Un centenar de irónicos textos de Juan Villoro planean entre la literatura y el reportaje, la ficción y la realidad
Juan Villoro, en el Café del Centre de Barcelona./Joan Cortadellas./elperiodico.com |
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), narrador y
cuentista de primera fila, se ha convertido por derecho propio en una
referencia para la literatura mexicana contemporánea y, por extensión,
para la literatura escrita en español. Su obra ensayística es también
una referencia inexcusable porque Villoro tiene un instinto lector
avispado, diría que único. Ha sido capaz de abrir nuevas lecturas de
textos cuyas sentidos parecían ya finiquitados.
Una de las
condiciones que sostienen toda su obra viene determinada por estar en
contacto con la realidad de una forma particular. Villoro ha dedicado
cientos artículos a esa cotidianidad como columnista en numerosísimos
medios de comunicación.
Tras recopilar ahora cien artículos presenta ¿Hay vida en la Tierra?, libro que recoge la minuciosidad con la que Villoro percibe lo real. El libro,
como ha contado el propio Villoro, surgió «de la tensión entre los
desastres nacionales, los desastres de la modernidad y las posibilidades
de tolerarnos». Si para Villoro hacer literatura significa «imaginar un
destino para lo que desaparece» escribir sobre la cotidianidad
significa «buscar [los cuentos] en la vida que pasa como un rumor de
fondo, un sobrante de la experiencia que no siempre se advierte».
No es solo que Villoro tenga
un escritura franca y feliz capaz de encontrar la palabra justa («Sólo
una cosa cuesta más trabajo que ser feliz: demostrarlo»; «Los derechos
humanos son tan generosos que incluyen nuestra neurosis»; «La amistad es
una ventanilla de quejas en la que relatas las últimas canalladas de
las que eres víctima»; «El calendario es un juego de la oca donde toca
descansar a la fuerza»). En un libro como este demuestra ad nauseam que
su literatura trata de presentar lo que sucede en México, pero también,
y sobre todo, lo que le ha sucedido en todos los lugares donde Villoro
ha vivido, es decir, lugares ligados a su escritura.
Ironía y realidad
Irónico,
caricaturesco, loco inspirado por una anécdota elevada a categoría y
brillante en busca de un país que lo entienda, Villoro escribe unos
textos inspirados en una realidad por momentos hilarantes.
Todos y
cada uno de estos ¿relatos? ¿piezas periodísticas? ¿cuentos basados en
hechos reales? juegan a convertirse en textos irónicos donde el tumulto
ensordecedor de la realidad ha de ser tamizado por la mirada conspicua
de un narrador que se sabe en el terreno fronterizo que media entre la
literatura y el reportaje, entre la ficción y la realidad. Lo decisivo
está en mirar la ficción como realidad y la realidad como si fuera
ficción. De este modo, el malentendido o las propias paranoias del
cronista Villoro encienden -e incendian- las narraciones y crean
equívocos estupendos protagonizados por familiares, amigos o
desconocidos.
El reportaje y la ficción
Alumno aventajado de Carlos Monsiváis y Augusto Monterroso (el reportaje y la ficción en estado puro, respectivamente) este Villoro cronista
del presente es el resultado de la inquietante unión de una
inteligencia accesible, de una inconformidad con el presente y de una
más que necesaria utópica mirada hacia el futuro. Si hay vida en la
Tierra la prosa de Villoro ha sabido contarla y, a pesar de todo, denota
un optimismo inextinguible por un planeta alocado.