Desde 1943 hasta hoy, los lazos de Gabriel García Márquez con
Bogotá han sido entrañables y, sin duda, marcaron su vida. Entre
algunos de ellos podrían destacarse su condición de alumno de la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, su vida bohemia y
literaria en los cafés de la ciudad, su militancia en el piedracelismo,
su amistad con Camilo Torres Restrepo, Álvaro Mutis, Gonzalo Mallarino,
Álvaro Castaño y Gloria Valencia , entre tantos otros, así como el
ejercicio del periodismo de choque y su consagración en El Espectador,
el haber ganado aquí sus únicos concursos de su carrera literaria, la
publicación de sus primeros cuentos y poemas, de sus primeras novelas y
el nacimiento de su primogénito. Todo ello explica porqué el mismo se
confesó como un “viejo santafereño”.
Como muestra de la importancia del capítulo cachaco en su vida, destaco algunos de esos hitos.
El
primero sería, cómo no, la publicación de su primer texto literario, el
poema “Canción”, aparecido el 31 de diciembre de 1944, con el seudónimo
de Javier Garcés.
El segundo, el que la primera
noticia en que se menciona su nombre haya aparecido en la prensa
bogotana con motivo de su participación en el evento inaugural de la
Segunda Feria del Libro de Zipaquirá, en 1945.
El
tercero, el que su grado de bachiller fuera reseñado en el diario El
Tiempo en diciembre de 1946, en el que se destaca su condición como
mejor alumno de la promoción del Liceo Nacional de Varones.
Como
cuarto hito, el que aparezca como colaborador en la bandera de la
página universitaria del periódico La Razón, en lo que bien pudiera
definirse como su primera práctica periodística, en 1947.
En
julio de ese mismo año, en una pensión de estudiantes costeños, en la
calle de Florián, le sucede la gran epifanía de su vida: la lectura de La metamorfosis, de Kafka, que lo transforma de poeta a narrador.
En
septiembre de ese mismo año, en El Espectador, aparece su primer texto
narrativo; el cuento La tercera resignación. Sexto hito.
El
séptimo hito: en 1947, Eduardo Zalamea Borda, “Ulises”, publica en su
habitual columna del periódico El Espectador la primera nota crítica
sobre García Márquez, en el que ya lo anuncia como la más promisoria
figura de la literatura colombiana.
Octavo, el
que se convierta en el pionero de la crítica cinematográfica en el país
con una columna permanente en El Espectador, a principios de 1954.
Noveno,
el que empiece aquí su larga y brillante carrera de escritor laureado
con el primer puesto del Concurso Nacional de Cuentos, en 1954.
Décimo.
Se publica en la ciudad el primer libro que contiene un texto suyo, Un
día después del sábado, en “Tres cuentos colombianos”, publicación del
Ministerio de Educación Nacional, en 1954.
Onceavo.
El poeta Arturo Camacho Ramírez le hace su primera entrevista para el
programa radial “Cuál es su hobby”, que se emitía por la HJCK, en 1954.
Doceavo.
A partir de 1954, García Márquez forma parte activa del primer cine
club fundado en América Latina: el Cine Club de Colombia.
Trece.
Inicia su larga y prodigiosa carrera como reportero en El Espectador, y
en un año, con El relato de un náufrago, ya es un maestro del
género, en 1955.
Catorceavo hito. Publica, “por
fin”, como escribió en la dedicatoria a Álvaro Cepeda Zamudio, su
primera novela: La hojarasca. Es 1955.
Quince. Por
primera vez, un medio colombiano envía un corresponsal al exterior:
Gabriel García Márquez viaja a Europa, en primera clase, y vive allí
tres años .
Dieciséis. En agosto de 1959 nace en
la Clínica Palermo, su primogénito, Rodrigo. Los padrinos: Plinio
Apuleyo y Sussy de Vargas. El padre que lo bautiza es Camilo Torres
Restrepo.
Diecisiete. Gana en 1961 su segundo y
último concurso literario: el Premio de Novela Esso, con La mala hora.
Con este premio compra su primer carro, el que luego vende para sentarse
a escribir Cien años de soledad.
Dieciocho. El Espectador publica, como primicia mundial, un capítulo de Cién años de soledad, el 1 de mayo de 1966.
Diecinueve.
En 1967, en el Teatro Colón, se presenta la primera obra de teatro
basada en sus textos. Pero al autor no lo dejan entrar porque “no tiene
corbata”.
Veinte. Por primera vez, este año, la Feria
Internacional del Libro de Bogotá tiene como invitado de honor no a un
país sino a un mundo, al ámbito de ficción de un escritor: Macondo.