El escritor colombiano Pablo Montoya obtuvo el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por su texto Tríptico de la infamia
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Pablo
Montoya, nacido en Barrancabermeja (Santander) en 1963. /Cristian
Garavito./elespectador.com, eltiempo,com,revistaarcadia.com |
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Tríptico de la infamia de Pablo Montoya, Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. |
En la tarde del jueves 4 de junio, el escritor colombiano Pablo Montoya
fue galardonado con el Premio Internacional Rómulo Gallegos por su
novela Tríptico de la infamia (2014). El jurado, conformado
por la venezolana Mariana Libertad Suárez, el ecuatoriano Javier
Vásconez y el puertorriqueño Eduardo Lalo, eligieron la novela de
Montoya como el mejor libro de habla castellana de 2015.
Además, entre los autores
preseleccionados también se encontraban los colombianos Héctor Abad
Faciolince (La oculta), Piedad Bonnett (Lo que no tiene nombre) y Óscar Collazos (Tierra quemada).
Entre los autores que han sido premiados se encuentran Mario Vargas
Llosa (1967), Gabriel García Márquez (1972), Javier Marías (1995),
Fernando Vallejo (2003), Elena Poniatowska (2007), William Ospina (2009)
y Ricardo Piglia (2011).
Los tres artistas, Jacques Le Moyne, cartógrafo y pintor de Diepa;
François Dubois, pintor de Amiens, y Théodore de Bry, grabador de Lieja,
van escribiendo la historia y se enfrentan por distintos caminos a la
fascinación del mundo recién descubierto, pero también al exterminio y
el despojo que se llevan a cabo a ambos lados del Atlántico.
Son, cada uno a su manera, testigos, beneficiarios y
víctimas de las grandezas e iniquidades de su tiempo, y de ello dan
cuenta con las herramientas de su oficio. Con una prosa de gran factura y
una sorprendente capacidad para dar materialidad al relato, Montoya
logra sumergir al lector en la historia y recuerda, a través de
testimonios asombrosos, los horrores de la Conquista y de las guerras
religiosas que marcaron el destino de tantos hombres.
La historia está situada en
el siglo XVI, época agitada a causa de la brutal conquista de América y
los conflictos religiosos entre protestantes y católicos. Al mismo
tiempo se da el renacimiento en Europa, periodo marcado por
significativos cambios y descubrimientos.
La novela cuenta la historia de tres artistas franceses y protestantes
que, en medio de su proceso de formación, se ven envueltos en igual
número de masacres que influenciarán sus obras y cambiarán sus vidas.
Esta
novela fue creada a través de una extensa investigación y una serie de
viajes que el autor realizó desde 1997. Si bien la novela gira alrededor
de la conquista de América, presenta una visión distanciada de la
misma, ya que son ojos europeos los que la presencian y retratan.
Además, reflexiona acerca de cómo la violencia estremece e influye en los procesos de creación artística.
La primera parte está protagonizada por el cartógrafo y pintor Jacques
Lemoine que viaja a Florida en una expedición y se ve fascinado por el
arte relacionado con los tatuajes de los nativos. El personaje también
presencia la destrucción de un asentamiento protestante a manos del
ejército católico español.
En la segunda parte se narra la historia del pintor Francois Dubois,
quien vivió la masacre de San Bartolomé, ocurrida en París en 1572,
cuando dos mil protestantes fueron asesinados por ciudadanos católicos.
La última parte de la novela está dedicada a Théodore de Bry, un artista
del grabado que dedicó gran parte de su obra a retratar el exterminio
indígena en América.
Pablo Montoya habla sobre lo que él considera la mayor fisura de nuestra
historia: la violencia absurda que rodeó el periodo de la conquista de
América. El libro concluye que la llegada de los europeos a nuestro continente no es motivo de celebración,
más bien, representa una gran tragedia histórica y es una muestra de
los alcances humanos en sus momentos más descontrolados y oscuros.
Montoya es escritor y profesor de
literatura de la Universidad de Antioquia. Ha publicado libros de
cuentos, ensayos y novelas, entre las que se destacan La sed del ojo (2004), Lejos de Roma (2008) y Los derrotados
(2012). Había obtenido el Primer Premio del Concurso Nacional de Cuento
Germán Vargas en 1993. En 1999, el Centro Nacional del Libro de Francia
le otorgó una beca para escritores extranjeros por su libro Viajeros. Un año más tarde, el libro Habitantes ganó el Premio Autores Antioqueños y, en 2005, Réquiem por un fantasma fue premiado por la Alcaldía de Medellín.
El
Premio de Novela Rómulo Gallegos se entregó por primera vez en 1967 y
el ganador fue Mario Vargas Llosa. En esta oportunidad recibió 162 obras de
17 países, es considerado uno de los galardones más prestigiosos de la
literatura hispanoamericana que también recibieron, en su momento,
plumas como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Fernando del Paso,
Arturo Uslar Pietri, Javier Marías, Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas,
Elena Poniatowska y Ricardo Piglia, entre otros.
Según informaron los organizadores del premio, por Colombia se postularon 60 obras literarias.
El narrador puertorriqueño Eduardo
Lalo obtuvo el galardón en 2013 por Simone. La edición 2015 del
reconocimiento literario será entregada en un acto público el próximo 2
de agosto. El galardón tiene un premio de US$100.000 para el autor de
la novela ganadora.
"Soy un escritor muy poco visible en la literatura latinoamericana": Pablo Montoya
El escritor colombiano expresó su asombro tras ganar el premio Rómulo Gallegos.
El escritor colombiano Pablo Montoya, flamante ganador de premio de literatura Rómulo Gallegos, expresó su "perplejidad y asombro" tras resultar galardonado en Venezuela por su obra "Tríptico de la infamia".
"Soy un escritor muy poco visible en el ámbito de la literatura latinoamericana, un poco más visible en la literatura colombiana. Mis libros no se consiguen en ningún otro país fuera de Colombia, entonces no pensé que me iban a dar ese premio", admitió.
"De alguna manera, uno siempre piensa qué pasaría si se ganara ese premio. Me
siento muy contento y muy honrado de haber ganado este premio tan
importante", aseguró Montoya desde la ciudad argentina de La Plata,
donde se encuentra para dar clases como profesor invitado en la
universidad local.
El escritor colombiano cree que el jurado vio "la originalidad del tema" en "Tríptico de la infamia", su última novela que trata sobre la vida de tres pintores que se enfrentan a las grandes turbulencias provocadas por las guerras de religión y la conquista de América.
"Es una novela muy visual, afianzada profundamente en el poder de las imágenes. Creo que eso convenció al jurado", reflexionó.
Precisamente, es ese diálogo entre la imagen y la pintura uno de los puntos fuertes de "Tríptico de la infamia", en la que según su autor, "prevalece la capacidad de asombrarse y de dialogar desde la poesía con la imagen".
Para Montoya, el jurado también valoró la extensa investigación que sustenta la historia de la novela y "la actualidad del tema", que reflexiona sobre "la persistencia de los extremismos religiosos".
"Esta novela dialoga mucho con este momento actual que vive occidente enfrentado con esos extremismos", consideró Montoya.
El escritor nacido en Barrancabermeja (centro de Colombia) ahora se esperanza con que este reconocimiento influya para sumar nuevos lectores en la región.
"Todo depende de la editorial. Vamos a ver qué sucede, pero inicialmente pienso que la edición se hará en otras partes de América Latina porque es un premio con resonancia internacional", concluyó.
Tríptico de la infamia
El escritor santandereano nos presenta una visión aguda de la
Europa del siglo XVI, marcada por las guerras de religión y el encuentro
con América.
¿Cuánto tiene su novela de historia y cuánto de ficción?
La
novela trata sobre tres pintores que vivieron en el siglo XVI. Gran
parte de su vida está recreada en mi trabajo, pero de igual forma existe
un gran espacio que surgió de la invención literaria. La novela refleja
un vaivén entre la invención literaria y la verdad histórica.
¿Por qué elegir como escenario la Europa del siglo XVI?
Quería de alguna manera acercarme a las guerras de
religión y la conquista de América porque me parecen momentos
importantes que van a jalonar la modernidad. Como continente somos un
producto de esa modernidad. Me interesaba también acudir a los momentos
claves en que América empieza existir como nueva sociedad.
En ese sentido, ¿cuál cree que fue el impacto que tuvo el encuentro de Europa con el Nuevo Mundo en el campo artístico?
El
reconocimiento del otro fue tortuoso y lento. En el siglo XVI los
europeos reconocen en América la existencia de un “salvaje”, que es
digno de catequizar y evangelizar porque es antropófago y al cual se
asignó una representación de lo demoniaco. Pero en medio de todo ello
existen sensibilidades en Europa que logran ver en el indígena una
presencia digna de respeto.
¿Se refiere a alguna en particular?
Por
ejemplo, los ensayos que Montaigne dedica a ese proceso de
descubrimientos en América, en los cuales reconoce el valor de las
sociedades precolombinas.
¿Por qué no eligió a Alberto Durero para su obra?
A
pesar de que pintó ciertos animales del trópico y fue muy sensible al
arte azteca, no tuvo una confrontación directa con América, porque murió
en el momento en que la conquista empezaba a tener sus consecuencias,
mientras que Théodore de Bry fue muy importante para la representación
de América en el imaginario europeo.
¿En qué se basa esa elección?
Específicamente en sus vivencias, ya que me permitieron recrear el fresco artístico que intento crear en Tríptico de la infamia.
Uno
de los retos de la novela histórica es que el lector ya sabe cómo
perecieron los personajes y el escritor debe crear una nueva narrativa
para superar ese final. ¿Qué hizo para lidiar con ello?
La
novela se llama Tríptico de la infamia porque tiene una relación muy
fuerte con el aspecto pictórico. Así, está divida en tres partes: la
primera dedicada a Jacques Le Moyne, la segunda a François Dubois y la
tercera a Théodore de Bry. Es así como el lector puede encontrar tres
apartados que son aparentemente independientes, pero puede establecer
puentes entre los tres. Como un tríptico.
¿Por qué eligió varios narradores para la novela?
La
primera parte está escrita en ritmo vivaz. La segunda parte en primera
persona, una narración introspectiva, por el desgarramiento que producen
en Dubois las experiencias de las persecuciones religiosas. Y en la
tercera parte aparece la propuesta de un narrador metaficcional, que va
contando qué está pasando con Théodore de Bry pero al mismo tiempo
describe la novela. Y en esa parte no está sólo el narrador ficcional y
metaficcional, sino que existen varias voces de los personajes. Una
apuesta polifónica.
La novela sobresale por la combinación fascinante de géneros literarios. ¿Por qué arriesgarse?
Me
parece que la novela histórica ofrece la posibilidad de mezclar
narradores y géneros literarios. Existe un juego permanente en difuminar
las fronteras de los géneros. La esencia de la narración está fundada
en mi perspectiva de la poesía, y son numerosos los pasajes penetrados
de un ambiente poético.
¿En qué género literario se siente más cómodo?
Pienso
que la novela es un género muy flexible que puede incluir todas las
formas literarias habidas y por haber, tanto en Tríptico de la infamia
como en mi novela anterior, Los derrotados. Considero la novela un
espacio para la confluencia de géneros, juegos espacio-temporales,
diálogos con el presente y el pasado, y en ese sentido me permite esas
posibilidades.
Hablemos un poco de su método de trabajo en la creación del libro.
Tríptico
de la infamia fue un trabajo que me llevó muchas lecturas. En algún
momento pensaba que no iba a escribir una novela sobre estos pintores
por el universo tan abigarrado al que me enfrentaba, pero como gané una
beca de la Alcaldía de Medellín, me sentí con la presión para escribir, y
lo hacía todos los días. Estaba completamente concentrado en la novela.
En cuatro meses escribí 300 páginas. Luego gané una beca en Alemania y
logré tener un tiempo para profundizar un poco más, viajar por varias
ciudades de Europa. Estaba las 24 horas en función de ese libro.