Debutará en el Goodman Theatre de Chicago la adaptación de su novela póstuma
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Roberto Bolaño como el Cid Campeador, sigue ganando batallas: 2666 será llevada al teatro./latercera.com |
Esta historia pudo haberla escrito el propio Bolaño: un actor
mediocre de los suburbios estadounidenses, viaja a Londres, compra un
boleto para el teatro y acaba viendo la puesta en escena de la novela de un autor chileno publicada de manera póstuma.
Tras la función, y maravillado con el montaje, toma el metro y, en
silencio, fantasea con que si algún día gana la lotería, hará todo por
subir el nivel de la escena independiente de su país.
Y un día ocurrió, aunque no es ficción. Roy Cockrum,
de 58 años, un malogrado actor que tras dos décadas como productor de
teatro y televisión, había ingresado a la orden religiosa de San Juan
Evangelista, llevaba varios años célibe, bajo un voto de pobreza y
cuidando a su madre enferma, cuando en julio de 2014 se enteró de que
era el único ganador del premio de lotería más grande que se haya
entregado en Tennessee. Cobró un cheque de 259.8 millones de dólares
(casi 159 mil millones de pesos), donó el 10% como diezmo, compró una
lujosa mansión en Knoxville y creó una fundación con su nombre destinada
a apoyar espectáculos teatrales. No da entrevistas, tiene cientos de
usurpadores con su nombre en Facebook, y hace algunas semanas anunció
cuál será su primera apuesta: 2666, la novela de Roberto Bolaño de 2004, una historia tan improbable como la suya.
En paralelo, mientras corría el 2007, Robert Falls,
director artístico del Goodman Theatre de Chicago, caminaba por
Barcelona y se detuvo ante un afiche que anunciaba la edición de
bolsillo de la novela publicada a un año de la muerte del autor chileno
en Barcelona, en la eterna espera de un trasplante de hígado. “Me
llamaron la atención las cruces rosas en el desierto, junto con las
letras rojas que titulaban 2666. Calixto Bieito, un director catalán con
quien trabajaba, me habló del libro y compré una copia. Empecé a leerlo
y devoré cada página”, dice Falls desde Estados Unidos. “Era primera
vez que leía a Bolaño, y supe que había dado con una de las grandes
novelas de nuestro tiempo. Además, intuí que había una obra allí: la
estructura en cinco actos y los cambios de estilo entre capítulos, me
pareció teatralmente innata”, afirma. Decidido a llevarla a las tablas
de una de las salas más prestigiosas de Illinois, convocó al dramaturgo y
director Seth Bockley, con quien adaptó la novela que, en 900 páginas,
describe un viaje épico desde España a México y Alemania a través de 100
años.
“Dada su naturaleza regresiva, episódica, fragmentaria y polivocal,
una adaptación literal nunca fue nuestra intención”, cuenta Bockley.
“Seguimos la estructura de cinco partes de Bolaño fielmente, y
comenzamos trazando las principales líneas argumentales y personajes
para cada una. Luego nos preguntamos: ¿cuál es el corazón de este
capítulo para el público? En algunos casos, es el viaje de un personaje,
en otros una imagen esencial. Estaremos usando proyecciones de video
para enriquecer la representación visual de los lugares y aportar a la
narración. Al final, nuestro objetivo es respetar el alma del libro de
Bolaño”, agrega.
El teléfono de Falls sonó una tarde de octubre de 2014. Era Roy
Cockrum, el hombre que de un día para otro se había hecho rico. “Se me
acercó pues conocía mi trabajo y el del teatro. Me dijo que tenía un
proyecto perfecto para apoyar desde la fundación que acababa de abrir:
era nuestra adaptación de 2666”, recuerda. Al mes, abrieron las puertas
del Goodman Theatre para una lectura del texto de casi cinco horas de
duración, y que parte con la presentación de cuatro académicos europeos.
“Las luces y el paisaje parecen muy simples y formales, como si el
público estuviera en una conferencia literaria sobre la obra del gran
autor Benno von Archimboldi”, cuenta Falls.
“Somos conscientes de que había otra versión -la del español Alex
Rígola, de 2007, que al año siguiente estuvo en Festival Santiago a
Mil-, pero yo no la vi. Aún así, que se haya hecho me animó a seguir con
mi propia versión”, dice Falls. “Nunca había adaptado latinoamericanos,
pero Bolaño es de los grandes artistas de nuestro tiempo, y creemos que
todos deberían conocer su obra. El teatro es un lugar perfecto para
presentar su imaginación salvaje, de ideas profundas y de ingenio
irreverente al público americano. Las reacciones han sido positivas a
pesar de la duración. Y es que cuando se trata de Bolaño, vale la pena”.