jueves, 9 de octubre de 2014

Minucias cotidianas

 Un centenar de irónicos textos de Juan Villoro planean entre la literatura y el reportaje, la ficción y la realidad

Juan Villoro, en el Café del Centre de Barcelona./Joan Cortadellas./elperiodico.com

Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), narrador y cuentista de primera fila, se ha convertido por derecho propio en una referencia para la literatura mexicana contemporánea y, por extensión, para la literatura escrita en español. Su obra ensayística es también una referencia inexcusable porque Villoro tiene un instinto lector avispado, diría que único. Ha sido capaz de abrir nuevas lecturas de textos cuyas sentidos parecían ya finiquitados.
Una de las condiciones que sostienen toda su obra viene determinada por estar en contacto con la realidad de una forma particular. Villoro ha dedicado cientos artículos a esa cotidianidad como columnista en numerosísimos medios de comunicación.
Tras recopilar ahora cien artículos presenta ¿Hay vida en la Tierra?, libro que recoge la minuciosidad con la que Villoro percibe lo real. El libro, como ha contado el propio Villoro, surgió «de la tensión entre los desastres nacionales, los desastres de la modernidad y las posibilidades de tolerarnos». Si para Villoro hacer literatura significa «imaginar un destino para lo que desaparece» escribir sobre la cotidianidad significa «buscar [los cuentos] en la vida que pasa como un rumor de fondo, un sobrante de la experiencia que no siempre se advierte».
No es solo que Villoro tenga un escritura franca y feliz capaz de encontrar la palabra justa («Sólo una cosa cuesta más trabajo que ser feliz: demostrarlo»; «Los derechos humanos son tan generosos que incluyen nuestra neurosis»; «La amistad es una ventanilla de quejas en la que relatas las últimas canalladas de las que eres víctima»; «El calendario es un juego de la oca donde toca descansar a la fuerza»). En un libro como este demuestra ad nauseam que su literatura trata de presentar lo que sucede en México, pero también, y sobre todo, lo que le ha sucedido en todos los lugares donde Villoro ha vivido, es decir, lugares ligados a su escritura.

Ironía y realidad

Irónico, caricaturesco, loco inspirado por una anécdota elevada a categoría y brillante en busca de un país que lo entienda, Villoro escribe unos textos inspirados en una realidad por momentos hilarantes.
Todos y cada uno de estos ¿relatos? ¿piezas periodísticas? ¿cuentos basados en hechos reales? juegan a convertirse en textos irónicos donde el tumulto ensordecedor de la realidad ha de ser tamizado por la mirada conspicua de un narrador que se sabe en el terreno fronterizo que media entre la literatura y el reportaje, entre la ficción y la realidad. Lo decisivo está en mirar la ficción como realidad y la realidad como si fuera ficción. De este modo, el malentendido o las propias paranoias del cronista Villoro encienden -e incendian- las narraciones y crean equívocos estupendos protagonizados por familiares, amigos o desconocidos.

El reportaje y la ficción

Alumno aventajado de Carlos Monsiváis y Augusto Monterroso (el reportaje y la ficción en estado puro, respectivamente) este Villoro cronista del presente es el resultado de la inquietante unión de una inteligencia accesible, de una inconformidad con el presente y de una más que necesaria utópica mirada hacia el futuro. Si hay vida en la Tierra la prosa de Villoro ha sabido contarla y, a pesar de todo, denota un optimismo inextinguible por un planeta alocado.