miércoles, 11 de febrero de 2015

Diez alternativas a '50 sombras de Grey'

En pleno apogeo de 50 sombras de Grey, la trilogía de E.L.James que ha vendido 100 millones de ejemplares en todo el mundo, y de la que se acaba de estrenar la película, no está de más repasar diez títulos fundamentales de la literatura erótica que no decepcionarán al lector exigente o curioso


50 sombras de Grey de E. L. James llega a las salas.

50 sombras de Grey  sólo tiene 20 minutos de sexo./lavanguardia.com
-Decamerón (1353), de Giovanni Boccaccio. Este centenar de cuentos son las historias que se explican un grupo de jóvenes que ha huido a las afueras de Florencia, para refugiarse de la peste bubónica que asuela la ciudad. Un mundo regido por Eros, con profusión de monjes seduciendo monjas en los conventos. Fue adaptado al cine por Pasolini en 1971, y actualmente se representa en el Teatro Español de Madrid la versión recién escrita por Mario Vargas Llosa, que también interviene como actor.
-La filosofía en el tocador (1795), del marqués de Sade. Unos instructores, entre ellos el elegante y sodomita Dolmancé, introducen a Eugenia en el mundo del libertinaje y el hedonismo extremo. La joven alumna acabará torturando a su propia madre, a quien inoculará la sífilis y coserá los genitales. Más allá de la perversión, la obra contiene un mensaje político, que invita a profundizar en el espíritu republicano. Dedicada a los "voluptuosos de todas las edades y de todos los sexos".
-Historia del ojo (1928), de Georges Bataille. Uno de los grandes escritores surrealistas narra aquí las las relaciones entre dos adolescentes exhibicionistas, ahondando en temas tan profundos como la muerte o la locura. Hay escenas de sexo en grupo, simbolismos, fluidos y una clara identificación entre religión y sexo. El personaje de Simone encarna el deseo inconsciente y a la vez el pecado y el placer, que es portador del máximo castigo: la muerte. La edición original incluía ilustraciones explícitas.
-Trópico de cáncer (1934), de Henry Miller. Basado esencialmente en los años en que el escritor vivió en París, el protagonista, un álter ego de Miller, disfruta de la vida bohemia, en especial del desenfreno sexual y etílico a partes iguales. La pornografía, en su versión prostibularia, entendida como religión, aunque la novela no se centra exclusivamente en los encuentros sexuales, sino que retrata las penurias en sentido amplio de un joven que debe buscarse la vida.
-La casa del incesto (1936), de Anaïs Nin. Aparte de sus diarios, la hija del compositor español Joaquín Nin escribió esta novela onírica sobre uno de los temas que más le interesaron y que conoció de primera mano. Este libro es el germen de todo su trabajo posterior. "Escribiré para ti. Esa será nuestra droga", le dice Anaïs a Sabine (la otra) en el libro. Y el psicoanalista de la autora le dio la razón: "Si la gente acepta su lenguaje, entonces se drogará". Este texto musical es un puzzle que cada lector debe reconstruir. 
-El fiord (1969), de Osvaldo Lamborghini. Este autor argentino marginal, residente en Barcelona -el Macba expone estos días una muestra de su obra gráfica- fue admirado, entre otros, por Roberto Bolaño. En la que fue su primera obra, ya aparece todo aquello que lo va a definir, a través de una escena extrema, mezcla de parto y orgía, salpicada de sangre, saliva y otros fluidos y en la que la violencia desenfrenada funde placer y dolor en un lenguaje con guiños lunfardos que funde lo simbólico y lo político.  
-La insólita y gloriosa hazaña del Cipote de Archidona (1977), de Camilo José Cela. En 1971, un obrero agrícola de Archidona (Málaga) sembró el pánico durante un espectáculo flamenco. Según el acta del juicio, en pleno show, "la procesada masturbó a su novio, el procesado, teniendo éste el órgano viril fuera del pantalón, lo que motivó que salpicara de semen a los también espectadores". Un admirado Cela convierte el caso en un sentido homenaje a la hombría hispánica.
-El amante (1984), de Marguerite Duras. Novela autobiográfica, ambientada en la Indochina colonial, sobre una adolescente cuya familia está arruinada y se hace amante, a los 15 años, de un acaudalado comerciante chino al que conoce en un transbordador que cruza el río Mekong. Con frases ya míticas: "Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde (...) A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo...". Fue premio Goncourt y Jean-Jacques Annaud la llevó al cine.
-Amorrada al piló (1986), de Maria Jaén. Fue la gran sensación de la literatura erótica en catalán durante los años 80 (hay un gag de La Trinca al respecto que todavía triunfa en youtube). La protagonista es Marta, una locutora de radio que dirige un programa nocturno de verano, en el que habla con sus oyentes de temas muy íntimos. Las ondas van mezclando las situaciones reales con las imaginadas. Fue adaptada al cine el mismo año por Antoni Verdaguer con el título de L'escot.
-Las edades de Lulú (1989), de Almudena Grandes. El gran fenómeno erótico-literario de los años 80 y posteriores. Seguimos a Lulú cuando tiene 15 años y sucumbe a la atracción que le despierta Pablo, un profesor de universidad amigo de la familia que creará para ella un mundo aparte. Luego, todo eso se quebrará cuando, a los 30, la chica se precipita febrilmente en un barranco de deseos peligrosos. Llevada al cine por Bigas Luna en 1990.