber, cantar , que
saldrá en las salas francesas a finales de mes. El cineasta, que
preparaba ya su próxima película, murió a los 91 años el sábado por la
noche, al día siguiente de la gala de los César, un galardón que recibió
hasta en cinco ocasiones.
Resnais era la encarnación misma del cine francés, capaz de aunar una
“inmensa popularidad con una notable exigencia artística”, según
destacó en la radio pública la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti.
“Siempre estaba allí donde no se le esperaba (…) Incluso a los 91 años
sabía abrir nuevas vías”, añadió, en referencia a su último trabajo.
“Francia ha perdido a uno de sus mayores cineastas”, lamentó por su
parte el presidente François Hollande. “Recibió todas las distinciones y
todos los premios. Pero lo que contaba para él, siempre era la próxima
creación”, concluyó.
“Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a
secas”, reaccionó Gilles Jacob, presidente del Festival de Cannes, que
recompensó al director en 2009 por el conjunto de su carrera, aunque
nunca llegó a darle la prestigiosa Palma de oro. “Se ha pasado la vida
buscando y encontrando. Está vivo”, añadió Jacob, quien reclamó unos
funerales nacionales para el director, al igual que hizo Italia cuando
murió Fellini. De no hacerlo, sería “un abandono de gloria”.
Nacido el 3 de junio de 1922 en Vannes, en la Bretaña francesa, donde
su padre era farmacéutico, se inició adolescente al arte
cinematográfico. Con tan solo 13 años realizó su primer corto metraje y
en 1943 se inscribió en el IHEC, la escuela de cine, en la sección de
montaje, una disciplina cuya maestría demostró primer en sus sucesivos
cortos, como Van Gogh (1948), premiado con un Oscar, Guernica (1950), Les statues meurent aussi (1953) y le Chant du styrène (1958). Culminó con el documental La noche y la niebla (1956), verdadero pistoletazo de salida a su carrera.
Se estrenó a lo grande en el largometraje de ficción con su mítica Hiroshima, mon amour,
basada en el guión de Marguerite Duras. Era la primera película en no
respetar la narración lineal y lo consagró así como uno de los padrinos
de la Nouvelle Vague. El propio Jean-Luc Godard admitiría más
tarde sus celos por aquella revolucionaria película. A los dos años,
siguió otra obra magistral, El año pasado en Marienbad (1961),
escrita con el padre del Nouveau roman, Alain Robbe-Grillet, película
misteriosa y provocadora por la que recibió el León de Oro de la Muestra
de Venecia.
En 1963, volvió a un cine más político con Muriel, donde abordaba entre otros el espinoso tema de la tortura en Argelia, y en 1966 con La guerra ha terminado,
con guion de Jorge Semprún, quien se inspiró en su exclusión dos años
del Partido Comunista Español. En 1967, participó en la película
colectiva Lejos de Vietnam, en solidaridad con el pueblo vietnamita.
Como destacaba este domingo el diario Liberation, es difícil
encontrar en los archivos una mala crítica de Resnais: sus películas
eran magistrales o “simplemente buenas”. En su extensa filmografía
siguieron entre otros Te amo, te amo (1968), Staviski (1973), Providence (1976), Mi tío de América (1980), La vida es una novela (1983), Muerte al amor (1984), Mélo (1986), Smoking/No Smoking (1993) o su gran éxito, On connait la Chanson (1997). Más recientemente había realizado En la boca no (2003), Asuntos privados en lugares públicos (2006), Les herbes folles (2009), recompensada con el Premio Excepcional del Jurado de Cannes, y Vous n’avez encore rien vu (2012).
Muy querido por sus compañeros, elegante, educado, siempre amable,
sonriente, amante de la cultura clásica como de la popular, en
particular la estadounidense de los musicales y del tebeo, la avalancha
de reacciones durante el día daban idea de la importancia de la pérdida.
Un “devastado” Pierre Arditi, actor fetiche del cineasta a partir de
los ochenta junto a su esposa Sabine Azéma y a André Dussollier, recordó
en la televisión BMF que “nada se parece menos a una película de
Resnais que otra película de Resnais, siempre estuvo experimentando sin
nunca copiar lo hecho anteriormente”. Aunque sin duda la gran pena para
los amantes del séptimo arte, como resumía el delegado general del
Festival de Cannes, “no es tanto que haya muerto Alain Resnais, es que
ya no habrá películas de Alain Resnais”.