jueves, 7 de mayo de 2015

Leer por leer

Tengo un afecto muy especial por Cervantes; después de todo es el escritor que dividió la literatura, y según Kundera, a quien debemos rendir cuentas en  los asuntos de la novela y de las historias que cuentan las novelas

Hermanos de tinta de Nahum Montt./Alfaguara
Nahum Montt, escritor colombiano, autor de Hermanos de tinta.


Se me acusa de ser un lector enfermo de lecturas, una especie de adicción, que va de la mano a la del escritor enfermo, es decir del escritor ágrafo, que ya no puede dejar de escribir porque está enfermo de literatura: escribir por escribir; hablar por hablar; leer por leer…
Tengo un afecto muy especial por Cervantes; después de todo es el escritor que dividió la literatura, y según Kundera, a quien debemos rendir cuentas en  los asuntos de la novela y de las historias que cuentan las novelas.

Cuando le entré  al ejercicio de leer por leer con la novela Hermanos de tinta de Nahum Montt. Tengo los buenos antecedentes de este escritor colombiano, con su novela El Eskimal y la Mariposa, que sigue siendo para mí una de las mejores novelas negras escritas hasta ahora  en esta Colombia de impunidades y magnicidios, uno detrás de otro. Después   leí  Lara, donde nos cuenta cómo un ministro  queda solo y desamparado ante las fuerzas desatadas del crimen. Otro magnicidio, que dividió en dos la historia criminal del país colombiano.

Y me puse en situación de lector adicto a las lecturas. El texto de marras, Hermanos de tinta está construido desde la anécdota histórica que Cervantes y Shakespeare se encontraron alguna vez en Valladolid durante la celebración del tratado de paz entre Inglaterra y España, en 1605. Hasta allí se vuelve creíble la anécdota de juntar a estos dos escritores que dividen en dos las literaturas de los dos idiomas como las temáticas respectivas de sus obras en sus países y lenguas.

Pero cuando uno se adentra en la trama del texto, se siente la modernidad del lenguaje del presente de hoy, porque el autor resolvió que había que contar con sus modismos, con el adobo de uno y otro giro de esa época endiablada de picaresca. Cuando uno,  más o menos, conoce algo de la obra cervantina, de su capacidad de escritor, se halla en un berenjenal de citas con sus obras, de personajes salidos de sus textos, los cuales el propio autor, nos da claves para entender el farrago de una trama salpicada con frecuentes alusiones cervantinas como extendidas también de citas a novelas negras y recreando sus tramas históricas. Como es el caso de El halcón maltés. Esto me hizo recordar a otro escritor argentino, Ricardo Piglia, que dice que se puede escribir una novela a partir de citas, lo cual no es la pretensión de Hermanos de tinta, al contrario, el autor recrea un tiempo  especial de España cuando el imperio muestra los signos más puros de la decadencia que se avecina, o está en el fermento de un tiempo muy oscuro del cual Cervantes se convierte en personaje literario.

Y aquí es donde entra la Historia, la secuencia de los hechos históricos que roza la trama cervantina de Hermanos de tinta, que al autor no le interesa decir o hacer decir, se interesa más por el elemento de lo humano, recreando las desdichas, avatares y vicisitudes del escritor convertido en personaje literario, cruzado de angustia existencial, donde su ejercicio de escritura está casi negada, ya metido en una trama criminal y negra total, pues sobrevive y convive entre gentes de baja estofa, malandrines, putas; de hecho sus dos hermanas son unas redomadas ejercedoras del oficio más antiguo del mundo, que lo asistieron y cuidaron y fueron estafadas; al fin de la misma familia tenían que cuidar a su hermano de sangre, ya no de tinta; este es el inglés que cuando se encuentran uno frente al otro, cara a cara los dos escritores y se dicen verdades como las  que deben decir los escritores, que es la pretensión más esencial de toda novela: decir algo verdadero y humano de estos dos personajes convertidos en elementos propios de la literatura al nombrarlos como hombres de papel.

La trama no es fácil para el lector acostumbrado con urdimbres correctas y edificantes. Todo lo contrario, el autor se planteó escribir un texto en ejercicio de sus más caras  licencias de imaginación, donde   más  se cuentan  como verdades, que a veces la historia no nos dice bien como haya ha sido de perfecta y humana la historia de vida de este escritor que nos legó la modernidad de la novela. Shakespeare está algo opaco, a pesar que desde el principio aparece como el inglés pendenciero y muy malhablado en el perfecto idioma de Cervantes dice todos los improperios e imprecaciones que puede decir contra los españoles y los hermana en su propia tinta: la imaginación.

Hermanos de tinta. Novela. Nahum Montt. Editorial Alfaguara.2015. 221 páginas.