Laura
Restrepo, Sergio Álvarez y Gustavo Forero, tres generaciones distintas
de autores nacionales, se reunieron en Casa América Catalunya de
Barcelona, para hablar sobre realidad y ficción
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Sergio Álvarez,autor de 35 muertos,
piensa que escribir una novela en Colombia es muy difícil porque la
realidad es más emocionante. / Diana Sánchez./elespectador.com |
En Colombia no hay novela de detectives sino de criminales. Todas las
novelas son negras. Es la conclusión de la charla entre Laura Restrepo,
Sergio Álvarez y Gustavo Forero. Los tres se reunieron el pasado 11 de
febrero en la Casa Amèrica Catalunya de Barcelona para charlar acerca de
la novela negra en Colombia. Tres generaciones de escritores y diversas
formas de ver el panorama nacional. Unos más optimistas que otros, con
la ventaja que tienen la distancia y la experiencia, y ninguno sin la
desventaja de los estereotipos que hay sobre vivir en el país.
La
charla es dirigida por Paco Camarasa, comisario de BCNegra 2015 y
librero, quien pregunta a cada participante cuál es la luz que aportan
sus novelas a la realidad colombiana.
“En Colombia no se puede
escribir sobre detectives, sería gracioso. No se investiga porque todo
el mundo sabe quién mata”, dice Laura Restrepo, y continúa: “En toda
civilización se dice que la vida es mejor que la muerte, pero en
Colombia esto no es tan claro y la vida no tiene mucho sentido. Es la
herencia que nos ha dejado Pablo Escobar: dinero fácil, lujo, mujeres, y
si no lo tienes la vida es sólo anonimato”. A pesar de las
declaraciones, esta escritora, Premio Alfaguara en 2004 con su novela
Delirio, no puede evitar la emoción que siente al hablar sobre
literatura, así sea sobre el tema recurrente de la muerte en las novelas
colombianas. Restrepo comenta el inicio de Cien años de soledad, de
García Márquez, y El desbarrancadero, de Fernando Vallejo, y demuestra
cómo en un solo párrafo estos dos escritores atan el pasado, el presente
y el futuro en torno al ciclo de la vida. “Un amarre de temporalidad”.
Sergio
Álvarez, autor de 35 muertos (Alfaguara, 2013), cuenta que cuando era
niño y vivía en un barrio de desplazados vio cómo alguien se empeñaba en
robar siempre en la misma calle a pesar de los maltratos de policías y
de la gente del barrio. En ese momento se dio cuenta de que los
colombianos repiten una y otra vez las mismas historias. Después comenta
con detalle el día en que Fabio Ochoa participaba en una cabalgata y la
impresión que sintió al ver cómo la gente lo recibía aplaudiendo.
“Escribir novela en Colombia es muy difícil porque la vida real siempre
es más emocionante. La violencia lo atraviesa todo”.
Gustavo
Forero, director del Congreso Internacional de Literatura Medellín
Negro, se pregunta qué es lo que ilumina sus pasos. “La forma en que
caminan los europeos y los norteamericanos es diferente. Ellos lo hacen
con seguridad, el imperio se los da”. La intervención de Forero se
centra en la necesidad de vigilar todo en Colombia, y en que a pesar de
esto desaparecen treinta y cinco personas cada día y se convierten en
anónimos. Denuncia que en el país se camina a la intemperie, no hay
Estado, Gobierno, salud, vivienda, estudio. “En mi país la gente camina
diferente”.
Al final de la charla Laura Restrepo cita a José
Saramago, quien dijo que Colombia era fascinante, terriblemente
fascinante. Estas dos palabras son enfatizadas por la escritora y
después compara la inteligencia de los colombianos con la de los
somalíes, que viven rodeados de conflictos. “Somos una descarga de
energía, una mezcla agradable, adictiva, así nos matemos”. ¿Qué salida
hay?, le pregunta un español del público bastante consternado por la
situación del país. A lo que ella responde que los colombianos vivimos
como si estuviéramos en un laboratorio que nos permite ver hacia
adelante, como si ya hubiéramos vivido todo y estuviéramos de vuelta; lo
que se vive allá es lo que va a pasar con la humanidad. “Esto no va
bien, lo de Colombia es una visión concentrada del mundo, de lo mal que
va, pero por lo menos poseemos la noción. Seguiremos igual a menos que
tengamos el coraje de darle la vuelta a este sistema que no es humano”.
Sergio
Álvarez dice que los seres humanos son capaces de lo mejor y lo peor
dependiendo de las circunstancias. Cuenta que a veces pone las noticias
de Colombia y se aburre pues llevan cincuenta años repitiendo lo mismo.
“No importan las situaciones en las que viva la gente, los colombianos
siempre vamos a encontrar una forma de comunicarnos”. A él no le
preocupa el futuro, a diferencia de Laura Restrepo, prefiere vivir el
día a día, “prever un poco porque vivimos más tiempo del necesario”.
También insiste en que el futuro del mundo es el mestizaje, pero no el
de raza sino el de culturas, religiones. Otro español consternado
pregunta sobre el boom de producción audiovisual que hay en Colombia.
“Tenemos una ley del cine fascinante (Ley 814 de 2003) y hay muchas
posibilidades de hacer algo. ¿Está mal que Colombia haga novelas,
series, películas de sicarios? ¿De qué más hacemos, de nuestros premios
nobel en física?”, responde Sergio Álvarez, quien cuenta que el actor
que escogieron para interpretar a Pablo Escobar era muy bueno, y la
gente terminó queriéndolo más. “En Colombia pasan esas cosas, pero es un
país de oportunidades tanto buenas como malas, así que hay que
jugárselas”.
Los participantes en la charla hablaron
principalmente sobre la situación actual del país, de cómo el mundo ve a
Colombia y qué se puede hacer para cambiar la imagen. Hizo falta un
poco más de literatura y sobraron estereotipos.