El escritor Erri De Luca
(Nápoles, 1950) conserva en las manos las huellas del obrero que fue. Y
su mirada permite aún hacerse una idea del calibre de sus encontronazos
con la policía cuando, a finales de los 60, formó parte del grupo de
extrema izquierda Lotta Continua. Pero, a pesar de una vida curtida en
mil batallas, De Luca reconoce que el proceso que se sigue ahora contra
él en la ciudad italiana de Turín por instigación a la violencia le ha
robado el sosiego hasta el punto de impedirle escribir. A lo único que
ha alcanzado es a pergeñar un “panfleto político” titulado La palabra contraria
—que en Italia ha vendido ya casi 100.000 ejemplares y que Seix Barral
publica ahora en España— en el que explica las “razones cívicas” que le
llevaron a pedir el sabotaje de las obras del tren de alta velocidad
entre Turín y Lyon. Ya desde la portada del libro, De Luca deja claro
que el arrepentimiento no forma parte del paisaje: “Si mi opinión es un
delito, no voy a dejar de cometerlo”.
La historia empezó hace una década. Erri De Luca, ya convertido en un
escritor de éxito en Italia, se enteró de que la policía había atacado
“a bastonazos y en medio de la noche” un campamento de los activistas
del grupo No-TAV que, desde hace 22 años, se oponen a la perforación de
“unas montañas del valle de Susa [noroeste de Italia] repletas de
amianto”. De Luca decidió entonces apoyar con su “presencia física y con
la palabra escrita y hablada” una protesta popular —“de niños, de
ancianos, de bomberos y alcaldes”, apostilla el autor— que unas veces
discurre por cauces pacíficos y otras incluye actos de sabotaje que han
provocado un retraso en las obras.
En septiembre de 2013, el escritor realizó sendas declaraciones al diario digital Huffington Post
y a la agencia de noticias Ansa en las que dejaba clara su oposición
radical a las obras del tren de alta velocidad: “El TAV ha de ser
saboteado. Para eso precisamente sirven las cizallas: son muy útiles
para cortar las verjas. Las mesas de negociación del Gobierno han
fracasado. El sabotaje es la única alternativa”. La empresa francesa
LTF, constructora de la línea de alta velocidad, se querelló entonces
contra De Luca y la fiscalía de Turín lo procesó por un delito de
incitación a la violencia que en Italia puede acarrear una pena de entre
uno y cinco años de prisión. Su respuesta es un libro de pequeño
formato y apenas 100 páginas en las que el antiguo revolucionario trata
de explicar sus “razones cívicas” y su “deber, antes que derecho, a la
palabra contraria”.
El autor sostiene que defiende su libertad de expresión
Antiguo albañil y conductor de vehículos de apoyo durante la guerra
de los Balcanes, De Luca, que se sentará ante el tribunal el próximo 16
de marzo, dice que su libro es un intento de defenderse él y también de
defender la libertad de expresión. A la pregunta —formulada de diversas
formas—- de si no sería más acertado invitar al sabotaje pacífico, ante
la posibilidad de que las protestas puedan causar heridos o incluso
muertos como ya ocurrió en acciones similares en otros lugares —incluida
España—, De Luca se cierra en banda. Dice que la labor de un escritor
es dar voz a los que no la tienen y que el sabotaje es, ante lo que
considera una colusión de intereses entre el Estado italiano y el poder
económico, la única respuesta que les queda a los habitantes del valle
afectado.
La palabra contraria ha vendido casi cien mil ejemplares en Italia
El debate está en si la pública llamada al sabotaje forma parte de la
libertad de expresión, como sostiene el escritor napolitano, o
constituye un delito de incitación a la violencia. Según la empresa LTF,
las afirmaciones de Erri De Luca “nada tienen que ver con la libertad
de expresión” y solo “instigan a cometer actos ilícitos”. Autor de
novelas como Aquí no, ahora no o Los peces no cierran los ojos,
el escritor, que denuncia la actitud helada de los intelectuales
italianos hacia su causa, considera que sus palabras son la base
irrenunciable de su libertad. Además de un éxito editorial.