El Fondo de Cultura Económica cumple ocho décadas como referente editorial de todo un continente y como vector de acercamiento entre las dos orillas
Cuando el argentino Arnaldo Orfila Reynal se mudó a la ciudad de México para asumir la dirección del Fondo de Cultura Económica (FCE),
se empeñó en consolidar el objetivo primordial de la institución:
llevar la Universidad al hogar. Era el despegue del desarrollismo
económico y México pretendía convertir al Fondo en uno de sus
principales buques culturales. El director expandió la editorial, sus
emblemáticas colecciones y sus librerías por América Latina y, a pesar
del franquismo, también por España. Desde entonces, casi todos los
universitarios (y bibliotecas) de Iberoamérica han tenido, y tienen
ahora, en sus estanterías algún ejemplar publicado por el FCE.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, “los libros del Fondo
abrieron la circulación del conocimiento universal en nuestros países.
En ese sentido, el Fondo vino a oxigenar el tráfico de ideas y de
productos culturales en la región”, dice desde el Distrito Federal José
Carreño Carlón, periodista, catedrático universitario y actual director
del FCE, institución descentralizada del Estado mexicano que hoy cumple
80 años de existencia.. “Los escritores latinoamericanos viajan más que
sus libros, nos ha dicho el escritor argentino Ricardo Piglia. Por eso la red de filiales del Fondo quiere propiciar que los libros viajen al menos lo mismo que sus autores”, añade Carreño.
Este gigante editorial comenzó a dar sus primeros pasos en 1934 cuando Daniel Cossío Villegas,
economista y promotor cultural, se dio cuenta de que a los estudiantes
del México posrevolucionario les hacían falta varios libros
fundamentales para su formación profesional y que muchos no estaban
traducidos al español. Al principio se limitó a pensar en una biblioteca
básica para los alumnos de la Escuela Nacional de Economía. Por eso el
primer eslabón para crear una cultura económica (de ahí el nombre de la
editorial) fue El dólar plata, de William P. Shea, traducido al español por el poeta Salvador Novo.
Pero las perspectivas no tardaron en diversificarse. En 1938 el plan
editorial del FCE incluyó las ciencias sociales y, un año después,
aparecieron las colecciones Tezontle y Tierra Firme
sobre temas históricos, sociales y económicos de Iberoamérica. Luego la
Biblioteca Americana, de literatura indígena, colonial y moderna, que
comenzó con el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas.
1939 también fue el año en que el Fondo se benefició del exilio
español al integrar en sus filas a escritores, editores y traductores
republicanos. Orfila, sin embargo, se encargó a partir de 1948 de la
consolidación. Comenzó la colección Breviarios para “acercar la
cultura al pueblo” y propiciar así algo imprescindible en la cadena de
esta industria: la creación de lectores. Pensó en mejorar el diseño de
las portadas y la impresión de los libros y en aumentar la red de
librerías.
Hace ahora más de medio siglo, Orfila llamó a su amigo Javier Pradera para que se hiciera cargo de la filial del FCE en España,
un país con el que México había roto relaciones diplomáticas desde la
Guerra Civil. Pese a eso y pese a la censura franquista, los dos
editores se las arreglaron para que los libros llegaran hasta la
Península Ibérica.
Pero en México eran tiempos de la Presidencia Imperial (Enrique Krauze dixit) y Arnaldo Orfila no tardaría en ser destituido de su cargo. En 1964 publicó Los hijos de Sánchez,
un estudio etnográfico y retrato fiel de una familia pobre y marginada
de la capital mexicana, escrito por el antropólogo Oscar Lewis.
“¡Pinche argentino hijo de la chingada!, ¿cómo se le ocurre publicar
eso? ¿Quién se cree este extranjero para desvirtuar los gobiernos
emanados de la Revolución? ¿Quién se cree para publicar un librillo de
un gringo cabrón que denigra a México? ¿Cómo se le ocurre hacerlo,
además, en plena época del milagro mexicano, cuando estamos a punto de
gritarle al mundo que somos un país moderno a través de la organización
de los Juegos Olímpicos de 1968 y del Mundial de Fútbol de 1970?”. La
furia de Gustavo Díaz Ordaz, responsable de la masacre estudiantil de 1968
en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, fue tal que utilizó a
la Sociedad de Geografía y Estadística para denunciar al Fondo y
legitimar así su decisión de echar a Orfila.
El fortalecimiento de la institución, sin embargo, ya estaba
realizado. El FCE avanzó en el tiempo, con algunos problemas de gestión o
de índole económica, pero sin peligro de hundirse. En 1989 fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias
de Comunicación y Humanidades por su aportación cultural a los países
hispanohablantes. Sin embargo, todos los honores y parabienes recibidos
no libran al Fondo de ciertas críticas: en concreto, las que se dirigen a
cierto elitismo en su actividad editorial, privilegiando con intensidad
a los autores consagrados y descuidando a los talentos emergentes.
Pero no hay duda: hoy su catálogo es la memoria intelectual de
Iberoamérica en correspondencia con el resto del mundo. Lo conforman
unos 10.000 títulos, de los cuáles 7.000 continúan en circulación,
escritos por muchos de los grandes economistas, politólogos, sociólogos,
filósofos, psicólogos, politólogos y literatos del mundo. Tiene una
Casa Matriz de casi 5.000 metros cuadrados entre las piedras volcánicas
de las faldas del cerro del Ajusco, al sur de la ciudad de México, y una
estructura enorme para favorecer el flujo cultural de ida y vuelta: 25
librerías-centros culturales a lo largo de todo México y 10 en el
extranjero.
"El Fondo puede contribuir a corregir la dramática anomalía en que vivimos los lectores en español."
Mientras los festejos de este gigante editorial se multiplican en sus
filiales iberoamericanas, Carreño arguye: “No me resisto a anticipar un
aspecto que el escritor Javier Cercas
desarrollará en el festival con el que celebraremos los 80 años. Para
él, no existen las literaturas nacionales sino una sola gran literatura
en español y el Fondo ha perseguido la utopía razonable de una
literatura en español sin fronteras nacionales, fronteras que,
tratándose de nuestra lengua y nuestra literatura, son, dice, ‘más
siniestras que de costumbre’. Y en la siguiente década, remata Cercas,
el Fondo puede contribuir a corregir la dramática anomalía en que
vivimos los lectores en español y a permitir que vivamos, por fin, con
una literatura completa no mutilada dentro de cada frontera nacional”.
Una fiesta de aniversario
Elena Reina, México DF
Para conmemorar su 80º aniversario, el Fondo de Cultura Económica
celebra el festival El libro y sus lectores entre el 3 y el 7 de
septiembre en México DF Unas jornadas destinadas a escritores, editores,
autores y lectores a las que asistirán 60 figuras del mundo del libro y
de su industria. Entre ellas, estarán Fernando del Paso, Juan Villoro y
Jorge Volpi por parte de México; Sergio Ramírez por Centroamérica;
Javier Cercas por España; por Cuba, Arturo Arango y por Sudamérica, el
argentino Ricardo Piglia. Estos autores inauguran el festival
presentando las conclusiones de una consulta que el Fondo lanzó a todos
sus lectores y profesionales del oficio del libro para saber qué
deseaban de la editorial mexicana de aquí en adelante.
Durante esos días, la editorial ofrecerá una Feria del Libro
Latinoamericano en la que se venderán obras de los 20 países de la
región. “Habrá 260 editoriales hasta ahora condenadas en su mayoría a no
salir de sus fronteras nacionales”, afirma Tomás Granados, gerente de
la editorial. En total, la feria contará con 21.000 ejemplares
distribuidos en 4.400 títulos de 2.600 autores.
Habrá también un espacio relevante para la discusión sobre los retos
de la industria del libro en la era digital. Dos figuras de la edición,
el italiano Carlo Feltrinelli y el español Jorge Herralde, conversarán
sobre esta cuestión. Otro aspecto que cobrará especial atención es la
importancia de promover la lectura entre los niños y los jóvenes, que se
abordará en el coloquio Los libros que hacen crecer a los niños. El
papel de la literatura como motor de desarrollo sociocultural será
igualmente un elemento transversal de la mesa redonda sobre la lectura
en zonas de violencia, en la que participarán promotores culturales de
Medellín, México DF y Buenos Aires. El moderador será el escritor
mexicano Élmer Mendoza, del conflictivo Estado de Sinaloa, y otro autor
mexicano, Agustín Estrada, participará en este acto denominado Armas
contra las armas.
*En Bogotá, se está llevando a cabo el IV Festival Visiones de México en Colombia,
con una nutrida programación hasta el 17 de septiembre, en el Centro
Cultural Gabriel García Márquez. Se puede acceder a su página web: www.fce.com.co